Sección 2

[1] La más provocativa explicación llegaría tres milenios más tarde con Moisés y el monoteísmo (1938), una erudita pesquisa de Freud. Moisés habría sido un noble egipcio fiel a su Faraón, que emigró hacia el este con otros egipcios y un grupo de esclavos judíos. <<

[2] Se llama a sí mismo «jefe del ejército» (Josué 5:14), y en la oda triunfal de la profetisa Débora —que quizá sea el más antiguo texto bíblico— «su avance hace temblar la tierra y estremece a los cielos» (Jueces 5:4). <<

[3] Vertido normalmente como Yahvé y Jehová. Cuando pronunciaban su nombre los israelitas le llamaban Elohim («ser divino») y Adonai («mi señor»). El acrónimo YHWH aparece unas seis mil veces en la Biblia hebrea; cf. Bloom 2006, p. 133. <<

[4] Génesis, 17:10. Las inmolaciones obedecen siempre al propósito de frenar un castigo, como aclara Levítico, que es el libro bíblico centrado en la «regularidad» y «pureza» de las inmolaciones. «El sacerdote recibirá del pueblo dos chivos para el sacrificio por el pecado y añadirá un carnero para el holocausto. Tras sacrificar a un toro por su propio pecado, y verificado el rito de expiación para sí y para su familia, sacará a suertes cuál de los dos chivos atribuye a YHWH y cuál al demonio del desierto» (16:5-9). <<

[5] Isaías 1:21. <<

[6] Amós 3:2. El original dice «conocer», en el sentido en que el esposo «conoce» a la esposa, por ayuntamiento. Sobre el posible factor femenino en la tradición yahvista, cf. Bloom 1995. <<

[7] Spinoza explica que «quien ama a Dios no puede esforzarse en ser amado por él, pues desearía entonces que Dios no fuese Dios» (Ética V, Prop. XIX). <<

[8] Deuteronomio 7: 2-7. <<

[9] Génesis 41:39. <<

[10] Proverbios 3:17. <<

[11] Isaías 29:14. <<

[12] Fenicia es otro nombre para la «tierra de Canaán» que conquistan los caudillos israelitas arcaicos, y un territorio donde sin duda echaron raíces antes de ser desplazados políticamente por otros reinos. <<

[13] Cf. Johnson 1988, p. 86. <<

[14] Nehemías 4:7. <<

[15] Josefo, Contra Ap. 1:37. <<

[16] Los cinco libros llamados también Pentateuco (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio). <<

[17] Malaquías 4:4. <<

[18] Mateo 23:31. <<

[19] Lucas 11:46. <<

[20] Renan 1967, p. 178. <<

[21] Ibíd. <<

[22] Deutero-Isaías 42:22. <<

[23] Ibíd. 3:2 <<

[24]Amós 6:1. <<

[25] Johnson 1988, p. 155. <<

[26] Digo «antiguo» porque incluye la libertad personal de domicilio, oficio y culto, pero no la de nombrar y deponer gobernantes, ni la de elegir el tipo de constitución política. <<

[27] El cilindro se conserva en el British Museum, y ha sido traducido a todas las lenguas por Naciones Unidas. <<

[28] Deuteronomio, 15:12-13. <<

[29] Éxodo, 21:27. <<

[30] Ibíd., 21:20. El pasaje no precisa cuál. <<

[31] Como las enajenaciones derivaban de compraventas, y recobrar un inmueble suponía devolver su contrapartida (en ganado u otros bienes) —cosa normalmente indeseable para ambas partes—, el precepto no parece haberse puesto en práctica. Cf. Fetscher 1977, p. 17. <<

[32] Deuteronomio 23: 20-23. <<

[33] Levítico 19:15-18. <<

[34] Deut. 15: 6. <<

[35] Quizá del arameo maccaba («martillo»). Como Simón, Juan y Eleazar, Judas y Jonatán eran hijos del pontífice Matatías, que inicia la guerra contra Antioco IV degollando a un judío prohelénico y a un funcionario real; cf. Macabeos I, 1:23-25. <<

[36] En 96 a. C., por ejemplo, degüella a unos seis mil fariseos en Jerusalem. La fuente principal —y casi única— sobre el periodo asmoneo es el Libro XIII de las Antigüedades judías de Josefo. <<

[37] Cf. Josefo, Las guerras judías I, 1-3. <<

[38] Mischná, «Sanedrín», XI, 1; Talmud de Babilonia 82b y 83a. <<

[39] Gibbon 1984, vol. I, p. 339. <<

[40] Eclesiastés 3:16. <<

[41] Deuteronomio establece ya que «los sacerdotes levitas no tendrán parte ni herencia de Israel; vivirán alimentados por los sacrificios a YHWH y su patrimonio particular» (18:1). <<

[42] Shahak 2002, p. 127. Como comprobaremos, en el siglo XVI esta explicación —defendida inicialmente por la escuela de Salamanca (Molina, Azpilicueta, Báñez, Soto)— será la alegada para justificar que Europa deje atrás el derecho canónico y sus restricciones a la «usura». <<

