Lo que sigue es solo una lista parcial de las personas a las que deseo dar las gracias. Desgraciadamente, para incluir a todos los queridos amigos, familiares y colegas que me han animado a lo largo de los años haría falta un capítulo adicional.
Quiero agradecer a Susan Amey por haber llevado a clase aquel pequeño artículo extraído de un periódico (y, en consecuencia, haber provocado que todo esto se pusiera en marcha). Deseo dar las gracias a Joanna Steinman y Victoria King por su aliento y estímulo, y especialmente a mi hermano David, por sus esfuerzos constantes, su ojo crítico y su incansable sentido del humor.
Tengo una deuda de gratitud con mi maravillosa agente, Liv Blumer, por sus consejos, su paciencia y por incitarme a lo largo de este viaje asombroso. También debo dar las gracias a Susan Sandler por su sabiduría literaria y su inagotable optimismo cuando se apoderaba de mí el desaliento. Quiero asimismo agradecer a mi editora y amiga de Warner Books, Caryn Karmatz Rudy, por su actitud amable pero firme, su visión y su sorprendente serenidad.
Deseo dar las gracias a mi esposa, Dorothy, por sus días de diligente correctora y sus meses de aliento y buen humor. Finalmente, a ella y a nuestros hijos, Matthew y Daniel, he de agradecerles tantos años de fe, que hayan llegado a mi vida y que sean exactamente como son.