La Comisión Prim es una institución voluntaria y altruista, multidisciplinar, sin ánimo de lucro, compuesta de modo libre y voluntario por profesores y doctores, cuyo objetivo es promover la investigación en la universidad en general y la alianza investigadora entre universidades.
DOCTOR FRANCISCO PÉREZ ABELLÁN, presidente
La Comisión Prim agradece al venerable juez decano de los juzgados de la plaza de Castilla, José Luis González Armengol, la cesión de los tomos de la causa 306/1870 para su estudio, que permitieron la atenta lectura y los hallazgos de la instrucción sumarial, lo que guiaría el resto de la investigación así como su exposición al público y los alumnos.
Las conclusiones que figuran a continuación, aun resultando extraordinariamente novedosas, complementan y encajan con investigaciones históricas anteriores que agradecemos y de las que somos deudores, subrayando así que las herramientas de investigación contemporáneas forman un continuo, sin interrupción, con los métodos más arcaicos del pasado. Incluso el hallazgo más sorprendente e inesperado —los surcos y marcas en el cuello de la víctima, compatibles con una estrangulación a lazo— explican la impaciencia de los asesinos, que recibieron la noticia de los médicos militares de que Prim no había sido herido en ningún punto vital, con lo que existía una posibilidad de recuperación, hecho éste que pudo precipitar la decisión de rematarlo.
PRIMERA. Prim fue suplantado por sus asesinos, quienes deliberadamente faltaron a la verdad en su discurso a la nación acerca de la gravedad de sus heridas y engañaron al rey Amadeo I a su llegada al puerto de Cartagena. El engaño ha durado hasta hoy, cuando, ciento cuarenta y dos años después, la Comisión Prim lo ha puesto de manifiesto.
(Los hallazgos y aportaciones de la Comisión están en la línea de prestigiosos autores como Rubio, Anguera, Rueda Vicente, Olivar Bertrand y Fontana, que señalan como autores intelectuales del magnicidio al duque de Montpensier y, a excepción de Rubio, al general Francisco Serrano, duque de la Torre, reforzando pruebas y encajando con precisión en el tempo histórico en el que ocurrieron los hechos).
SEGUNDA. Si bien recibió otras heridas importantes, después del trabucazo en el hombro —un solo disparo efectuado a muy corta distancia, con nueve impactos de bala muy agrupados según nuestro propio recuento—, Prim quedó casi inmediatamente inútil y fuera de la historia.
TERCERA. Estamos en condiciones de afirmar que en su tiempo no se le practicó autopsia alguna ni nada que se le parezca, por lo que el dictamen de la muerte no pudo ser exacto ni científico. (La autopsia incluye necesariamente apertura de cavidades que del estudio del cadáver momificado se infiere que no se realizaron).
PRIMERA. El general Prim fue abandonado a sus propias fuerzas por quienes debían protegerle. El Gobierno provisional, bajo el mando del regente Serrano, difundió notas con deliberado engaño sobre el verdadero estado de Prim a los gobernadores civiles, los capitanes generales y los ciudadanos en general, difundiéndolas reiteradamente en la Gaceta oficial.
SEGUNDA. El ministro de la Gobernación, Práxedes Mateo Sagasta, y el gobernador de Madrid, Ignacio Rojo Arias, conocedores de que habían intentado ya matar a Prim dos veces (en octubre y noviembre anteriores), y que se preparaba de forma inminente un tercer atentado, del que Arias recibió una lista de diez presuntos asesinos con el diputado Paúl y Angulo a la cabeza, se inhibieron del asunto sin tomar medida alguna de protección.
TERCERA. Especialmente aquel día, la policía dejó sin vigilancia el trayecto habitual que recorría Prim entre el Congreso y el palacio de Buenavista, que solía discurrir por la calle del Turco, lo que muy probablemente hizo posible el éxito del atentado.
CUARTA. El inspector Valencia, policía responsable de la zona, procesado, que permaneció ajeno a su obligación de vigilancia en todo momento, informó a las diez de la noche (casi tres horas después del atentado) de que en su distrito, donde habían herido de muerte a Prim, no había habido en todo el día novedad digna de ser reseñada.
QUINTA. Probablemente éste sea el crimen más caro de la Historia, fruto de una fortuna sin fondo, y aunque el juicio nunca se celebró, el sumario inconcluso señala una y otra vez como presunto financiador de los repetidos atentados a Antonio de Orleans, duque de Montpensier.
SEXTA. Para matar a Prim fueron contratados prácticamente todos los asesinos a sueldo disponibles en España en aquel tiempo, a los que se les ofrecía una cantidad diaria de diez pesetas, un premio de cinco mil duros y la garantía de seguridad de permitirles escapar.
