Unas palabras acerca de la Theodore Roosevelt
El puente es el centro neurálgico de la nave. Pero está tan automatizado, y es tan fácil comunicarse con él desde cualquier rincón, que el oficial al mando no tiene por qué encontrarse allí en persona. Todas las comunicaciones llegan primero al puente, pero luego se transmiten desde allí a cualquier otra parte de la nave.
Las comunicaciones internas pueden consistir tan sólo en una transmisión de audio, pero lo más probable es que también sean holográficas y que la imagen tridimensional del hablante acompañe a la voz.
Tiene un comedor con espacio para un máximo de veinte tripulantes. Dado que la nave transporta a menos de sesenta personas y éstas se dividen en tres turnos, no se necesita una sala más grande. La cocina está equipada para preparar platos, tanto para humanos, como para no humanos.
La sección de Artillería está dotada de diez cañones energéticos (que disparan poderosos haces de energía) y unos pocos láseres. El trabajo de los artilleros se reduce al mantenimiento de las máquinas. En combate, son los ordenadores quienes se encargan de apuntar. Cuenta con una enfermería, demasiado pequeña para una unidad militar, y dividida en secciones para humanos y no humanos.
Tiene dos pequeños laboratorios científicos. Al tratarse de una nave de guerra, y no de exploración, apenas si se ve actividad en ellos, salvo la que está directamente relacionada con la guerra o con el enemigo.
También hay un salón para oficiales. Es pequeño, y no resulta nada extraño encontrar allí al oficial encargado del puente en los ratos en los que no sucede nada importante. Se economizó mucho con el espacio. No hay gimnasio, ni sauna, ni sala de juegos, ni de ocio, ni biblioteca. (En realidad, sí hay una biblioteca, pero está almacenada en el ordenador principal de la nave y funciona únicamente por medios electrónicos. Todos los tripulantes tienen acceso a la totalidad de los libros de la biblioteca mediante sus respectivos ordenadores personales.) También existe una pequeña sala para ejercicio físico.
Los camarotes de la tripulación se hallan en tres niveles distintos, dos de ellos diseñados para los humanos y uno para los no humanos. Todos los camarotes, incluso los de los oficiales, son pequeños.
No hay escaleras, pero sí cinco aeroascensores distribuidos por la nave. El más cercano a la enfermería es lo bastante grande como para acomodar a un paciente en un aerotrineo. La nave no cuenta con sala de máquinas, o, mejor dicho, con una sala de máquinas convencional. Sí que hay un área protegida por un grueso blindaje de plomo donde se aloja el motor, pero los tripulantes no trabajan en ella. En la nave viaja un ingeniero de grado superior, y se le requiere tan sólo en las rarísimas ocasiones en las que el muy eficaz mecanismo impulsor sufre alguna avería. Dado que la nave consume combustible nuclear, cualquier lapso de tiempo que se pueda pasar en el área del motor conlleva peligro de muerte. Únicamente se permite la entrada al ingeniero superior y a los oficiales de alto rango.
La nave contiene un jardín hidropónico, que contribuye a la producción de oxígeno y transporta suministros de oxígeno comprimido. Pero, dado que puede entrar en atmósferas planetarias sin abrasarse, lo habitual es que cada pocas semanas se detenga en un planeta amistoso provisto de oxígeno y reponga aire y agua.
La gravedad es artificial y está regulada para que se ajuste al Estándar Terrestre. La composición del aire, la gravedad y la temperatura de cada uno de los camarotes pueden variar de acuerdo con las necesidades de su ocupante.
Como en el espacio no hay día ni noche —o, por decirlo de otra manera, la noche es eterna—, la Teddy R. divide su tiempo en días convencionales de veinticuatro horas. Aunque en una famosa serie de televisión se vea lo contrario, sería una imprudencia poner a trabajar al mismo tiempo al capitán, el primer oficial, el segundo oficial, el oficial de la sección de Artillería y a todos los otros oficiales de rango superior. ¿Y si la nave fuera atacada mientras todos ellos duermen y el oficial al mando fuera un teniente sin experiencia? Por ello, el capitán se hace siempre cargo de uno de los turnos, el primer oficial de otro, y el segundo oficial de un tercero. Eso no quiere decir que no vayan a despertar al capitán cuando se presente una emergencia; pero, de todas maneras, lo más práctico es tener a todas horas del día a un oficial de alto rango al frente de la nave.
La Teddy R. es una nave antigua y la habrían retirado si la República no estuviera en guerra, pero todavía funciona, y tiene lo necesario para viajar a varias veces la velocidad de la luz, disparar armas formidables con extraordinaria precisión y defenderse de un navío de su misma categoría (pero no de las naves de combate y destructores más modernos y poderosos).