Epílogo

¿Dientes afilados, belleza sobrenatural y predilección por la seducción de mujeres hermosas? ¡No, si se trata del primario Vampyrus de la tradición serbia! Porque si el que sale de la tumba es este vampiro, estaremos ante un muerto viviente, que mata al ganado, destroza las casas, echa a perder las cosechas y estrangula a la gente hasta que mueren. Y aun así, sin él no habría existido el personaje literario que John Polidori y Bram Stoker crearon y que hoy relacionamos con el concepto de «vampiro». Ambos autores se inspiraron en relatos sobre vampiros del siglo dieciocho. En la frontera militar entre el Reino Otomano y Hamburgo se produjeron extraños acontecimientos. Las personas morían en circunstancias inexplicables, por ejemplo en un pueblo junto al Morava. Los habitantes del pueblo estaban convencidos de que un recién fallecido estaba haciendo de las suyas como vampiro y solicitaron del comandante austriaco el permiso para destruirlo. Una delegación proveniente de Belgrado viajó hasta allí, reconoció el cuerpo del sospechoso y exhumó también a los demás difuntos. La destrucción (clavar estacas, decapitar y quemar) se concedió y se redactó un informe exhaustivo sobre los «cadáveres sospechosos de vampirismo». Este informe del médico de campaña Flückinger despertó un gran interés hasta llegar a una verdadera histeria vampírica, que en Europa trajo consigo toda una oleada de tratados y estudios.

¿Pero qué hay detrás de las creencias populares sobre el antiguo vampiro del sudeste de Europa? En algunas zonas el hombre lobo y el vampiro se mezclan en un único ser («vukodlak», hombre lobo, también puede significar vampiro); las fronteras entre vampiro y bruja también se nublan a menudo. El fantasma de la noche, o espectro que succiona sangre, no tiene al parecer nada que ver con el vampiro primario de la creencia popular, ¡ya que este habitualmente no succiona sangre! La sangre en la boca de un vampiro es la manifestación simbólica de la fuerza vital de su víctima. Así, también puede robar toda la fuerza a un campo de trigo. A este «vampiro» se le reconoce porque no tiene la boca llena de sangre, sino de harina cuando se le encuentra en la tumba.

Se puede leer más sobre ello, entre otras, en la maravillosamente detallada disertación de Peter Mario Kreuter, en mi opinión el mejor y más fundamentado libro de divulgación científica sobre este tema. De gran ayuda fueron también las disertaciones de Jutta Novosadtko y otros científicos cazavampiros.

El vampiro primario también es interesante desde el punto de vista de la medicina histórica. Naturalmente, las enfermedades por si solas no bastan para explicar la creencia en los vampiros, pero cuanto menos también han contribuido a ello. ¿Ejemplos? Una persona que en aquella época hubiera sufrido de una enfermedad de la sangre llamada «porfiria» habría tenido los siguientes síntomas: dientes de color rojo oscuro o marrón («dientes de sangre»), retirada de las encías (¡dientes más largos!) y uñas calcificadas como garras; a la luz del sol su piel sufriría daños hasta la deformación, tendría una grave anemia, una capacidad extremadamente buena del sentido del olfato y una instintiva aversión al ajo, cuyo consumo habría dañado aún más su deterioro de la pigmentación. Antiguamente, estos síntomas se podían aliviar bebiendo sangre de animal.