Băile Herculane: un paseo por el siglo XIX
Al día siguiente nos levantaremos pronto porque tenemos muchas cosas que ver. Va a ser un día grande. Saldremos nuevamente de Drobeta y repetiremos el camino que hicimos hasta Orşova, pero esta vez en lugar de detenernos allí seguiremos hacia el norte en dirección Caransebeş, nuevamente por la E70. Pasaremos por las pequeñas poblaciones de Topleţ y Bârza, y a pocos kilómetros de esta última, en un desvío a la derecha, veremos que se nos indica Băile Herculane. La localidad toma su nombre de la leyenda que cuenta que Hércules se detuvo en este bucólico lugar para tomar un baño por lo magnífico y saludable de sus aguas. Sea como sea, más allá de la leyenda, el emplazamiento fue un lugar de baños conocido en todo el Imperio romano durante el tiempo en que Roma regía los designios de la Dacia. Eso sí, de tiempos romanos poco o nada hay que ver en el Băile Herculane de hoy día, pero aun así el lector agradecerá esta parada si avanza con su vehículo hasta el final, hasta que ya no se le permita circular más. Avanzaremos entre casas primero y luego entre hoteles de diversa factura, más elegantes unos y otros, propios de la época comunista, francamente desagradables para la vista, pero si llegamos al final descubriremos el Băile Herculane superviviente a los vaivenes políticos y bélicos de Centroeuropa y hallaremos, para nuestra sorpresa, una auténtica ciudad del siglo XIX, con magníficos edificios en estado de romántica decadencia rodeándonos por todas partes. Excepto alguno de ellos, recuperado como hotel, la mayoría de los edificios permanecen abandonados, como un fantástico decorado de piedra y ladrillo rodeado por todas partes de árboles inmensos, el murmullo del río por el valle y el canto de los pájaros. Pasear por la plaza central de Băile Herculane es como trasladarse a una superproducción cinematográfica del siglo XIX: en cualquier momento podemos esperar cruzarnos con la bella calesa de alguna adinerada dama o con algún poderoso caballero austrohúngaro que ha venido a tomar las aguas.
Băile Herculane: entre las montañas y los bosques.
De hecho, en Băile Herculane se vanaglorian de que la emperatriz Sissí vino aquí a descansar unos días; es posible que nos muestren el edificio, uno de los pocos rehabilitados, donde se supone que residió la bella emperatriz en su breve estancia en la zona. Todo parece de película. Y en efecto, mientras paseábamos se nos aproximaron unas personas y nos rogaron que permaneciéramos en silencio un rato, pues estaban rodando una película para una productora francesa. El escenario, se lo aseguro, es perfecto.