Se alza el telón. Una casa de campo en Connecticut decorada con una mezcla de muebles americanos antiguos y modernos. Digamos que hay una gran chimenea de piedra y una escalera que lleva al piso de arriba. Sheila y Norman, que viven allí, son los anfitriones de una barbacoa que preparan en la parte trasera de la casa. La hermana de Sheila, Jenny, y su marido, David, son los únicos invitados. Se oyen graznidos de gansos.

Jenny, Sheila y Norman preparan y/o rellenan sus copas, mientras charlan antes de regresar a la barbacoa.

SHEILA (mira por la ventana y dice con melancolía): Mira, Norman, han regresado los gansos.

NORMAN: Lo has dicho como la heroína trágica de una obra dramática rusa.

JENNY: Odio las obras de teatro rusas. Nunca pasa nada y encima te cobran lo mismo que por un musical.

SHEILA: Pensar que todos los años, cuando los gansos emigran hacia el sur, eligen nuestro pequeño estanque para hacer escala durante unos días …

NORMAN: Ya te dije que Old Saybrook está poniéndose de moda.

DAVID: ¿Qué nos dicen los gansos acerca de la inescrutable magnificencia de la naturaleza?

SHEILA: No sé, ¿qué?

DAVID: Que llegará un día en que todos envejeceremos y nos pudriremos. Ése es el mensaje inscrito en la naturaleza.

JENNY: Para él es fácil decirlo. Es cirujano plástico y lleva ese lema en su tarjeta de visita.

SHEILA: Tu mujer te tiene calado, David.

DAVID (propone un brindis): Por los gansos.

JENNY: No, por los gansos no. Por Norman y Sheila. Feliz séptimo aniversario.

NORMAN: Algunos de los mejores años de mi vida. Al menos dos de ello…, sólo era un chiste.

SHEILA: Freud dijo que los chistes no existen.

NORMAN (hace un brindis): Por Sigmund Freud, el poeta que cantó las envidias del pene.

DAVID: Y ahora, si me perdonáis, me voy al estudio a ver por la tele a Tiger Woods. Por favor, no me molestéis hasta que los filetes estén hechos.

(Se va al estudio).

JENNY (a Sheila, mientras sale): Yo voy a hacer más hielo. Es de las pocas cosas que aprendí en la academia de cocina.

DAVID (volviendo): ¿Dónde están los pistachos?

SHEILA: No lo sé.

DAVID: No puedo ver el golf sin pistachos.

SHEILA: David…

DAVID: Tienen que ser pistachos rojos. Rojos y salados.

SHEILA (dirigiéndose a la cocina): Hay anacardos.

DAVID: Los anacardo s son para el baloncesto y los pistachos para el golf.

SHEILA (dirigiéndose a la cocina): Hay anacardos.

DAVID: Los anacardo s son para el baloncesto y los pistachos para el golf.

NORMAN: David, por favor, vete. (David se va al estudio). Ya sé qué simbolizan los gansos. Simbolizan que se avecina un desastre. El graznido es la llamada del apareamiento y éste siempre anuncia problemas.

(Suena el timbre de la puerta).

NORMAN (grita): Sheila, ¿esperas a alguien?

SHEILA (volviendo a la habitación): No. (Abren la puerta y se hallan ante una pareja similar a ellos: Hal y Sandy Maxwell). ¿Sí?

HAL: ¡Hola! Espero no molestarles.

SANDY (con cierto apuro): Hal, esto es ridículo.

HAL: Soy Hal Maxwell y ésta es mi mujer, Sandy. Pasábamos en coche por aquí y…, no es nuestra intención entrometernos, pero es que antes vivíamos en esta casa.

SHEILA: ¿De verdad?

SANDY: Sí, durante nueve años. Se la vendimos a un tal señor Krolian.

HAL: Max Krolian, un escritor bastante famoso.

NORMAN: Sí, lo conozco. Pues nosotros llevamos viviendo aquí unos tres años. Soy Norman Pollack. Sheila es mi mujer. Por favor, pasen.

SANDY: No queremos molestarles. Nos mudamos a Nueva Jersey, y hemos venido a pasar el día por aquí buscando antigüedades y como estábamos tan cerca …

SHEILA: Por favor, pasen. Echen un vistazo con toda libertad.

NORMAN: ¿Así que antes vivían aquí?

SHEILA: ¿Quieren tomar algo?

HAL: ¡Buf! Sí, por favor.

SANDY: Tienes que conducir.

(Entran en la casa y miran a su alrededor).

SHEILA: ¿Qué les parece?

HAL: Me trae tantos recuerdos …

NORMAN: ¿Qué les gustaría tomar?

HAL: Lo que a mí me apetecería de verdad es un whisky escocés de malta, pero me conformo con cualquier cosa.

NORMAN: ¿Y usted?

SANDY: Oh, sólo un chorrito de vino blanco si tuviesen.

NORMAN: N o tenemos blanco, pero nuestros martinis son incoloros.

(Sandy se ríe con el chiste de Norman).

HAL (mirando por la ventana): ¿De quién fue la idea de construir una piscina?

NORMAN: Nuestra.

HAL: ¿Qué forma tiene?

NORMAN: De ameba. Una ameba… Es una piscina en forma de ameba.

HAL: Esos pequeños gérmenes …

SANDY: Hal…

(Entra Jenny).

SHEILA: Ah, Jenny, estos señores son …

HAL: Los Maxwell.

SHEILA: Antes vivían aquí.

SANDY: Sólo queríamos ver la casa de nuevo. Nos casamos aquí.

JENNY: ¡Ah, qué romántico!

HAL: En ese jardín. Bajo un arce que ya no existe. Ahora hay una piscina.

SHEILA: ¿Tienen apetito?

SANDY: No.

HAL: No sé por qué dices que no, cuando la verdad es que estamos muertos de hambre.

NORMAN: Entonces, únanse a nosotros. Estamos haciendo unos filetes en la barbacoa.

SANDY: No, no podemos.

HAL: Esto… Para mí, poco hecho.

DAVID (asomado a la puerta del estudio): ¿Quién ha venido? Oí el timbre justo en el momento en que Tiger estaba a punto de golpear la pelota. Creo que el ruido le hizo fallar.

JENNY: Mi marido. David, te presento a …

HAL: Hal y Sandy Maxwell. Antes vivíamos aquí.

DAVID: ¿De verdad? ¿Dónde guardaban los pistachos?

JENNY: David, se casaron en esta casa.