SÉPTIMA. Los asesinos se comunicaban con los poderosos autores intelectuales mediante una tarjeta cortada en forma triangular, en dos mitades, recordando el triángulo masónico. La desaparición de una de estas contraseñas incautadas, prueba fundamental contra Montpensier, generó en el sumario una investigación especial.
OCTAVA. El magnicidio, que buscaba la conquista del poder, produjo un enfrentamiento mortal entre masones. Prim era masón de grado 33, y también fueron masones la mayoría de sus asesinos.
NOVENA. El magnicidio no puede atribuirse a una conjura masónica, pero las fuentes masónicas pueden arrojar mucha luz sobre lo ocurrido. La filiación masónica de los implicados consta en la relación de la asamblea del Grande Oriente Español de 1915.
DÉCIMA. Es la primera vez en la historia de un magnicidio en que la víctima, sabedora de que está en el punto de mira, se entrega indefensa, anunciado que está desarmada y es vulnerable, facilitando de esta manera el crimen.
DECIMOPRIMERA. El día del atentado había tres dispositivos criminales preparados, uno por cada itinerario que el general pudiera seguir: el primero, en la calle del Turco, por si iba a su casa como solía; el segundo, en la calle Barquillo, por si variaba la ruta; y el tercero, en la calle de Cedaceros, por si decidía asistir a la cena de la logia masónica en la fonda Las Cuatro Estaciones de la calle Arenal, donde se celebraba el San Juan de invierno, uno de los dos días claves del año masónico. Todos los dispositivos constaban de coches para cortarle el paso y de mercenarios armados con trabucos.
DECIMOSEGUNDA. El Gobierno de crisis informó falsamente de que el general Prim había recibido heridas leves y se recuperaba sin complicaciones, concediéndose así tiempo para controlar la situación. Los asesinos se sentían amenazados con el cambio de dinastía procurado por Prim. La llegada del rey Amadeo I les haría perder su posición privilegiada.
DECIMOTERCERA. Al rey lo fue a recoger, en nombre de Prim, si bien éste no lo pudo ordenar, quien de forma más denodada había combatido su designación: el almirante Juan Bautista Topete, partidario del duque de Montpensier para el trono de España, quien poco antes había lanzado un discurso furibundo en el Congreso contra Prim y su monarquía de nuevo cuño. El nuevo rey quedaba así en manos de sus peores enemigos.
En primer lugar, la Comisión Prim de Investigación agradece muy sinceramente al excelentísimo Ayuntamiento de Reus, a la ciudadanía, a su alcalde Carles Pellicer, a la corporación municipal en pleno, al personal del moderno y bien dotado Hospital Universitari Sant Joan, a sus excelentes y competentes directivos y a la dirección del Tanatori de Reus, su excepcional esfuerzo y su acogida, sin cuya colaboración nuestro trabajo habría sido imposible.
Al mismo tiempo, la Comisión Prim considera que la ciudad de Reus se pone con esta iniciativa a la cabeza de la investigación universitaria, por lo que el colectivo científico, académico y universitario queda agradecido y siempre en deuda con su alcalde y sus ciudadanos.
En el estudio del cuerpo embalsamado del glorioso general Juan Prim en la ciudad de Reus, la Comisión se propuso examinar los restos y emitir un dictamen tal y como se suele hacer en la investigación de cualquier muerte violenta informada en una indagación criminal. Lo cual no impide cualquier tipo de profundización o investigación científica posterior.
Las conclusiones son aquí no sólo de tipo médico, sino que están acompañadas por valoraciones de orientación criminológica. Por tanto, los miembros de la Comisión Prim, una vez estudiados los trabajos que se han realizado con el examen del cuerpo del general, han llegado a las siguientes conclusiones:
PRIMERA. Las heridas de bala recibidas por el general Prim la tarde noche del 27 de diciembre de 1870 en la calle del Turco de Madrid (hoy del Marqués de Cubas), contrariamente a lo que la historia ha aceptado hasta ahora, según el examen del cuerpo embalsamado, fueron de gravedad sin ninguna duda, dejando en evidencia el falso comunicado del Gobierno de la época, y aunque no alcanzaron ningún órgano vital, la herida consecuencia de los impactos del hombro izquierdo, como destaca el «informe de autopsia» del sumario 306/1870, resultaría «mortal ut plurimum», esto es, mortal de necesidad (y no el incorrecto ut plurimunt, como se ha venido difundiendo), lo que sería erróneamente negado de forma acientífica en una dudosa revisión en 1960, noventa años después del magnicidio, en la aportación recogida en la obra del ilustre abogado Antonio Pedrol Rius (Madrid, Editorial Tebas, 1960).