[43] Mommsen 1998, vol. IV, p. 558. <<

[44] Cf. Johnson 1988, p. 112. <<

[45] Cf. Rostovtzeff 1998, vol. II, p. 597. <<

[46] Identificándolo con el Bien platónico, Filón concibe el Theos como libertad derramada sobre el mundo en forma de don (járis, «gracia»), una idea que adopta sin modificaciones san Pablo. Lutero opondrá esa gracia a la venta papal de indulgencias, y Calvino acabará reinterpretándola como fundamento de la predestinación. <<

[47] Su descripción se contiene en dos opúsculos: Cualquier hombre bueno es libre y Defensa de los judíos. <<

[48] Cf. Rostovtzeff 1998, vol. II, p. 596-600. <<

[49] Levítico I, 3:5. <<

[50] Aquella ofrenda legendaria supuso «veinte mil bueyes y ciento veinte mil cabras», o al menos eso afirma Reyes I, 8:63. <<

[51] Marco Agripa, por ejemplo, el gran general de Augusto —que es también un buen amigo de Herodes— ofrece el año 15 una piadosa ekatombé (100 reses). <<

[52] Cf. Johnson 1988, p. 117. <<

[53] Isaías 45:1. <<

[54] Cohn 1995, p. 221. <<

[55] Ibíd., p. 231. <<

[56] El Libro de Daniel, por ejemplo, rechazado por el judaísmo y capital para la secta de Juan Bautista y Jesús, alega haber sido redactado en 600 a. C. aunque no sea anterior a 170 a. C. Un desfase parejo se observa en los capítulos 40-66 de Isaías (conocidos como Deutero-Isaías), que anticipan una destrucción de Babilonia ya pretérita. La profecía a posteriori informa también Enoch I y el Libro de los jubileos, precedentes directos del Apocalipsis neotestamentario. <<

[57] Apocalipsis 20:3. <<

[58] En la Grecia arcaica, por ejemplo, los chivos expiatorios se llamaban pharmakoi («remedios») y eran personas sacrificadas con ocasión de alguna plaga u otra calamidad, a fin de que absorbiesen ese mal como una esponja absorbe los restos de una mesa; para un análisis más amplio, cf. Escohotado 1998, p. 44-46. <<

[59] Tácito supone que «odian a la Humanidad» (Anales XV, 44). <<

[60] Harnack 1959, p. 32. <<

[61] Tácito, Anales XV, 44. <<

[62] El primero será el arcaico Fíneas, que asesina a un compatriota y a una mujer moabita por violar la endogamia mosaica, exhibiendo según YHWH «mi misma ira celosa» (Números 25:11). <<

[63] «Yo YHWH, tu Dios, soy un fuego devorador, un Dios celoso» (Deuteronomio 4: 24). «Soy un Dios celoso, que castiga las faltas de los padres en sus hijos, nietos y biznietos» (Éxodo 20: 5). <<

[64] «¿Podría este ser omnipotente realizar algo inmune a su posterior interferencia? Si no pudiese variar esa obra dejaría de ser omnipotente, pero también dejaría de serlo si pudiese»; Mises 1995, p. 84. <<

[65] De praescrip. 7, 1. Hijo de un centurión, Tertuliano se convirtió al catolicismo en la cincuentena, diciendo que «los cristianos se hacen, no nacen» (Apologeticum, XIII). Militó nueve años en la secta católica, pasó luego a la de Montano y acabó fundando una propia. A partir de él la antigua capital cartaginesa —como resarciéndose intelectualmente de haber sido demolida por los romanos—, pasa a ser el centro de la dogmática cristiana con una línea directa que lleva desde él a san Cipriano y luego a san Agustín, obispos sucesivos de la diócesis. <<

[1] Shahak 2002, p. 122. <<

[2] Humano y sobrehumano, el ejército descrito por el Rollo de la Guerra comprende veintiocho mil infantes y seis mil caballeros, reforzados por gran número de ángeles; cf. Eliade, 1983, vol. II, p. 344. <<

[3] Este infatigable constructor, que reina como vasallo de Roma desde 37 a. C., es un idumeo —uno de los pueblos obligados a circuncidarse tras las conquistas de los asmoneos— y nunca será aceptado de buena gana como rey. <<

[4] Cf. Josefo I, 7, 252-274. <<

[5] I Macabeos 1:11. <<

[6] Suetonio, Vit. Vesp., IV, 5. Al parecer, Cestio Galo proyectaba una marcha triunfal y siguió avanzando ante una resistencia aparentemente difusa. Cuando percibió la trampa quiso retroceder, pero pagó su temeridad con una catastrófica desbandada. <<

[7] Cf. Jewish Enciclopedia, voz «Lukuas». <<

[8] Gibbon 1984, vol. I, p. 607, n. 1. <<

[9] Por ejemplo, construyendo una vasta red de túneles para ocultar combatientes y pertrechos. <<