DAVID: Fantástico. ¿Juega al golf?

HAL: No.

DAVID: ¡Genial! Algún día tenemos que jugar.

JENNY: En invierno son los Knicks, en verano es el golf… Si Freud levantara la cabeza …disfruta mirando cómo unos muchachos meten pelotas en un agujero.

(Sale).

HAL: ¡Eh! ¿Qué ha sido del precioso suelo que había aquí?

NORMAN: Ah, lo cambiamos.

HAL: ¿Han quitado el suelo de madera? ¿Por qué?

NORMAN: Preferíamos algo más liso y suave.

SANDY (mirando a su marido): Es precioso.

HAL: La primera vez que hicimos el amor fue sobre aquel suelo.

SANDY: Hal.

HAL: Justo aquí, donde está la mesita. A nosotros nos pareció bastante liso y suave.

SANDY: Hal…

SHEILA: ¡Oh! Es muy romántico.

HAL: Creo que sí. Sandy se avergüenza. Fue un momento memorable. Sobre todo porque entonces los dos estábamos casados con otras personas.

SANDY: ¡Ha!!

SHEILA: ¡Oh, Dios mío!

HAL: No piensen mal. Estábamos borrachos, solos, había una tormenta eléctrica y la luz se fue. De repente, la habitación se iluminó con un relámpago y vi a Sandy, sus labios carnosos, su pelo en plan selvático por la fuerte humedad… Me atrajo con la fuerza incontrolable de una aventura sexual.

SHEILA: Señor Maxwell, ¿a qué se dedica?

HAL: Llámame Hal. Soy contable. ¿Veis cómo ha puesto cara larga?

SHEILA: ¿Cómo?

HAL: Te imaginabas que era poeta, ¿verdad? No tengo pinta de pasarme el día haciendo números para una empresa, ¿eh?

SHEILA: No lo sé. Los contables pueden ser poetas. Deberías ver algunas de nuestras declaraciones de la renta.

HAL: Soy consciente de que sirvo para algo más, pero sencillamente me falta valor para intentado.

SANDY: A Halle gustaría escribir la gran novela americana.

HAL: Obra, Sandy; una obra dramática, no una novela. Aunque ya he escrito algunos poemas sobre los peligros del colesterol. Sonetos.

SANDY: ¿Conocíais al señor Krolian, el anterior propietario?

NORMAN: Sólo de nombre.

HAL: Yo le vi una vez, cuando le vendimos la casa. Intenté hablarle… Era difícil entablar conversación con él, aunque es un escritor muy ingenioso.

NORMAN: Perdonadme. Será mejor que vaya a ayudar a su hermana Jenny. Siempre que intenta encender la barbacoa, acabamos saliendo en los sucesos de las noticias de las seis.

(Sale).

SANDY: ¿A qué se dedica su marido, señora…?

SHEILA: Llámame Sheila. Es dentista.

HAL: Oye, eso es casi tan malo como lo mío… Oh…, bueno, quiero decir…, esto, ¿a qué se dedica tu hermana? ¿Es modelo?

SHEILA: Jenny tiene una tienda de lencería en Manhattan y su marido se gana la vida estilizando carrocerías, y no me refiero a que trabaje con coches. Es cirujano plástico.

(Sandy se ríe con el chiste de Sheila).

SANDY (mirando por la ventana): La pajarera aún está ahí arriba.

HAL: Yo mismo la diseñé y la construí.

SANDY: Está inspirada en el Guggenheim.

HAL: Oye, ¿sabes lo de la cámara secreta?

SHEILA: No.

HAL: Pues hay una. Nunca la habríamos descubierto si no nos lo hubiese dicho el primer propietario de la casa, el señor Warner. Mandó hacer un escondrijo detrás de la chimenea.

SHEILA: No me digas.

HAL: Pues sí.

SANDY: Enséñaselo.

HAL: Aquí, justo aquí detrás, pero tienes que saber dónde está el pestillo, que también está oculto. (Manipulando algo).

SANDY: Es el que está arriba, y luego tiras de la palanca …

HAL: Aquí. Ya lo tengo. Ya está …

SHEILA (observa cómo se abre): ¡Dios mío! Nunca te irás a la cama sin saber algo nuevo.

HAL: No puedo creer que no lo supieras.

SHEILA: ¡No tenía ni idea! Muchas veces me apoyo en esa repisa y jamás me imaginé… Un escondrijo oculto… ¿Qué es esto?

SANDY: ¿Qué es?

SHEILA (saca un viejo cuaderno y lee en voz alta): «Quiero atesorar estos momentos porque son los más apasionados que he tenido». (Levanta la vista). Oh, oh. ¿Qué es esto? (Hojea el diario y lee). «Sus temblorosos pechos bajo mis manos nos hicieron a los dos jadear».

HAL: ¿Qué has encontrado?

SHEILA (lee): «Crónica de mi aventura amorosa con la hermana de Sheila, Jenny, escrita por Norman Pollack».

(Sheila levanta la vista).

HAL: Norman Pollack…, ése es su marido.

SANDY: Bueno, ha sido un placer conoceros …

SHEILA: Norman, por favor, ¿puedes venir al salón un momento?

SANDY: Nosotros ya nos vamos …

NORMAN (entrando): ¿Sí, cariño?

SHEILA: Miserable tramposo hijo de puta …

NORMAN: ¿Cómo? (Se da cuenta de que ella ha encontrado algo).

SANDY: Nos encantan las reformas que habéis hecho en la casa …

SHEILA: Esto es tuyo.

NORMAN: ¿De qué estás hablando?

HAL: Ha encontrado tu diario. Estás en un buen lío.

NORMAN: ¿Mi qué? ¿Estás de broma?

SHEILA: Tiene escrito tu nombre.

NORMAN: ¡Por Dios, Sheila! Debe de haber un centenar de Norman Pollack en la guía telefónica.

(Sheila levanta la vista).

HAL: Norman Pollack…, ése es su marido.

SANDY: Bueno, ha sido un placer conoceros …

SHEILA: Norman, por favor, ¿puedes venir al salón un momento?

SANDY: Nosotros ya nos vamos …

NORMAN (entrando): ¿Sí, cariño?

SHEILA: Miserable tramposo hijo de puta …

NORMAN: ¿Cómo? (Se da cuenta de que ella ha encontrado algo).

SANDY: Nos encantan las reformas que habéis hecho en la casa …

SHEILA: Esto es tuyo.

NORMAN: ¿De qué estás hablando?

HAL: Ha encontrado tu diario. Estás en un buen lío.