Asimismo, en el examen externo del cadáver se evidencian lesiones (mano derecha) que no figuran en la documentación oficial e histórica, así como la ausencia de otras (codo izquierdo) que se describen en dicha documentación.
SEGUNDA. Se ha comprobado que no se realizó autopsia alguna ni acción que merezca ese nombre a la luz del examen de los restos, hecho que contradice absolutamente la documentación histórica y oficial, ya que existe un «informe de autopsia».
TERCERA. La gravedad de las lesiones y la entidad de los emplastes aglutinantes internos son de una intensidad muy importante, incompatible con un desplazamiento normal en bipedestación sin ayuda y con la posibilidad de mantener un habla normalizada y fluida. Igualmente, alcanzados por las balas, los dos brazos del general quedaron inútiles. Consideramos de gran importancia precisar en este punto que a partir de sufrir el atentado, la tarde del 27 de diciembre de 1870, el general Prim difícilmente podría escribir ni firmar documento alguno.
CUARTA. El general Prim no murió en el acto tras recibir los disparos. Las curas con emplasto aglutinante a nivel interno demuestran que hubo un intento de cortar las hemorragias y salvarle la vida.
QUINTA. Las lesiones por arma de fuego dejaron al general impedido desde el momento de la emboscada, y es prácticamente imposible que se produjera la supervivencia de tres días. La ausencia de curas efectivas e importantes a nivel del codo izquierdo y dedo de la mano derecha (semiamputado de un disparo) indicaría que las lesiones de menor entidad fueron, como es lógico, postergadas, y que finalmente no se le realizó esa cura. El cuarto dedo de la mano derecha así lo demuestra.
SEXTA. Los surcos observados en el cuello, «compatibles con una posible estrangulación a lazo», encajan así en una necesidad de los asesinos de Prim de no permitir la recuperación del general, de quien asustaban tanto su fortaleza física como su fortuna de salir indemne de las peores batallas y recuperarse de las más graves heridas. Los surcos y marcas, sospechosas de estrangulación para los expertos en investigación criminal miembros de la Comisión y los forenses, han sido investigados hasta descartar artefactos post mórtem y procedimientos de embalsamamiento capaces de producirlos, si bien en este aspecto la doctora María del Mar Robledo, doctora en Medicina Legal y Forense y especialista en Antropología Forense, seguirá la investigación hasta despejar la última duda y establecer el diagnóstico diferencial.
SÉPTIMA. La Comisión Prim ha descubierto en el cuerpo heridas y rastros compatibles con el asesinato elaborado, fruto de una poderosa conspiración, que demuestran que desde el momento mismo del atentado hasta su muerte el general estuvo en manos de sus enemigos. La verdadera gravedad y circunstancia de su estado fue en todo momento ocultada a la ciudadanía.
Como no podría ser de otra forma, la Comisión agradece a la dirección y el personal militar adscrito del Museo del Ejército, situado en el Alcázar de Toledo, haber permitido la realización de pruebas criminalísticas sobre los objetos que estuvieron presentes en la escena del crimen: la berlina en la que viajaba Juan Prim cuando fue tiroteado, la ropa que llevaba puesta, levita y levitón, así como las balas que fueron recuperadas del coche y, posiblemente, del interior del cuerpo del general.
PRIMERA. Comprobamos que el carruaje cerrado de Prim sufrió un ataque combinado o emboscada desde puntos diferentes, a derecha e izquierda, por lo que se aprecian impactos en ambos lados del carruaje.
SEGUNDA. En la parte izquierda, donde al parecer se encontraba el general, se observan cuatro agujeros que pudieran corresponder a un solo disparo efectuado con un arma cargada con proyectil múltiple.
TERCERA. Por el lado derecho se aprecian, en la hoja de la puerta, dos impactos relativamente cercanos de un arma cargada con más de un proyectil. Igualmente se observan otros tres agujeros de diámetros diferentes, lo que lleva a pensar en la existencia de al menos tres armas.
CUARTA. Al someter a luz forense el interior del coche con el objeto de localizar sangre, se observan en varios lugares restos de una sustancia que pudiera serlo. Dichas muestras se encuentran próximas a la puerta del lado izquierdo.
QUINTA. El arma empleada en el disparo de mayor interés pudiera ser cualquiera de las utilizadas en la época: trabuco, trabuquete o retaco. No se trataba de armas de dotación militar, sino que eran empleadas por delincuentes y asaltantes de caminos. No obstante, a corta distancia resultaban letales.
SEXTA. Dada la disposición de los impactos en el carruaje, se puede apuntar que por ambos lados intervinieron varias armas de las llamadas de avancarga.