[10] Dión Casio, 69, 4. La cifra quizá no sea exagerada. <<

[11] Eclesiástico 36:7. <<

[12] Josefo, Ant. jud. 19:286. <<

[13] Véase antes, p. 61. <<

[14] Abot III 15. <<

[15] Cf. Jewish Encyclopaedia, voz «Kokhba». <<

[16] Del hebreo perush: «separar». <<

[17] Cuyo nombre deriva de Sadoc, el sumo sacerdote que ungió a Salomón. <<

[18] Josefo, Guerras 2, 7. <<

[19] Weber 1988, vol. III, p. 452. <<

[20] Cf. Mateo 23:15-33. <<

[21] Lucas, 11:39-42. <<

[22] Nombre derivado quizá del hebreo asaya («médico»). Filón les menciona a veces como secta de los «terapeutai». <<

[23] K. Kohler, Jewish Encyc., voz «Essenes». <<

[24] Uno de sus textos afirma que «que la carne resucitará y se hará inmortal como el alma, entrando en un lugar de aire perfumado y luz radiante, donde reposarán para siempre»; cf. Kohler, ibíd. <<

[25] Filón, Cualquier hombre bueno es libre, 75-91. <<

[26] Josefo, Guerras 2, 7. <<

[27] Es la Regla de la comunidad, encontrada en la gruta 4. Cf. Starky 2000, p. 143. <<

[28] Josefo, Guerras 2, 120-121. <<

[29] Ibíd. 2, 7. <<

[30] Sotah III 4. <<

[31] Josefo 2, 122-123. <<

[32] Ibíd., 2, 7. <<

[33] En los Himnos de la gruta 1, y en fragmentos como 4Q525. Cf. Puech 2000, p. 160-161. <<

[34] Cf. Kohler, Jewish Encycl. <<

[35] Ibíd. <<

[36] El término hebreo tiene como sinónimo «oprimidos»; cf. Dictionary of Christian Biography and Literature, voz «ebionism». <<

[37] Lucas 3:7. <<

[38] Ibíd. 3:11. <<

[39] «Los discípulos de Juan ayunan frecuentemente y oran, lo mismo hacen los discípulos de los fariseos, mientras los tuyos comen y beben». (Marcos 2:18-22). Jesús opone a ello que «el vino nuevo pide odres nuevos» (Ibíd., 2:22). <<

[40] Sin perjuicio de que quizá fuese célibe, Jesús aparece rodeado siempre por seguidoras entre las cuales destaca una ramera como María Magdalena, a quien defiende con gallardía. <<

[41] Troeltsch 1992, vol. I, p. 59. Su fuente para afirmarlo es Harnack 1907. <<

[42] Lucas 6:24. <<

[43] Epístola 4: 13-16; 5: 1-6. <<

[44] Apocalipsis 18: 3, 15, 19, 23. <<

[45] Ibíd, 18:15. <<

[46] El inconcluso aunque gigantesco tratado del jesuita Denys Pétau o Petavius (Dogmata theologica, 1652) y los equivalentes algo más breves de I. de Beausobre (Histoire critique du manichéisme, 1739) y J. L. Mosheim (De rebus christianorum ante Constantinum, 1753). Gibbon no puso en cuestión el retrato que estos autores ofrecen de la secta ebionita, donde se soslaya su compromiso anticomercial. La gran historia moderna del dogma es obra del luterano A. Harnack —que edita sus siete volúmenes entre 1894 y 1898—, y allí leemos que «las diferencias de los ebionitas con la Iglesia dominante no se debieron a ‹doctrina› sino a sus principios sociales» (Harnack 1959, p. 76). En otro texto aludirá a ellos como «quienes denuncian la dependencia del Trabajo con respecto al Capital», añadiendo que «no están totalmente equivocados, pero tampoco están en lo cierto»; Harnack 1907, p. 6-7. <<

[47] O mejor «nazorenos», que en arameo significa seguidores del nazor («salvador»). Cf. Minouni 2000, p. 299. <<

[48] Contra Celso, II, 1. <<

[49] «Ebionita era el nombre común para todos los cristianos» (Epifanio, Adv. haer. XXIX, 1). Todavía en el siglo IV, Jerónimo (Ep. ad Aug, 112,3) escribe: «¿Qué diría de los ebionitas que alegan ser cristianos? Esta secta existe hasta hoy en todas las sinagogas de los judíos, aunque los fariseos la maldigan y el pueblo llame ‘nazarenos’ a sus fieles»; cf. Harnack 1972, p. 251. <<

[50] Gibbon 1984, vol. I. p. 343. <<

[51] Minucio Félix, Octav. 36. <<

[52] Desde Gibbon dicha simplificación condiciona a sabios como Weber, Troeltsch y Cohn, llevándoles a omitir el movimiento ebionita al analizar lo que ellos mismos llaman comunismo evangélico, comunismo del amor y comunismo apocalíptico respectivamente. <<

[53] También deifican a Jesús las sectas gnósticas, para las cuales es un ser exclusivamente «celeste», cuyo fantasma etéreo sólo «pareció» morir y resucitar; cf. Gibbon 1984, vol. II, p. 20. <<