NORMAN: ¿Mi qué? ¿Estás de broma?

SHEILA: Tiene escrito tu nombre.

NORMAN: ¡Por Dios, Sheila! Debe de haber un centenar de Norman Pollack en la guía telefónica.

(Sheila levanta la vista).

HAL: Norman Pollack…, ése es su marido.

SANDY: Bueno, ha sido un placer conoceros …

SHEILA: Norman, por favor, ¿puedes venir al salón un momento?

SANDY: Nosotros ya nos vamos …

NORMAN (entrando): ¿Sí, cariño?

SHEILA: Miserable tramposo hijo de puta …

NORMAN: ¿Cómo? (Se da cuenta de que ella ha encontrado algo).

SANDY: Nos encantan las reformas que habéis hecho en la casa …

SHEILA: Esto es tuyo.

NORMAN: ¿De qué estás hablando?

HAL: Ha encontrado tu diario. Estás en un buen lío.

NORMAN: ¿Mi qué? ¿Estás de broma?

SHEILA: Tiene escrito tu nombre.

NORMAN: ¡Por Dios, Sheila! Debe de haber un centenar de Norman Pollack en la guía telefónica.

SHEILA: Es tu letra.

NORMAN: Mucha gente les pone a las íes pequeños círculos.

SHEILA: Hay una foto en la que estáis Jenny y tú. Le estás tocando los pechos.

NORMAN: Ésa es la única prueba categórica que tienes.

SHEILA (lee fragmentos del diario): «No puedo seguir reprimiendo la fogosa pasión que siento por la hermana de Sheila. Hacer el amor con Jenny me produce un placer que jamás había experimentado con ninguna otra».

SANDY: Si alguna vez pasáis por Nutley…

NORMAN: ¿Cómo lo has encontrado?

HAL: Cuando compramos la casa, me enteré de que existía ese escondrijo.

SANDY: Hal, cierra la boca.

NORMAN: ¿Tú?, ¿tú se 10 has dicho?

HAL: ¿Cómo iba a saber yo que te tirabas a Jenny?

NORMAN: Bueno, Sheila, antes de que saques conclusiones precipitadas …

HAL: Norman, no lo captas. Ésa es la prueba del delito.

SANDY: Hal, por favor, ¿quieres callarte de una vez?

SHEILA (lee fragmentos del diario): «A escondidas, deslicé la mano bajo su falda cuando los cuatro estábamos sentados en la hierba, bajo la luz de la luna, en Tanglewood. Por un momento, pensé que Sheila se había dado cuenta».

HAL: ¿Dice qué ocurrió luego?

NORMAN: ¿Serías tan amable de no meterte donde no te llaman?

SHEILA: «Hoy, Jenny fingió ser una niña mala y yo le pegué en el trasero. Lo encontró muy erótico e hicimos el amor».

HAL: ¡Ojalá pudiera echarle un vistazo a ese diario aunque sólo fuera un minuto!

SANDY: Hal, déjalo ya, ¿quieres?

JENNY (entra): Norman, no me he dado cuenta y se ha apagado el fuego de la barbacoa.

SHEILA: ¡Oh! «¿No me he dado cuenta y se ha apagado el fuego de la barbacoa?». Vaya, vaya. Pues como has sido una niña mala, Norman va a tener que darte unos azotes.

JENNY (sin entender lo que quiere decir): ¿Qué?

NORMAN: Ha encontrado mi diario.

JENNY: ¿Tu qué?

SHEILA (sigue leyendo): «Hoy, Jenny y yo quedamos en su casa y hemos hecho el amor en la cama que comparte con David».

JENNY: ¿Llevas un diario?

NORMAN: Estaba bien escondido, hasta que éste le dijo dónde encontrado.

HAL: ¿Cómo iba a saber yo que te lo estabas tirando? Con toda ingenuidad, le dije a Sheila dónde estaba el escondrijo.

JENNY: ¿Y puede saberse para qué llevabas un diario?

HAL: Son muy útiles a efectos fiscales, me parece que desgravan.

SANDY: Bueno, estoy segura de que aclararéis todo esto. Ahora, si nos disculpáis …

SHEILA: ¡Ni hablar! De aquí no os movéis… Sois testigos.

HAL: ¿Testigos? ¿Va a ocurrir algo para lo que necesites testigos?

SHEILA: ¿Cuánto tiempo lleváis engañándome?

NORMAN: Me cuesta llamar engaño a lo que sólo han sido unas citas.

SHEILA (hojeando el diario): Según lo que pone aquí, sólo el Día de los Presidentes tuvisteis cuatro relaciones sexuales.

NORMAN: Bueno, sí, porque los cumpleaños de Washington y de Lincoln se celebran a la vez[6].

HAL: Tampoco es para tanto. Todo el mundo que vive en las zonas residenciales comete adulterio.

SANDY: ¿De verdad?

SHEILA (leyendo de nuevo el diario): ¿Dónde has aprendido estas posturas?

JENNY: Del método Pilates.

HAL (riéndose demasiado alto con el chiste): ¿Has oído eso?

SANDY: Sí, lo he oído. Nosotros hemos vivido en una zona residencial. De hecho, aquí mismo. Así que espero que no me hayas engañado, porque yo no lo he hecho.

HAL: Yo tampoco, por supuesto.

SANDY: Entonces, ¿a qué venía ese comentario?

HAL: Estaba generalizando.

SANDY: ¿Nunca me engañaste con Holly?

HAL: ¿Holly Fox? ¡Hazme el favor, anda! ¿Porque era actriz?

SANDY: Exacto. Porque siempre insistías en que no era tan guapa, pero varias veces pronunciaste su nombre en sueños.

HAL: Estás proyectando tus propias fantasías, porque siempre estuviste un poco enamorada del hermano de Holly.

SANDY: Créeme, si hubiera querido tener un rollo con Ken Fax, no me hubiese costado nada.

HAL: ¿Qué quieres decir?

SANDY: Quiero decir que durante un año, una semana sí y otra también, intentó ligar conmigo. Pero lo rechacé.

HAL: Vaya, es la primera noticia que tengo.

SHEILA: ¿Cuánto hace que mantenéis esta tempestuosa aventura?

NORMAN (contestando a la vez que Jenny): No mucho.

JENNY: Tres años.

NORMAN: Seis meses.

JENNY: Un año.

NORMAN: Y medio.

JENNY: No mucho.

NORMAN: Hubo mucho tiempo muerto.