SÉPTIMA. En los almacenes del museo nos mostraron la levita y el levitón que, según parece, llevaba puestos el general Prim. Una vez observados se pudo comprobar que presentan nueve orificios de entrada sin salida en la parte superior izquierda (a la altura del hombro). Por otro lado, presentan un deterioro considerable a la altura del codo del mismo brazo que pudiera corresponderse con otro impacto.
OCTAVA. Por tanto, por el número de impactos, y dado que en la época solamente se podía realizar un disparo y luego había que volver a cargar el arma —tarea no poco laboriosa—, por los destrozos medidos se puede manejar la hipótesis de que en el atentado intervinieron entre cinco y siete armas.
NOVENA. La distancia a la que se efectuó el disparo que provocó la herida que presenta el general en el hombro izquierdo debió de ser muy corta, puesto que a mayor distancia, mayor dispersión de postas, y en este caso se encuentran muy juntas. No obstante, tampoco pudo realizarse a cañón tocante, porque le habría arrancado el brazo.
PRIMERA. En el proceso judicial de investigación del asesinato de Prim se cometieron irregularidades.
SEGUNDA. Algunos de los jueces que se ocuparon de la causa fueron presionados por el poder político, lo que dificultó la instrucción del sumario.
TERCERA. Al primer juez instructor no se le permitió ver a Prim después del atentado, a pesar de que el general, según la versión oficial, sólo se encontraba herido.
CUARTA. El fiscal, Joaquín Vellando, al igual que la mayoría de los jueces que intervinieron en la instrucción, mantuvieron una línea digna y profesional durante la misma. De no ser por la intrusión del poder político, se podría haber juzgado e incluso condenado a los sospechosos, que a pesar del tiempo transcurrido y las mutilaciones sufridas por la causa aparecen hoy en día suficientemente identificados.
QUINTA. El promotor fiscal, Joaquín Vellando, se atrevió a proponer el procesamiento de Antonio de Orleans, duque de Montpensier, uno de los hombres más ricos y poderosos del momento, candidato al trono de España y presunto autor intelectual y financiero de los atentados contra Prim.
SEXTA. Esta Comisión encuentra que el sumario de Prim es una de las joyas jurídicas de nuestra historia. Se recomienda que los tomos que aún se conservan sean especialmente protegidos y puestos a disposición de estudiantes e investigadores en un lugar más adecuado y accesible que el que hoy ocupan.
PRIMERA. En casi un siglo y medio han sido muy pocos los autores que han consultado el sumario de Prim antes de escribir sobre él. Y, sin pertenecer al grupo de instructores del mismo, únicamente la Comisión Prim lo ha leído pacientemente de arriba abajo, folio a folio.
SEGUNDA. El sumario que se conoce como la causa 306/1870 es en realidad la suma de tres asuntos diferentes que obedecen a tres intentos distintos de matar a Prim en los meses de octubre, noviembre y diciembre de 1870.
TERCERA. La causa llegó a tener en total unos 18 000 folios, pero hoy sólo conserva alrededor de la mitad. El resto ha sido mutilado, borrado y expoliado. De los 81 libros encuadernados que lo componen falta el tomo XLII. Quizá el más importante.
CUARTA. El sumario está barajado y desordenado, hasta el punto de que el tomo I empieza en el folio 822 y el folio 1 está en el tomo LXXVII, se supone que intencionalmente, con el fin de desanimar la investigación. Muchas de sus hojas están estropeadas, emborronadas y mutiladas. El asalto al sumario empezó poco después de que el abogado Pedrol Rius alertara de que aquello seguía siendo una bomba política.
QUINTA. Intervinieron trece jueces, siete titulares y seis sustitutos. Al final se cerró en falso, liberando a todos los imputados, incluso los convictos confesos. El cierre definitivo, como todo en este proceso, fue marcadamente político: cuando Alfonso XII, tras la Restauración borbónica, decidió casarse con su prima María de las Mercedes, hija precisamente de Antonio de Orleans, duque de Montpensier.
SEXTA. Siempre se ha dicho que en el sumario de Prim se recogían los nombres de los asesinos y los pagarés con los que les premiaron. La Comisión Prim encontró la lista original con los doce presuntos asesinos de la calle del Turco, así como valiosas orientaciones acerca de lo bien que pagaron los asesinos intelectuales a los sicarios contratados. De la misma forma, desde el principio el sumario apunta hacia los poderosos personajes que presuntamente tramaron la conspiración y ordenaron el magnicidio. Para siempre serán presuntos, pues el juicio nunca llegó a celebrarse.
Madrid, 11 de mayo de 2013