[54] El Libro de Elcasai, canónico para los elcasaítas o paulicianos, la secta donde se educará el fundador del maniqueísmo, Mani. Una tradición cuenta que san Juan —autor del Evangelio más tardío— evitó encontrarse con el ebionita Cerinto de Asia, aunque éste había propuesto una tesis conciliatoria para judeocristianos y grecocristianos. Concretamente, creer que Jesús fue humano hasta recibir el bautismo, y que pasó a ser divino desde entonces; cf. Gibbon 1984, vol. III, 294-295. <<

[55] «Bautistas cotidianos», que practican ese rito todos los días. <<

[56] Renan 1967, p. 194. <<

[57] Marcos 11: 17; Mateo 21:13; Lucas 19: 46. <<

[58] Juan 2: 14-16. <<

[59] Eso ayuda a entender que las grandes historias del dogma (véase la nota 94) desvinculen al ebionita —y al maniqueo, su principal heredero— del comunismo, presentándole como un disidente sólo teológico. En otro caso el rigor colectivista de ambas sectas podría alegarse como prueba de una fidelidad mayor a Juan, Jesús y Santiago, sus específicos profetas. <<

[60] «Jesús no organizó una Iglesia […] y esa es una de las principales diferencias entre su predicación y la de los esenios […] Es también la razón de que el pensamiento sociológico del Evangelio haya sido capaz de reaccionar contra la tiranía eclesiástica una y otra vez» (Troeltsch 1992, vol. I, p. 58). <<

[61] Harnack 1959, p. 17. <<

[62] Epístola de Santiago 4: 4. <<

[63] Lucas, 1:53. <<

[64] Mateo, 6: 24. <<

[65] Ibíd., 19:24. <<

[66] Tertuliano, en Gibbon 1984, vol. I. p. 353. <<

[67] Lucas 6, 20-25. <<

[68] Mateo 5: 3-7. <<

[69] Isaías 25:8. <<

[70] Lucas 13:12-15. <<

[71] Proverbios 22:29. <<

[72] Ibíd., 11:1. <<

[73] Levítico 19:15. <<

[74] Amós, 9:13. También se considera que «en breve» ocurrirán otros grandes cambios: «Tanto los leones como los bueyes comerán heno, jugará el niño pequeño junto al nido de la víbora, y el recién destetado pondrá su mano [sin riesgo] en la gruta del basilisco» (Isaías, 11: 8-9). <<

[75] Mateo 6: 31-34. <<

[76] Ibíd. 20: 8-16. <<

[77] Lucas 12:33. <<

[78] Lucas 12:51-53. <<

[79] Mateo 10:34. <<

[80] Anales XV, 45. <<

[81] Carta 10, 2, 5. <<

[82] Ezequiel 16:3. Se está refiriendo a Abraham y Sara. <<

[83] Juan 1:14. Encabezando una fugaz reviviscencia del paganismo, el emperador Juliano observará en 362: «Ni Pablo ni Mateo ni Lucas ni Marcos se atrevieron a decir que Jesús era dios. Fue Juan, quien al oír que las tumbas de Pedro y Pablo eran adoradas secretamente, se atrevió a hacerlo […] Llamándolo logos, con suma prudencia y suavidad, a escondidas, introdujo el colofón de la impiedad» (Contra los galileos, 327a y 333c). <<

[84] Juan 1,1. <<

[85] Harnack. 1907, p 5. ss. <<

[1] Eliade 1983, vol II, p. 274. <<

[2] Troeltsch 1992, vol. I, p. 58. <<

[3] Bloom 2006, p. 34. <<

[4] También podría ser cierto que Jesús —sin perjuicio de pertenecer al estamento artesanal— descendiera de un linaje davídico, título privilegiado para aspirar al estatuto de rey-mesías. Desde el profeta Daniel, y más aún en los años inmediatamente previos a su nacimiento, un desasosiego manifiesto en brotes de insurrección se une a rumores sobre la llegada de un nuevo David. Eso explica, por supuesto sin justificarla, la matanza de niños decretada por Herodes el Grande en Galilea, el territorio levantisco por excelencia. <<

[5] Anales XV, 44. <<

[6] Contra los galileos, 333b. <<

[7] Lucas 19:47, Marcos 11:53. <<

[8] Lucas 19:45-46. <<

[9] Ibíd. 20:7. <<

[10] Fundamentalmente, comenta el tributo debido al César, la resurrección de los muertos, la maldad de los fariseos, la futura ruina de Jerusalem y la venida del Hijo del Hombre. <<

[11] Ibíd., 22:36. Allí mismo añade: «Porque la Escritura dice:‹Se le contará entre los forajidos›». <<

[12] El consejo de notables o Sanedrín, donde están representados la nobleza («ancianos»), los saduceos («sumos sacerdotes») y los fariseos («escribas»). El Sanedrín decide acusarle de «blasfemia» cuando Jesús se identifica como el Mesías anunciado, «Hijo del Ungido». Cf. Marcos 14:53 y 14: 60-65. <<

[13] Juan 19:12. <<

[14] La expresión aparece 5 veces en los evangelios de Mateo y Lucas, 6 en el de Marcos y 71 en el de Juan; cf. Johnson 1988, p. 145. <<

[15] Para una argumentación en contrario, sostenida por un teólogo católico, cf. Lemonon 1987, p. 74-97. <<