SHEILA: ¡Cómo pudiste hacerla!, ¡eres mi hermana!

JENNY: ¿Qué vaya decirte? Nos enamoramos.

NORMAN: No era amor, sino puro sexo.

JENNY: Decías que era amor.

NORMAN: En realidad, jamás utilicé esa palabra. Dije: me «atraes», te «echo de menos», te «necesito», «no puedo vivir sin ti»; pero te «amo», lo que se dice te «amo», no, nunca.

SHEILA: Todo este tiempo has compartido mi cama, pero te acostabas con Jenny.

NORMAN: ¿Qué culpa tengo yo si ella me sedujo?

JENNY: ¿Que yo te seduje?

NORMAN: Hace tres años entré en su tienda de lencería con la intención de comprarte un regalo. Vi algo que me pareció bonito, le pregunté si te quedaría bien y me dijo que tenía más o menos tu talla, que se lo probaría y que así me haría una idea. Los dos entramos en el probador… Ella se lo puso …

HAL: ¿Qué se puso?, ¿,qué?

NORMAN: Un tanga. Se puso un tanga.

SANDY (a Hal): Por favor, corta ya.

HAL: Sólo intento seguir el curso de la narración.

SANDY: Tú también la encuentras atractiva, ¿verdad?

SHEILA: ¿Tú también?

HAL: ¿Cómo?

SANDY: Te oí preguntarle a Sheila si su hermana era modelo, y te morías por echar mano a ese diario.

HAL: ¿Es culpa mía que me vea involucrado sin quererlo con este intensísimo drama humano?

SHEILA (pasándole el diario): Aquí tienes. La literatura que tanto te gusta.

HAL: De verdad que yo no… (Coge el diario y se queda fascinado con él).

SANDY: Venga, Hal, adelante. Estoy segura de que encontrarás muy gratificantes los detalles de las actividades sexuales de Jenny.

HAL (hojeando el diario): Bueno, quizá para… Oh, oh …

SANDY: Digamos que para un varón vivo de menos de noventa años.

HAL: Caramba, Sandy, ojalá fueras la mitad de lanzada de lo que es ella.

SANDY: Tendrás que pasar por encima de mi cadáver.

HAL: No estoy hablando de nuestra vida sexual.

SANDY: Lo siento si te he defraudado.

HAL: Escucha, nosotros ya estamos de vuelta de eso… Sólo digo que si tuvieses ganas de experimentar de vez en cuando…

SANDY: Si llamas experimentar a hacer un trío con Holly Fox …

HAL: Pues dime, ¿qué es lo que entiendes tú por un experimento?

SANDY: Yo no lo concibo en términos de experimentación. Nosotros hacemos el amor, no trabajamos en un laboratorio.

SHEILA: Siempre estás leyendo cosas sobre dentistas pervertidos que abusan sexualmente de sus pacientes cuando las anestesian para practicarles una endodoncia.

NORMAN: Yo no soy un dentista pervertido. Soy un ortodoncista pervertido. Nunca lo tuviste claro. Mira, asumo toda la responsabilidad. Si tienes que echarle la culpa a alguien, cúlpame a mí.

SHEILA: ¿Ya quién coño te crees que estoy culpando?

DAVID (sale del estudio.): Tiger Woods acaba de cagarla en un hoyo, ha hecho un bogey.

HAL: Norman también.

DAVID: Es muy emocionante.

SHEILA: David, quédate con nosotros. Tenemos que enseñarte algo.

DAVID: ¿No puede esperar?

SHEILA: No creo. Esto está que arde.

JENNY: Deja de ser tan despiadada.

SHEILA: David, ven y siéntate conmigo un momento.

HAL: Rápido, Sandy, ¿tienes la videocámara?

SANDY: Está en el coche.

SHEILA: David, lee este diario. A ver si reconoces a alguno de los protagonistas.

DAVID (coge el diario): ¿De qué va todo esto? Tiger Woods está a punto de establecer un récord.

NORMAN: Deja que el hombre disfrute de su golf. Esto no le incumbe.

HAL: Oh, vamos, Norman, seguro que sí le interesa un poco.

(David lee el diario).

SHEILA: ¿Qué opinas, David? ¿Reconoces a los actores principales?

HAL: Desde luego que los reconoce.

DAVID: ¿Te refieres a la pareja?

SHEILA: Sí, a la mujer casada que se llama Jenny y al dentista.

DAVID: ¿Jenny, la mujer casada? ¿De qué tendría yo que conocerla?

SHEILA: ¿Quizá de desayunar con ella?

DAVID: ¿Qué es esto? ¿Una tontería pomo? ¿Para qué voy a leerlo? Estoy viendo el Abierto de Estados Unidos.

SHEILA: Estás casado con la Abierta de Estados Unidos.

NORMAN: Jenny…

SHEILA: ¡Norman!

NORMAN: Sheila.

DAVID: ¿Qué pasa? ¿Qué estoy perdiéndome?

HAL: ¿Me dejáis que le dé una pista?

SANDY: No te inmiscuyas.

HAL: No puedo creerme que no se dé cuenta.

SHEILA: ¿No te parece raro que el hombre se llame Norman y la mujer Jenny?

DAVID: No, ¿por qué?

SHEILA: Tu mujer se llama Jenny y mi marido Norman.

DAVID: ¿Y?

SANDY: ¿Seguro que este tío es médico?

SHEILA: ¿Reconoces a los dos que están en la foto?

NORMAN: Sheila …

HAL: Un caso típico de negación de la realidad.

DAVID: Sí, éste es tu marido con una mujer.

SHEILA: Bravo. ¿Ves la lengua de Norman?

DAVID: Sí.

SHEILA: ¿Dónde la tiene?

DAVID: Dentro de la boca.

SHEILA: Me refiero a la punta.

DAVID: En la oreja de la mujer.

SHEILA: ¿Y las manos?

DAVID (examina la foto): Vaya, oye, Norman, ¿se trata de una nueva técnica odontológica?

SHEILA: ¿De verdad que no reconoces a la mujer?

DAVID: Desde luego, me resulta familiar …

SHEILA: ¿Puedo darte una pista?

JENNY: No lo aguanto más.

SHEILA: ¿Recuerdas cuando, hace ya años, conociste a una joven en una cena con otros invitados, os caísteis bien y empezaste a salir con ella?

