Ernesto Guevara y Alberto Granado a bordo de Mambo-Tango, junio de 1952.
«La balsa quedó casi lista y sólo faltaban los remos. Por la noche, una comisión de enfermos de la colonia vino a darnos una serenata homenaje, en la que abundó la música autóctona cantada por un ciego; la orquesta la integraba un flautista, un guitarrero y un bandoneonista que no teníí casi dedos, del lado sano lo ayudaban con un saxofón, una guarra y un chillador.»