[16] A juzgar por el episodio donde san Pedro le corta la oreja a uno de los agentes policiales con su sica (Juan 18:10). <<

[17] Josué tomó Jericó, y es célebre por pedir a YHWH que detuviera el Sol para poder exterminar a todos los derrotados en una batalla. <<

[18] Bloom 2006, p. 35. <<

[19] Cf. Johnson 1988, p. 146-147. <<

[20] Cf. Shahak 2002, p. 125. <<

[21] Algo análogo se observa con la prohibición de ordeñar, que permite aliviar la presión de las ubres y «nada más». Entre los ortodoxos del Israel actual, cuando alguien lo hace en sábado suele toparse con un cubo dejado bajo cada ubre por el trabajador del viernes, y de un modo no malicioso, puramente automático, acaba llevándolo a algún lugar fresco donde su fermentación esté controlada. Si esto último se hiciese de modo consciente violaría la Ley. Cf. Shahak 2002, p. 122-124. <<

[22] Yer. Shabbat 3d. <<

[23] Horayot 3, 7-8. <<

[24] El primero en argumentarlo fue el padre Mariana, en el libro IX de su monumental Historia de España (1601). <<

[25] Cf. Gibbon 1984, vol. III, p. 518. <<

[26] Hechos de los apóstoles, 3:15. Es el primer discurso de san Pedro a «los hombres de Israel» en Jerusalem. A principios del siglo III san Hipólito considera a los judíos «avergonzados por haber matado con sus manos al Dios que vino» (Refut. haer. 9, 25). <<

[27] En Amiano XX, 5, 7. <<

[28] Es la tesis de Troeltsch. Hegel lo piensa siendo todavía muy joven, en textos que dejó inéditos como El espíritu del cristianismo y su destino, y la Vida de Jesús. <<

[29] Padres de la Iglesia como san Ambrosio y san Jerónimo, por ejemplo, llaman «escritores eclesiásticos» a estoicos paganos como Séneca y Epicteto. <<

[30] Amiano Ann. XXI, 5, 3. <<

[31] Gibbon 1984, vol. I, p. 421. <<

[32] Pablo, Epístola a los romanos, 7:14-24. <<

[33] Epístola a los gálatas, 5:17. <<

[34] La palabra «cristiano» —mesías en griego (jristos) con una desinencia latina— aparece en esa ciudad, y se exporta desde allí. <<

[35] Hechos de los apóstoles 2:44. «No había entre ellos indigentes, pues cuantos eran dueños de haciendas o casas las vendían y llevaban el precio de lo vendido, y lo depositaban a los pies de los apóstoles, y a cada uno se le repartía según su necesidad» (Ibíd., 4:32-33). <<

[36] Harnack 1972, p. 12-13. <<

[37] Epístola de Santiago, 2:6. <<

[38] Hechos. 5: 1-11. <<

[39] Dirige la primera purga en Jerusalem, «devastando a la Iglesia cuando iba de casa en casa, deteniendo a hombres y mujeres» (Hechos 8:3). <<

[40] Ibíd. 9:15. <<

[41] Fundamentalmente, el hebraísmo en buena medida elemental que informa los evangelios «sinópticos» (Marcos, Mateo, Lucas) y la teología platónica-gnóstica-zoroástrica de Filón, que inspira el evangelio de Juan, así como la Epístola joánica y el Apocalipsis. <<

[42] En su segunda carta a la comunidad de Tesalónica advierte: «No dejéis que vuestro espíritu se agite demasiado deprisa y se alarme con palabras proféticas […] orientadas a pensar que el Día del Señor ha llegado» (2:2). <<

[43] Ibíd. 2:8-10. <<

[44] Epístola a Timoteo 6:1. <<

[45] Epístola. a los corintios 7:20-23. <<

[46] Epístola a los efesios, 6:5-7. Su respeto por la institución del señorío le lleva a convencer a cierto esclavo huido —el converso Onésimo— para que vuelva a su amo, cuando la ley mosaica no impone tal cosa e incluso prohíbe molestar al siervo de otro; cf. Epístola a Filemón 1:8-15. <<

[47] Para eliminar el rumor de que él mismo había provocado el incendio, Nerón «buscó unos culpables y castigó con las penas más refinadas a unos a quienes el vulgo odiaba por sus maldades y llamaba cristianos […] En primer lugar fueron apresados los que confesaban, y luego —delatada por ellos— fue condenada una enorme multitud, acusada no tanto del incendio como de odio al género humano […] Nerón había ofrecido sus jardines para que pereciesen despedazados por perros tras cubrirles con pieles de fieras, clavados en cruces y prendidos cuando faltaba la luz del día para que sirviesen de iluminación nocturna» (Tácito, An. XV, 44). <<

[48] Harnac 1905, p. 19. <<

[49] Romanos, 13:1-3. <<

[50] Cf. Troeltsch 1992, vol. I, p. 124. <<

[51] Ibíd, p. 123-124. <<

[52] Tomo ambas referencias de Troeltsch, p. 120. <<

[53] Es el caso, entre otros, de Luciano de Samosata (De morte peregrini, 13) y el propio emperador Juliano (Epístola 49), testigos de que la caridad cristiana se aplica también al no cristiano. <<