DAVID: Sí. A los dos nos encantaban Tolstói, las películas francesas y navegar. Me casé con ella. Con Jenny. ¿Adónde quieres llegar? ¿Que la mujer del diario, la de la foto, se parece a Jenny? ¿Que la mujer se parece a Jenny? ¿Que la mujer se parece a Jenny? ¿Que la mujer…, que la mujer es Jenny? ¡Es Jenny! Ya lo pillo, ya lo pillo.

HAL: Nunca dejaría que este tío me hiciese una operación de cirugía plástica.

JENNY: Sheila, eres tan cruel…

DAVID (pasmado): Ésta eres tú. Tú eres ella. ¡Eres ella!

JENNY: David, intenta comprender. Aparte del sexo, fue algo platónico.

HAL: ¿Dónde está el problema? Si Jenny es capaz de hablar de Tolstói y de películas extranjeras y, a la vez, hace todo esto…, amigo, te ha tocado la lotería.

SANDY: Estás colado por ella. Me di cuenta enseguida.

HAL: Lo único que he dicho es que además de ser una mujer culta y una buena madre, está bien eso de irse a la cama cada noche con un auténtico fenómeno.

SANDY: No doy crédito a mis oídos.

DAVID: Estoy pasmado. Me he quedado estupefacto. Ni siquiera sabía…, a ver si me aclaro: ¿quién es el tío?

SHEILA: Norman. Es Norman. Este Norman.

NORMAN: Sheila, basta ya. David, he tenido una aventura con Jenny.

DAVID: Jenny… ¿Una mujer que se llama como mi mujer?

SHEILA: El trauma es demasiado para él.

DAVID: ¿Una aventura amorosa?

HAL: Me parto de risa con este tío. ¿Qué otra clase de aventura puede haber?

DAVID: Entonces, eso significa que Norman y Jenny se acuestan juntos.

JENNY: Sí, David. Nos acostábamos. Pero, si te sirve de consuelo, te diré que apenas hubo caricias preliminares.

SHEILA: Típico de Norman.

DAVID: Pero él es mi cuñado y ella mi mujer. Entonces, ¿quiénes son los de la foto?

SHEILA: Ha perdido la chaveta.

DAVID: Perdonadme.

(Sale).

HAL: Si ahora vuelve a ver a Tiger Woods, es lo que yo llamo un hincha de primera.

SHEILA: Desde luego, esto significa el divorcio.

JENNY: Sheila, es probable que te haya engañado físicamente, pero mentalmente he sido una hermana leal.

SHEILA: ¿Hermana leal? ¿Cómo te atreves? Tú ya no eres mi hermana. Desde este momento, lo más que puedes ser para mí es una sobrina.

NORMAN: Sheila, Sheila… ¿Cómo puedo compensarte por esto?

SHEILA: El bufete de Rifkin y Abramowitz te lo hará saber.

DAVID (entra con un rifle): Y, ahora, preparaos para morir.

JENNY: ¡David!

NORMAN: Oye, mira, vamos a dejamos de juegos. Esa escopeta está cargada.

DAVID: ¡Norman, déjame en paz! ¡Déjame en paz! Todos los que estáis en esta habitación vais a morir, luego me meteré el cañón en la boca y apretaré el gatillo.

HAL (mira el reloj): Oh, ¿ya son las seis? ¡Tenemos entradas para ver el espectáculo Mamma Mia!

DAVID: No tan rápido. He dicho todo el mundo.

HAL: Nosotros sólo nos hemos acercado para ver la casa.

JENNY: David, me asusta tu mirada.

DAVID: Primero, tú y Norman. Luego, Sheila.

SHEILA: ¿Por qué yo? ¿Qué he hecho yo? A mí me han engañado igual que a ti.

DAVID: Tú has encontrado el diario.

SHEILA: Él me dijo dónde estaba la cámara secreta.

DAVID: Créeme, él también caerá.

SANDY: Nosotros sólo somos unos testigos inocentes…, pasábamos por aquí.

DAVID: Será una historia perfecta para los periódicos, ¿verdad? La pareja de adúlteros, el pobre marido y la pobre mujer engañados… y dos inocentes que pasaban por allí.

HAL: Estás loco.

DAVID: Lo mismo decían del Hijo de Sam[7].

HAL: Sí. Y… tenían razón.

JENNY: Ha perdido la chaveta.

HAL: Pero no puedes matamos, David. Nosotros no hemos hecho nada. Nunca he cometido adulterio, aunque no me han faltado ocasiones… Y, créeme, tampoco me han faltado las ganas.

SANDY: ¿Que no te han faltado las ganas?

HAL: Bueno, Sandy, sé realista: puedes ser un témpano.

SANDY: ¿Yo?

HAL: Sí, tú. Todo lo contrario que Jenny. Nunca te atreverías a probar algo nuevo.

SANDY: Bueno, quizá si te mostrases un poco romántico conmigo de vez en cuando, en lugar de hacerlo todo tan rápido…

HAL: Lo único que intento es acabar antes de que empiece a dolerte la cabeza.

DAVID: ¡Callaos! ¿Quién les ha dejado entrar? Ha sido mala suerte que acabarais aquí, pero así es la vida: llena de ironías, algunas placenteras, otras no tanto… Nunca he entendido la vida como un regalo. Es una carga, una condena. Es un castigo cruel y desmedido. Empezad a rezar.

(Se apiñan mientras él amartilla la escopeta. De repente, oyen un ruido y un hombre baja por las escaleras. Está atado y amordazado. Da la impresión de que se ha soltado de una silla. Sus brazos están aún atados y gimotea sordamente).

DAVID (percatándose de su presencia): Oh, no.

SHEILA: ¡Oh, cielos!

NORMAN: Creí…

SHEILA: ¡Vaya!

JENNY: ¡Socorro! ¡Auxilio!

(Hal y Sandy, uno o bien ambos, corren hacia el hombre y le quitan la mordaza).

DAVID: No hagáis eso, no. ¡Oh!

MAX: Vale, se acabó la fiesta.

SANDY: ¿Quién es usted?

JENNY: ¿Quién le ató?

DAVID: Fue Norman.

SHEILA: Esto significa nuestro fin.

HAL: ¿No es usted el señor Krolian? Yo soy Hal Maxwell. Le vendí esta casa hace unos años. Sandy, es el señor Krolian.

MAX: (refiriéndose a la cuerda): Quítenme esto.

HAL (desatándole): ¿Qué está pasando aquí?

MAX: Estos animales salvajes… Yo los creé, pero se volvieron contra mí.

DAVID: ¡Ah! Eres un incompetente.

MAX: Han salido de mi pluma.

SANDY: ¿De qué va todo esto?

