El legendario valle de Orăştie

El legendario valle de Orăştie

Saldremos de Deva por la carretera nacional en dirección a Orăştie. Llegaremos allí en poco tiempo y tendremos oportunidad, en los supermercados que hay junto a la carretera, de abastecernos con comida y agua para la visita al parque natural. El resto de poblaciones que encontraremos son muy pequeñas y no hay facilidad para comprar pan, fruta, etc., así que, si no lo hemos hecho en Deva, éste es el momento de hacerlo. Para salir de Orăştie hemos de buscar un desvío hacia la derecha en dirección Beriu. Tomaremos esa carretera estrecha, aún asfaltada, y seguiremos por ella. Encontraremos una bifurcación y continuaremos hacia la derecha, siempre en dirección a Beriu. Cruzaremos por otras pequeñas poblaciones hasta que, por fin, llegaremos a la entrada del parque natural de Orăştie, claramente delimitada por dos enormes relieves con las figuras de Trajano y Decébalo. El asfalto termina aquí.

Entrada al valle de Orăştie con las imágenes de Decébalo (izquierda) y Trajano (derecha).

Es el momento de comprobar que nuestro 4 × 4 está a la altura de las circunstancias: las constantes lluvias dejan enormes agujeros por todo el recorrido, de modo que es imposible transitar sin que una u otra rueda del vehículo pase por encima de ellos, cosa que convierte el ascenso hacia el corazón del parque en un trayecto francamente incómodo para los riñones y, por supuesto, no recomendable si se va con niños que tiendan a marearse. Eso sí, las impresionantes vistas de los hayedos nos ayudarán a sobrellevar el lento ascenso. Hemos de pensar, no obstante, que Trajano realizó la misma ruta a pie, con los legionarios cargados con sus pertrechos, rodeados por miles de enemigos dispuestos a atacarlos en cualquier momento. Si se compara con esta situación, nuestras pequeñas incomodidades del siglo XXI quedan reducidas a pura anécdota.

Podremos ver desvíos a un lado y a otro, donde se nos indicarán rutas para llegar a fortalezas dacias en ruinas que protegían el acceso al valle para impedir que los enemigos pudieran alcanzar Sarmizegetusa Regia, nuestro objetivo final. Destacan, en este sentido, las fortalezas de Blidaru y Costeşti, una a cada lado de la carretera. Llegar a ellas es francamente costoso, incluso con el 4 × 4. Los rumanos de la zona tienen un dicho popular según el cual si uno consigue llegar a ambas fortalezas en un mismo día todos sus sueños se cumplirán.

Si se opta por intentar ver todas estas fortificaciones el día se nos irá antes de poder ver Sarmizegetusa, por eso sugiero ir primero hasta este lugar, al final del valle y, al regreso, en función de nuestras ganas y fuerzas, visitar alguno de estos otros fortines dacios.

En general hay pequeñas indicaciones que nos van señalando la ruta a seguir, en su mayor parte paralelas al río que transcurre por el centro del valle, pero hay que estar atentos para no saltarse estas señales. Al final de un tramo de curvas en cuesta se llega a un muro de grandes sillares de piedra: los muros exteriores que protegían la entrada a la capital del reino de Decébalo. Aquí hay una pequeña explanada donde se puede dejar el vehículo. El resto de la visita la haremos a pie. En nuestro caso recogimos a una persona que, en medio de la lluvia, ascendía hacia el yacimiento arqueológico. El hombre resultó ser el guía de la zona y nos explicó, agradecido, los diferentes emplazamientos de santuarios y restos de otros edificios que se pueden ver: lugares para sacrificios, ruinas de murallas y el misterioso círculo de piedra maciza que, quizá, fuera un gran calendario solar. Eso sí: el guía no sabe inglés y la única lengua de comunicación es el rumano.

Durante nuestra estancia en el Parque de Orăştie nos sobrevinieron, además de lluvia, dos grandes granizadas, una de las cuales, por el tamaño de la piedra, hizo que corriéramos a refugiarnos en el coche a toda velocidad. Esto, sin duda, es una muestra más de las inclemencias climáticas a las que tuvo que sobreponerse el ejército de Trajano, refugiado en tiendas de campaña mientras los defensores estaban en sus mucho más sólidas fortalezas de piedra y madera. Creo que la granizada narrada en Circo Máximo en la Dacia del siglo II está descrita con cierto conocimiento de causa.

Los hayedos del Parque de Orăştie.

Más allá de la posibilidad de comunicarse o no con el guía, es apasionante sentirse en el centro mismo del territorio que controlaba Decébalo y pensar que allí tuvo lugar el gran asedio final en el que se decidió que toda aquella región pasara de ser un reino independiente a una provincia romana, de forma que hoy día toda Rumanía habla un idioma de origen latino en lugar de una lengua completamente eslava o derivada de la lengua getodacia y otros idiomas celtas del pasado. La exuberancia de la naturaleza, los frondosos bosques, las piedras que nos quedan de aquel pasado glorioso, todo en combinación crea un mágico conjunto por el que da gusto pasear durante un buen espacio de tiempo. Como se imaginarán para mí fue muy especial estar allí y meditar sobre la historia de la Dacia y la antigua Roma.

Muros de Sarmizegetusa Regia entre los bosques de Orăştie.

Regresaremos, por fin, desde Sarmizegetusa Regia por la misma pista forestal por la que hemos ido para abandonar el valle y las montañas que con tanto arrojo defendieron los dacios, para retornar a la ciudad de Orăştie. Una vez allí, giraremos en esta ocasión hacia la derecha por el desvío que nos indique el camino hacia la E68 y la ciudad de Sebeş. En esta población seguiremos nuestra ruta por la E81 hacia Sibiu, adonde llegaremos al atardecer (si hemos viajado en primavera o verano y disfrutamos de días largos).

Una calzada dacia de Sarmizegetusa Regia.