[54] Orígenes le responderá que «cuando todos los hombres se hayan convertido en cristianos hasta los bárbaros se sentirán inclinados a la paz» (Adv. Cel. I, 3). <<

[55] Troeltsch 1992, vol. I, p. 120. <<

[56] Orígenes, un hijo de mártir que es el primero en formular el misterio de la Trinidad, demuestra su celo anticarnal con una apocatástasis o automutilación siendo ya adulto. No ha dado ese paso sin sopesar el consejo de Jesús: «Así como algunos son incapaces de casarse porque nacieron eunucos, o fueron castrados después, hay quienes renuncian al matrimonio por el reino de los cielos» (Mateo 19:12). <<

[57] De él provienen expresiones inmortales, como que «la Iglesia es la Esposa pura de Cristo», y que «no tendrá a Dios por Padre quien no tenga a la Iglesia por Madre». <<

[58] Gibbon 1984, vol. I, p. 39. <<

[59] Cf. Gil 1985, p. 248-249. <<

[60] Diocleciano, en Cameron 2001, p. 38. <<

[61] Lactancio, Sobre las muertes de los perseguidores 7, 5-7. <<

[62] La Exposición de Motivos empieza diciendo: «Los dioses inmortales, en su providencia, se han dignado disponer que lo bueno y verdadero quedara aprobado en su totalidad por el consejo de muchos hombres buenos, egregios y sapientísimos, verdades a las cuales no es lícito oponerse». <<

[63] Cf. Eusebio, Hist. eccl. VIII, 2, 4. <<

[64] Véase más adelante, capítulos XIV y XV. <<

[65] Cf. electricscotland.com/history/celts/celts6s. <<

[1] Newton 1987, p. 619-20. Minúscula en el original (deus). <<

[2] En Lactancio, De mort. pers., 28. <<

[3] Eusebio, Hist. eccl. X, 7, 2. <<

[4] Cf. Gibbon 1984, vol. I, p. 462. El segundo de los asesinatos parece haber sido recomendado por su madre, santa Elena. <<

[5] Eusebio X, 7, 6. <<

[6] Según el panegirista Nazario; cf. Cameron 2001, p. 145. <<

[7] Durante gran parte de su reinado acuñó moneda con el anverso «Sol Deus Invictus», y nunca dejó de mezclar a ese astro con el Dios de Jesús; cf. Cath. Encyc., «Constantine the Great». Su sobrino Juliano lo llamará «alma de Helios» (Adv. gal., 69c). <<

[8] Constantino, en Gibbon 1984, vol. II, p. 29. <<

[9] Véase antes, p. 95-96. <<

[10] Discípulo del ebionita Pablo de Samosata (200-275), obispo de Antioquía.; cf. Harnack 1959, p. 173. <<

[11] En su epístola a Eusebio de Nicomedia, prácticamente lo único conservado de su obra; cf. Cath. Encyc., voz «Arianism». <<

[12] Atanasio, en Harnack 1959, p. 248. <<

[13] La Confesión de Nicea establece: «Creemos en un solo Dios, el Padre que todo lo gobierna, creador de todo lo visible e invisible. Y en un solo señor Jesucristo, Hijo de Dios, engendrado por el padre y unigénito […] Y creemos en el Espíritu Santo». A los misterios del nacimiento virginal, la redención y la resurrección se añade el de un Dios uno y triple. <<

[14] Mateo 8:20; 24:27-30; 26:24; 26:64. Marcos 13:26. Lucas 12:25-27. <<

[15] Sócrates Escolástico, Hist. eccl., I, 38. <<

[16] Consúltese, por ejemplo, la página earlychurch.org.uk/arianism. <<

[17] Cf. Gibbon 1984, vol. II, p. 49. <<

[18] Cf. Cameron 2001, p. 127. <<

[19] Zósimo, Historia nueva II, 38. <<

[20] Véase antes, p. 53. <<

[21] Codex Theodosianus XIV, 8.2. <<

[22] Codex Theodosianus, VI, 262. <<

[23] «Hombre digno de ser contado verdaderamente entre los espíritus heroicos, distinguido por el brillo de sus hechos y su innata majestad», dice de él Amiano (XXV, 4, 1). <<

[24] Sólo es seguro que Sapor, el monarca parto, no pagó a ninguno de los suyos la recompensa prometida por matarle; cf. Libanio, Orat., XIII; y Amiano XVI, 6. <<

[25] A pesar de que murió a los 32 años, y los últimos siete apenas tuvo momento para escribir, sus obras literarias ocupan centenares de páginas (en la edición de J. Bidez, dos volúmenes). Junto con su preceptor Libanio, y algunos eruditos cristianos, fue sin duda uno de los hombres más instruidos de su época. <<

[26] Carta 114, a los ciudadanos de Bosra. <<

[27] Amiano XXV, 4, 20. <<

[28] Gibbon 1984, vol. II, p. 97. <<

[29] El propio Amiano Marcelino, que sirvió a sus órdenes como oficial y le venera, no vacila en considerarlo una manifestación de intolerancia (XX, 10, 7). <<