JENNY: El juego se ha acabado. ¿Por qué no les dices la verdad?

HAL: ¿Qué?

NORMAN: Él tenía una idea para una obra que estaba escribiendo.

SHEILA: Él nos inventó.

DAVID: Gracias a su fértil imaginación.

SHEILA: Escribió la mitad de la obra.

MAX: Así es, pero no sabía cómo proseguida. No me salía nada.

DAVID: Estaba bloqueado.

MAX: A veces, una idea te parece genial, pero después de trabajar en ella durante un tiempo, te das cuenta de que no lleva a ninguna parte.

SHEILA: Pero para entonces ya era demasiado tarde. Ya habíamos nacido.

DAVID: Ya habíamos sido inventados.

MAX: Creados. Tenía la mitad de la obra.

HAL: Usted siempre tuvo el don de crear personajes maravillosos con problemas fascinantes y diálogos magníficos.

NORMAN: Y entonces, ¿qué es lo que hace?

JENNY: Abandonar la idea.

NORMAN: Metió la obra a medio acabar en un cajón.

DAVID: En el cajón se estaba a oscuras.

MAX: ¿Qué otra cosa podía hacer? No tenía el final.

DAVID: Yo odiaba el maldito cajón.

SHEILA: Vamos a ver, imagínate a ti y a tu mujer dentro de un cajón.

JENNY: Dentro de un cajón no se puede hacer nada.

NORMAN: Es una mierda.

SHEILA: Entonces, a Jenny se le ocurrió que lo abriésemos y saliéramos al mundo.

MAX: Creí oír que el cajón se abría, pero cuando me di la vuelta ya era demasiado tarde y se me echaron encima.

SANDY: Una vez fuera, ¿qué pensabais hacer?

SHEILA: Teníamos la esperanza de encontrar algún modo de terminar el tercer acto.

NORMAN: Para cobrar vida cada noche en los teatros. Para siempre.

JENNY: ¿Qué alternativa teníamos? ¿Quedamos inacabados dentro de un cajón oscuro?

DAVID: ¡Yo no pienso volver al cajón! ¡Yo no voy a volver al cajón! ¡Yo no pienso…! (Norman le da una bofetada a David).

MAX: He estado dándole vueltas y más vueltas y no consigo encarrilarla.

HAL: Bien, analicemos lo que tenemos… Ella descubre que su hermana tiene una aventura con su marido.

MAX: ¿Quién es usted?

HAL: Hal Maxwell. Yo le vendí…

MAX: ¿El contable?

HAL: Siempre he querido escribir una obra de teatro.

MAX: Como todo el mundo.

HAL: ¿Por qué tienen una aventura? ¿Qué es lo que va mal en sus matrimonios?

NORMAN: Yo estoy harto de Sheila.

SHEILA: ¿Por qué?

NORMAN: No lo sé.

MAX: A mí no me pregunten. Se me ha acabado la inspiración.

HAL: ¿Por qué un hombre se harta de su mujer? Porque con el paso del tiempo se establece entre ellos una confianza excesiva. La excitación disminuye. Siempre están juntos, por la casa. Se ven sin ropa. Ya no hay misterio. A esas alturas, incluso la secretaria le resulta más sexy, y no digamos la vecina.

JENNY: Eso no es realista.

HAL: ¿Y tú qué sabes? Ni siquiera estás bien escrita. Es muy realista, siempre ocurre. Te lo aseguro.

SANDY: ¿De verdad?

HAL: Lo que quiero decir es que en un matrimonio tiene que cultivarse la frescura, un matrimonio tiene que renovarse. De lo contrario, no hay música en la relación, y la música lo es todo.

SANDY: ¿Y si el marido se comportaba al principio con romanticismo, pero poco a poco deja de prestar atención a su mujer y la mira como si fuera un mueble? Lo que era una relación llena de sorpresas imaginativas y encantadoras es ya sólo una vida en común rutinaria y repetitiva. Hay sexo, pero ya no se hace el amor.

HAL: Me cuesta creer que eso sea un conflicto verosímil.

SANDY: Pues a mí me parece que muchas mujeres se verían reflejadas en él.

HAL: Me parece demasiado estrafalario.

SHEILA: Creo que resulta un argumento muy convincente.

JENNY: Real y crudo como la vida misma.

SANDY: Exacto.

DAVID: ¿Y tú crees que una relación puede desvanecerse de la noche a la mañana? ¿Incluso si se amaron en un momento dado de su vida?

MAX: Ésa es una de las tristes verdades de la existencia. En este mundo nada perdura. Hasta los personajes creados por el gran Shakespeare dejarán de existir dentro de millones de años, cuando el universo siga su curso y las luces se apaguen.

DAVID: ¡Santo Dios! Creo que voy a volver a ver a Tiger Woods. Al infierno con todo.

NORMAN: Es verdad. ¿Qué sentido tiene todo esto si el cosmos se desintegra y, al final, todo desaparece?

JENNY: Por eso es importante que nos quieran y abracen aquí y ahora, quienquiera que sea el que nos estreche entre sus brazos.

SHEILA: No intentes justificar que te tiras a mi marido por razones existenciales.

HAL: ¿Qué ocurriría si tú y David estuvieseis teniendo también una aventura?

MAX: Lo había pensado, pero todo empezaba a parecer una tontería.

JENNY: Pero si la vida es algo, es eso, una tontería.

DAVID: Exacto. Los filósofos la llaman absurda, pero lo que en verdad quieren decir es que es una tontería.

MAX: El problema es que se da por hecho que todo el mundo es infiel, yeso no se ajusta a la realidad.

HAL: Pero no tiene por qué ajustarse a nada, si es divertido. El arte es diferente de la vida.

MAX: El arte es el espejo de la vida.

HAL: Hablando de espejos. Siempre quise poner uno encima de nuestra cama, pero a ella no le habría gustado la idea.

SANDY: Es la cosa más boba que he oído en mi vida.

HAL: Es sexy.

SANDY: Es de adolescentes. Yo quiero hacer el amor, no ver dos reflejos que mantienen relaciones sexuales, porque, desde esa perspectiva, sólo vería el sube y baja de tu trasero.

HAL: ¿Por qué ridiculizas siempre mis necesidades? Y luego te extrañas de que sueñe despierto con Holly Fax.

SANDY: ¡No le cuentes tu idea del espejo! Se partiría de risa.

HAL: Pues para que lo sepas, ya lo hemos hecho delante de un espejo.

SANDY: Será en tus sueños.

