El Carnicero
… volviéndose en el cerebro para despertar
con cables tras los ojos, distendiendo las articulaciones
a horcajadas. Se despierta, atado, crujiendo los dedos bifurcados,
atenaceándole la lengua.
Nos despertamos, volviéndonos.
Encolumnado contra el piso,
su columna se vuelve, el pecho brama,
aire en los cables, chispas
que destellan desde el techo conectado,
golpeando sus uñas, que chispean. Tose, llora.
El gemelo tras sus ojos tose, llora.
El sombrío gemelo se dobla sobre el piso, se traga la lengua.
Salpicando el sombrío polo conectado tras sus ojos,
el sombrío gemelo libera su columna vertebral,
cachetea el techo con las palmas.
Vuelan cargados abalorios.
El techo, polarizado, apalea sus mejillas con metales.
Libera a la piel. Libera las costillas,
desgarra pectorales, el metal se curva, negro,
tras las grietas secas de sus labios desgarrados. Más.
Nalgas y omóplatos se restriegan contra el piso
gastado y verde por las lágrimas.
Se despiertan. Nos despertamos, volviéndonos.
Él, haciendo gárgaras de sangre,
se vuelve nacido sobre el piso húmedo…
De The Dark Twin, M. H.