[30] Situado a unos ocho kilómetros de la ciudad. <<

[31] Juliano, en Gibbon 1984, vol. II, p. 103. No he podido confirmar la exactitud de esta referencia en la edición de Bidez. Sugiero, pues, que —sin dejar de ser veraz por lo que respecta al fondo— la expresión textual debe atribuirse al historiador escocés. <<

[32] Carta 115 a los ciudadanos del lugar. <<

[33] Gregorio Nacianceno, Orat. III, 88-91. <<

[34] En su copiosa correspondencia, por ejemplo, se imponen varios o muchos párrafos sobre algún episodio mitológico cogido al vuelo antes de llegar al asunto, que con monótona reiteración acaba siendo un «escríbenos más frecuentemente». <<

[35] «La tarea del Emperador consistía en traer leña, soplar el fuego, empuñar la cuchilla y matar a la víctima, metiendo las manos en el animal agonizante para extraerle el corazón o el hígado mientras leía, con la maestría del adivino, las señales de los acontecimientos venideros»; Gibbon, vol. II, p. 88. <<

[36] Amiano XXV, 4, 17. <<

[37] Por ejemplo, Amiano cuenta que prometió respetar la vida del gobernador de una ciudad persa si rendía la plaza, aunque lo quemó vivo al día siguiente con el pretexto de que se había dirigido sin respeto a uno de sus generales. <<

[38] XXII, 14, 1. <<

[39] «Sacrificaba sin duelo víctimas innumerables, tantas que se pudiera creer que si hubiese vuelto de Persia iban a faltar los bueyes» (Amiano XXV, 4, 17). <<

[40] Ibíd, p. 153. <<

[41] Dámaso I (304-384) quiso zanjar disputas ulteriores definiendo la ortodoxia como «doctrinas proclamadas por el obispo de Roma». <<

[42] Amiano XXVII, 3, 4. <<

[43] Ibíd, XVIII, 1, 6. <<

[44] Ibíd. XIV, 5, 3. <<

[45] Cf. Gil 1985, p. 92-93. <<

[46] Cf. Gibbon 1984, vol. II, p. 272. <<

[47] Amiano XX, 16, 2. <<

[48] La claque —un grupo homogéneo que abuchea, aplaude o lanza consignas— es en la Antigüedad el principal representante de la opinión pública. Los gobernadores romanos debían informar puntualmente y por escrito sobre su conducta en circos, hipódromos y teatros. <<

[49] Cf. Gil 1985, p. 300. <<

[50] Una actitud, por ejemplo, como la del papa Gregorio Magno, que se siente orgulloso de tener una buena biblioteca palatina pero no soporta entre otros a Tito Livio, el más grande de los historiadores latinos, y quema todos los ejemplares que tiene a mano de su crónica; cf. Gibbon 1984, vol. III, p. 248. <<

[51] Véase antes, p. 90 y 97-98. <<

[52] Harnack 1959, p. 314. <<

[1] En Gibbon 1984, vol. I, p. 652, n. 108. <<

[2] Hegel 1967, p. 273. <<

[3] Sus discípulos le llamarán «segundo Crucificado». Con todo, el suplicio que le administró la autoridad persa por novedad religiosa parece haber sido cargarle con enormes cadenas. Las llagas, el esfuerzo y los calambres terminaron con su vida en menos de un mes. Cf. Eliade 1978, vol. II, p. 375. <<

[4] Cf. Gil 1985, p. 229. <<

[5] El llamado Codex maniquaicus coloniensis, un texto copto fechable hacia el año 400. <<

[6] Sin perjuicio de incorporarse luego a sus más enconados perseguidores, Agustín describe a Fausto —el obispo maniqueo de Cartago— como «un hombre de elocuencia admirable […] que no se avergonzaba de reconocer su ignorancia en temas científicos» (Confesiones, V, 3 y 12). <<

[7] Conf., V, 6 y 12. <<

[8] Por ejemplo, a 5 moradas luminosas («intelecto, razón, pensamiento, reflexión, voluntad») corresponden 5 pozos infernales («humo, fuego devorador, viento destructivo, barro y tinieblas»); a 5 tipos de demonios corresponden otros tantos héroes positivos («el Ornamento del Esplendor, el Rey del Honor, el Adamas de Luz, el Rey de la Gloria y Atlas»). En cierto momento el Tercer Mensajero se desnuda —adoptando forma femenina— ante los Arcontes demoníacos, para que su lujuria les lleve a eyacular y cedan con su semen parte de la Luz devorada antes por ellos mismos. En otro momento se descubre que la Tierra entera arderá precisamente 1468 años, para «desprender» las partículas luminosas presas aún en ella. <<

[9] Donde la Luz ocupaba el norte, el este y el oeste, la Materia el sur. <<

[10] Eliade 1978, vol. II, p. 382. <<

[11] Mani, Codex coloniensis. Tomo la referencia de la actual Iglesia Maniquea Ortodoxa (essenes.net), que se declara «esenia nazorena». <<