HAL: No. En tu cuarto de baño.

SANDY: ¿Cómo?

DAVID: ¡Vaya! Esta historia es más jugosa que la nuestra.

HAL: No digo que la quisiese ni que tuviéramos una aventura o algo por el estilo. Fue una sola vez.

SANDY: ¿Tú y Rally Fax?

HAL: ¿Por qué te sorprende tanto? Llevas dos años burlándote y acusándome de eso.

SANDY: Lo decía como chiste.

HAL: Los chistes no existen, como dijo Freud.

SHEILA: Esa frase ya la he dicho yo.

SANDY: Además, siempre jurabas que no te atraía.

HAL: Exacto. Lo juré incluso con la mano derecha levantada. Pero soy agnóstico.

NORMAN: Sandy, sé razonable. Ningún marido admite que se ha acostado con otra mujer.

SANDY: Él acaba de hacerla.

MAX: Ése fue el motivo por el que mi mujer me dejó. Por eso les compré la casa a ustedes; pretendía vivir solo y quedarme al margen de la competitividad de las relaciones románticas. En aquel momento, yo mantenía una aventura con la madre de mi mujer.

NORMAN: ¡Dios mío! ¿Por qué no lo has metido en nuestra historia? Es fantástico.

MAX: Porque nadie lo creería. Su padre era un actor de cine muy conocido. No vaya decir de quién se trata. El caso es que se divorció de la madre biológica de mi mujer y se casó con la niñera. Así que mi mujer, en aquel momento, tenía una madre diez años más joven que ella.

JENNY: Una madrastra.

MAX: Eso es semántica. Mientras tanto, yo me la cepillaba.

DAVID: De paso, también engañabas a tu suegro.

MAX: Eso no me supuso ningún problema, porque el tipo era un fetichista de los zapatos que sólo se excitaba cuando Prada estaba de rebajas.

SHEILA: Eso exige demasiada credulidad.

MAX: La madre de mi mujer llevaba un diario. Todo muy gráfico. Nuestras intimidades, nuestras relaciones sexuales. Detalles, nombres. Creía que era romántico. Una noche mi mujer le dijo: «Mañana me voy a los Hamptons. Necesito un buen libro para leer en la playa». Creyendo que era una novela encuadernada en piel de Henry James, ella le dio por error el diario, que también estaba encuadernado en piel. Yo estaba con mi mujer cuando se puso a leerlo en la playa. Sufrió una transformación, un cambio físico, como cuando sale la luna llena en una película del Hombre Lobo.

HAL: De ahí sacaste la idea.

NORMAN: ¿Qué hiciste?

MAX: ¿Qué podía hacer? Negarlo.

NORMAN: ¿Y ella qué hizo?

MAX: Intentó ahogarse. Se lanzó corriendo al mar, pero sólo logró que le picara una medusa. Le provocó una hinchazón en los labios. De repente, con aquellos labios tan gruesos, resultaba sexy, y volví a enamorarme de ella. Desde luego, cuando la hinchazón bajó, volvió a sacarme de quicio.

HAL: Bien, yo no tuve una aventura. Lo mío fue una sola vez. Ocurrió en nuestra fiesta de Nochevieja. Todo el mundo estaba en el piso de abajo, bebiendo y divirtiéndose. Dio la casualidad de que pasé por delante de tu cuarto de baño. Holly estaba dentro y me preguntó si teníamos bastoncillos para los oídos. Así que entré para ayudarla a buscarlos, cerré la puerta y lo hicimos allí mismo.

DAVID: ¿Para qué quería los bastoncillos?

JENNY: ¡Y eso qué más da!

NORMAN: ¿Qué importancia tienen unos puñeteros bastoncillos?

SANDY: Llevaban meses intercambiando miraditas.

HAL: Eso es pura proyección. Eras tú la que no le quitabas ojo al hermano de Holly.

SANDY: Si fueses más perspicaz, te habrías dado cuenta de que yo no tenía ningún interés por Ken Fox.

HAL: ¿No?

SANDY: No. Si hubiese perdido alguna vez la cabeza, habría sido por Howard Nadleman.

HAL: ¿Nadleman? ¿El agente inmobiliario?

SANDY: Howard Nadleman sabe cómo despertarle la sexualidad a una mujer.

HAL: ¿Eso qué significa?

SANDY: Nada.

HAL: ¿Fuiste el ligue de una noche de Howard Nadleman?

SANDY: No.

HAL: ¡Gracias a Dios!

SANDY: Tuvimos un largo romance.

HAL: ¿Que tuviste un lío con Howard Nadleman?

SANDY: Sí, lo tuve.

HAL: No te contradigas.

SANDY: Ya que estamos en racha de confesiones, a mí también me gustaría sincerarme de una vez.

HAL: Hace un minuto dijiste: «Si hubiese perdido alguna vez la cabeza», frase que implica que nunca la perdiste.

SANDY: No puedo vivir con esa mentira durante más tiempo. Con el debido respeto, te diré que he estado acostándome con Howard Nadleman.

DAVID: ¡Bien por Nadleman!

HAL: No me hagas reír.

SANDY: Hal, siempre te he querido, lo sabes. Pero ¿qué se puede hacer cuando un romance declina, cuando la pasión se acaba y tú aún amas y respetas a tu cónyuge? Le engañas.

NORMAN: Eso era lo que yo intentaba explicarle a Sheila.

HAL: ¿Cuántas veces te has acostado con Howard?

SANDY: ¿De verdad que los números te han importado alguna vez?

HAL: Pues sí. Soy contable.

SANDY: Digámoslo de esta manera: no me va el Psicoanálisis.

HAL: ¿Quieres decir que todos aquellos miércoles, jueves y sábados…?

SANDY: El doctor Fineglass no existe.

HAL: Y yo que creía que se te estaba pasando la depresión …

SANDY: Y así era.

HAL: Pero ¿a ciento sesenta dólares la hora?

SANDY: Lo que costaba la habitación del hotel.

HAL: ¿Estás diciéndome que te he pagado las habitaciones de hotel que compartías con Howard Nadleman tres veces a la semana durante un año?

SANDY: ¿No te resultaba extraño que yo tuviese el único psiquiatra que no se tomaba vacaciones en agosto?

DAVID: Mira por donde, la vida de ellos ha resultado ser una farsa, no la nuestra.

SHEILA: ¿Una farsa? ¿No es más bien una tragedia?

NORMAN: ¿Por qué una tragedia?

