Las carreteras de Rumanía
Nuestro avión acaba de aterrizar en Bucarest y lo primero que haremos será, una vez recogido nuestro equipaje, alquilar un coche para movernos con libertad por el país. Es recomendable hacer previamente la reserva del vehículo adecuado; por Internet, sin duda, es la forma más cómoda. Uno puede recurrir a los servicios de la agencia Sixt de coches de alquiler por ser la de menor coste, pero, eso sí, tendrá que armarse de santa paciencia para encontrar el aparcamiento de dicha agencia, que, al menos en 2012, se encontraba fuera del aeropuerto. Te llevarán desde el mostrador a recoger el coche, pero cuando regreses con él después de recorrer Rumanía es muy probable que te vuelvas loco para conseguir encontrar el parking en cuestión, incluso con GPS (luego vuelvo a lo del GPS). Las compañías Hertz o Avis, algo más caras, no obstante, tienen los aparcamientos en el propio aeropuerto claramente señalizados, lo que simplifica enormemente el regreso y la devolución del coche. Por «vehículo adecuado» quiero decir que es altamente recomendable alquilar un 4 × 4. A medida que me acompañen en el viaje irán comprendiendo mejor esta recomendación. Por supuesto, no expliquen adónde piensan ir exactamente con el coche. Sean ambiguos:
—Vamos a dar una vuelta por el país…
Y mencionen si quieren Sibiu o Braşov o el castillo de Bran, lugares muy turísticos. En la agencia no sospecharán nada. Pero nunca digan que van tras las huellas de Trajano en busca de las fortalezas ocultas de Decébalo en los montes Orăştie o les torcerán el gesto e incluso pueden inventarse alguna excusa para no alquilarles el vehículo. Esto debe quedar entre nosotros.
Abandonaremos el aeropuerto con un 4 × 4 dotado, por favor, de GPS. Importante: soliciten que pongan el GPS en funcionamiento delante de ustedes y no acepten el coche hasta que el aparato esté funcionando correctamente (al menos, que identifique su posición inicial y el lugar que marquen como destino para esa jornada, a una distancia en kilómetros creíble).
La conducción en Rumanía es un poco parecida a la de Portugal o Italia: veloz, independientemente del estado de la vía en que se transite o de la situación meteorológica. No hay que agobiarse con el mal estado del asfalto en los alrededores de Bucarest, pero es conveniente esquivar los socavones, cuyo fondo no alcanza a vislumbrar nuestra vista. En estos momentos uno quizá pueda estar preocupado pensando que si las carreteras en el entorno de Bucarest están, digamos, no muy bien, qué será del resto. No hay que agobiarse: en general las vías de Bucarest y alrededores son las de peor asfaltado de Rumanía. Otra cosa son los montes Orăştie, pero ya llegaremos a eso.
Podemos marcar en el GPS la ciudad de Drobeta-Turnu-Severin como objetivo de nuestro primer desplazamiento. Esto implicará que dejaremos la capital del país en dirección suroeste por la E70 primero, pasando por las poblaciones de Alexandria, Roşiorii de Vede y Drăgăneşti-Olt hasta Caracal, para proseguir por la E74 en dirección a Craiova.
Muy pronto comprenderemos que el problema o, mejor dicho, la peculiaridad de conducir por las carreteras de Rumanía no reside tanto en un asfaltado inadecuado —que no es el caso, pues éste mejora a medida que nos alejamos de Bucarest—, como en el hecho de que las autovías desaparecen: la mayor parte de la red viaria de Rumanía está compuesta por el equivalente a nuestras antiguas carreteras nacionales de doble sentido. Hay que estar atento a la conducción porque en cualquier momento puede aparecer una bicicleta, un carro tirado por caballos o un peatón al girar en cada curva o, aún más emocionante, alguien adelantando independientemente de que nosotros vayamos en dirección contraria. Ni que decir tiene que no hay que alterarse, sino apartarse hacia el arcén (normalmente hay arcén) y seguir tranquilamente. Y aconsejaría no ir muy deprisa, disfrutar del paisaje (los que no conduzcan) y no molestar a quien conduce con conversación, pues quien lleve el vehículo tendrá mucho de lo que ocuparse. También hay que tener en cuenta los numerosísimos perros callejeros y salvajes sueltos que hay por todo el país y que deambulan por las carreteras.