[12] En estos fugaces momentos perciben «lo invisible a través de lo visible», y quedan transidos de goce «puramente intelectual». Cf. Conf., V, 20-23. <<

[13] Harnac 1895, p. 23 y 10. <<

[14] Harnack 1959, p. 200. <<

[15] Numaciano Itiner. I, 439-444. <<

[16] Hasta en esos círculos sucede, según san Agustín, «que muchas casadas con padres más bondadosos [que el de Agustín] llevaran marcas de golpes y tuviesen el rostro desfigurado»; Confesiones IX, 9.19. <<

[17] Su biógrafo san Atanasio, que escribe en griego, dice mén mathein («sin aprendizaje»). <<

[18] Cf. Eliade 1983, vol. II, p. 400. <<

[19] Cf. Gibbon 1984, vol. II, p. 158. <<

[20] Ibíd, p. 490. <<

[21] Cf. Cameron 2001, p. 192. <<

[22] Era preciso asimilar católicamente la teología neoplatónica (una tarea ya iniciada por cristianos de Oriente), sustituir a los héroes romanos por patriarcas bíblicos y santos, regular las obligaciones del clero y justificar el rechazo de la vida mercantil, una tarea de crítica al «abuso social» que compendian los sermones De Nabuthe Izraelita. <<

[23] Esto es, el texto griego de la tradición hebrea (la Septuaginta o Biblia de Los 70) y el Nuevo Testamento. <<

[24] Fundamentalmente, pensar que la luxuria podría legitimarse gracias al sacramento del matrimonio. Lejos de ello, el comercio sexual de los cónyuges es pecaminoso siempre que constituya un fin en sí y no haya posibilidad de procreación. Por lo mismo, son meras «vaginas lúbricas» las esposas cuya edad hace improbable el embarazo. <<

[25] Algo más tarde una madre le acusó de haber matado a su hija con ayunos demasiado severos, pero se eximió de responsabilidad aclarando que la joven anacoreta estaba ya en el Cielo; cf. Spiegel 1973, p. 62. <<

[26] Conf. V, 27. <<

[27] La creación sería «la voluntad de un Dios bueno de que haya cosas buenas» (De civitate Dei, XI, 21). <<

[28] Donato y sus sucesores —cuya feligresía era entonces mayoritaria en el África romana— fueron los primeros críticos de la jerarquía eclesiástica. Negaban validez a cualquier sacramento administrado por clérigos corruptos, pues «el pecador no puede conferir una santidad de la cual carece». <<

[29] Prototipo del cristiano culto y racional, Pelagio insistió en que el pecado «es un acto, no un estado». La tesis de que pueda ser involuntario sólo «conviene a quienes alegan la debilidad humana como excusa para sus fracasos». Agustín contraatacó identificando esa tara original con la concupiscentia, que impone su lujuria hasta en el momento de reproducirnos. Como Pelagio prefirió evitar disputas, la carga de la prueba recayó sobre el sagaz Juliano de Eclano, otro de los obispos pelagianos. Juliano argumenta que «los instintos son éticamente neutros» —pues que en otro caso «las facultades sensuales» se borrarían con el bautismo—, y concluye diciendo que «si la concupiscencia es mala el Creador no será bueno». Sobre la disputa, cf. Harnack 1959, p. 368 370. <<

[30] Gregorio de Nacianzo (329-389), Basilio de Cesarea (330-379) y Juan Crisóstomo (347-404). <<

[31] En su homilía dedicada a Marcos 10:21 (el episodio donde Jesús recomienda al joven rico vender sus posesiones y dárselo a los pobres); cf. Spiegel 1973, p. 63-64. <<

[32] Cf. Fetscher 1977, p. 18. <<

[33] Crisóstomo, en Mises 1968, p. 437. <<

[34] Crisóstomo, en Fetscher 1977, p. 18. <<

[35] Hexameron, en Patrologia Latina (Migne), XIV, 220. Sobre el «comunismo primitivo» de san Ambrosio cf. Lovejoy 1942, p. 458-468. <<

[36] Cf. Spiegel 1973, p. 60-66. <<

[37] Troeltsch 1992, vol. I, p. 116. <<

[38] Simmel 1977, vol. II, p. 495. <<

[39]Lucas 6:34-35. <<

[40] Agustín en Spiegel 1973, p. 65. <<

[41] De civitate Dei, IV, 29. <<

[42] Cf. Spiegel 1973, p. 65 <<

[43] El detonante inicial es el apoyo del Papa romano a Teófilo, patriarca de Alejandría, enemigo irreconciliable del patriarca de Constantinopla, Juan Crisóstomo. <<

[44] Sobre el episodio evangélico, véase antes p. 109-110. <<

[45] Gibbon 1984, vol. II, p. 383. <<

[46] La multitud de monjes y prelados egipcios que había llegado con Teófilo para acusar a Crisóstomo, incluyendo a la marinería encargada de trasladarles, fue diezmada hasta el último hombre. Eso puso en claro que «la seguridad pública dependía de que fuese restaurado»; Gibbon ibíd, p. 385. <<