SHEILA: Es una situación lamentable. Dos personas que se han querido durante un tiempo dado, y es evidente que aún se quieren, aunque la excitación inicial del matrimonio va desvaneciéndose …

JENNY: Pero nadie es capaz de mantener la fiebre de esa excitación.

DAVID: Exacto. Nos adaptamos. Sustituimos la pasión sexual por otras cosas, como las experiencias compartidas, los niños o el bestialismo.

HAL: Lo tuyo con Nadleman, ¿continúa?

SANDY: No. ¿Te acuerdas de que hace unos meses tuvo una conmoción cerebral?

HAL: Sí, lo recuerdo, desde entonces no es el mismo. ¿Qué ocurrió?

SANDY: Se le cayó el espejo que había encima de la cama.

HAL: ¡Oh, Dios! ¡Con él sí y conmigo no!

DAVID: Te diré por qué esta situación es una farsa: porque son patéticos. No dan la talla para una tragedia. ¿Qué es él? Un contable. Y ella un ama de casa. N o son ni Hamlet ni Medea.

HAL: ¡Oh, por favor! No tienes que ser un príncipe para sufrir. Ahí fuera hay millones de personas tan atormentadas como Hamlet en todos los aspectos. Son como Hamlet, pero tomando Prozac.

SANDY: Y tan celosas como Medea.

MAX: Por lo tanto, ¿qué conclusión saco? Que todo el mundo tiene sus secretos, sus anhelos, sus deseos, sus apremiantes necesidades. De modo que si la vida tiene que continuar, debemos elegir el perdón.

NORMAN: Y ése es el rumbo que debería tomar nuestra obra. Dejemos que yo me encapriche momentáneamente de su hermana —¡ya ves tú qué cosa!—, así que creo que deberías escribir que Sheila y David también pasaron juntos una noche de pasión. De ese modo, todos nos enteramos de los penosos defectos de los demás y nos perdonamos.

JENNY: Sí. Y el público se ríe de todos nosotros y se evade de sus vidas tristes durante un rato. Y, al final, nos besamos y nos reconciliamos.

MAX: El perdón le da profundidad y humanidad a esta pequeña farsa sexual.

SHEILA: Así es. ¿Quién soy yo para juzgar a los otros y para tirar por la borda años de intimidad y de amor sólo porque mi marido, el dentista, estaba cepillándose a mi hermana?

JENNY: Cambiaremos. Olvidaremos las viejas rencillas. Mientras hay vida, hay esperanza.

SANDY: ¿Qué diferencia hay entre perdonar y barrer todos los problemas debajo de la alfombra?

MAX: Tiene más grandeza. Hace mejor a la persona. El perdón es divino.

JENNY: Puede que sea lo mismo, pero suena mejor.

MAX: Me gusta. Es divertido, es triste y, lo mejor de todo, es comercial. ¡Venga! Vámonos al estudio a terminar el tercer acto, ahora que todo está fresco. Noto que mi bloqueo se disipa. La palabra clave es «comercial», ay, quiero decir, «perdón». La palabra clave es «perdón».

(Se marchan juntos al piso de arriba. Los Maxwell se miran).

HAL: Sandy, no creo que pueda perdonarte.

SANDY: No. Ni yo a ti.

HAL: No sé por qué. Sé que Max Krolian tiene razón… Es un dramaturgo profundo.

SANDY: Resulta fácil perdonar en la ficción. El autor puede manipular la realidad. Y, como bien dices, Krolian conoce su oficio.

HAL: No puedo creerme que hayas tenido una larga aventura con Howard Nadleman. Seguro que lo hizo como venganza por la auditoría que le cayó encima por mi culpa.

SANDY: No tuvo nada que ver contigo. No todo gira a tu alrededor.

HAL: ¿Era yo un marido tan poco romántico?

SANDY: A medida que los años pasaban, dejaste de intentado.

HAL: Me desalenté. También tú empezaste a prestarme poca atención, a verme como un mueble.

SANDY: Todos esos personajes imaginarios pueden reescribirse, sus vidas pueden borrarse y partir de cero. Pero nosotros nos hemos dicho y hecho cosas que nunca podrán borrarse.

HAL: Lo trágico del asunto es que sigo queriéndote.

SANDY: Yo también a ti. Pero no es trágico, es patético.

HAL: Si yo cogiese ese rifle y nos matáramos los dos, podría redimir nuestras infidelidades con un golpe de efecto que tuviera algo de grandeza.

SANDY: Tú no eres de esa clase, Hal. Los contables no se suicidan para redimirse. Por lo general, tan sólo desaparecen para reaparecer en las islas Caimán.

HAL: ¿Qué quieres hacer?

SANDY: ¿Qué podemos hacer? Barrer las circunstancias dolorosas de la relación debajo de la alfombra y llamado perdón o bien divorciamos.

HAL: Sandy, en esta habitación hicimos el amor por primera vez. ¿No podemos empezar de nuevo?

SANDY: Eso de empezar de nuevo funciona mejor en la ficción.

HAL: Pero cualquier vida necesita un poco de ficción. El exceso de realidad resulta demasiado desagradable.

SANDY: Quizás ahora que todo ha salido a la luz… ¿Qué son esos graznidos?

HAl (dirigiéndose a la ventana): Mira cuántos gansos.

SANDY (reuniéndose con él): Dios mío. Cuando vivíamos aquí nunca venían gansos.

HAL: Es un símbolo.

SANDY: ¿De qué?

HAL: De un nuevo comienzo… Hay gansos donde nunca antes los hubo. Hoy ha sido un día lleno de símbolos, lleno de escritura, de personajes, de literatura. El poeta que late debajo del pecho de este contable ha salido a la superficie y ha ayudado a Max Krolian a concebir un final amable para su obra. Sólo quedamos pendientes tú y yo, indecisos y confusos. Esperábamos alguna señal, algún indicio, para revivir la música en nuestra relación y, entonces, hemos oído el graznido de los gansos.

SANDY: Y tú lo interpretas como un símbolo.

HAL: Sandy, ¿no te das cuenta? ¿No ves lo que intentan decimos? ¿No sabes nada de gansos? Los gansos se aparean con la misma pareja de por vida.

SANDY: ¿Cometen infidelidades los gansos?

HAL: Si las cometen, saben cómo resolverlas. Todo está en los designios de la naturaleza.

SANDY: ¿Será verdad que mi marido es un poeta atrapado en el cuerpo de un contable?

(Sonidos de graznidos de gansos y sube la música. Se besan y se apagan las luces).