Notas

[1] Principalmente Totem y tabú (Obras completas, vol. VIII), Psicología de las masas y análisis del yo (O. C., vol. IX), El porvenir de una ilusión (O. C., vol. XIV), El malestar en la cultura y otros ensayos (Alianza Editorial, Madrid). <<

[2] Citamos, entre otros, los siguientes; «Die Entwicklung des Christusdogmas. Eine psychoanalytischen Studie zur sozialpsychologischen Funktion der Religion», en Imago, XVI: «Der Staat ais Erzieher», en Almanach (Internationaler psychoanalytischen Verlag, Wien), 1931, pág. IV: «Politik und Psychoanalyse», en Die Psychoanalylische Bewegung, III; «Über Methode und Aufgabe einer analytischen Sozialpsychologie», en Zeitschrift für Sozialforschung, 1932; «Sozialpsychologischer Teil in Studien über Autorität und Familie», París, Alcan, 1936; «Zur Psychologie des Verbrechers und der strafenden Gesellschaft», en Imago, XVII; «Die gesellschaftliche Bedingtheit der psychoanalytischen Therapie», en Zeitschrift für Sozialforschung. 1935; «Sex and character», en Psychiatry, 1943; «The social philosophy of will therapy», en Psychiatry, 1939: «Selfishness and selflove», en Psychiatry, 1939; Man for himself, Nueva York, Rinehart, 1947. <<

[3] Véase, por ejemplo, K. Horney, El nuevo psicoanálisis, México, Fondo de Cultura Económica, 1943, caps. I y II. <<

[4] En el campo filosófico debe recordarse principalmente el movimiento historicista, y en el científico, los resultados de los estudios antropológicos y las nuevas corrientes que se han manifestado en el seno de la sociología. <<

[5] Véase K. Mannheim, Man and Society in an Age of Reconstruction, Nueva York, Harcourt, Brace & Co., 1940, págs. 122 y 177. (Traducción castellana: Libertad y planificación, México, Fondo de Cultura Económica, 1942). <<

[6] Véase especialmente: R. Benedict, Patterns of Culture, Boston, Houghton Miffin, 1934. (Traducción castellana: El hombre y la cultura, Buenos Aires, Sudamericana, 1939); Margaret Mead, Coming of Age in Samoa, Nueva York, Morrow, 1928. (Traducción castellana: Adolescencia y cultura en Samoa, Buenos Aires, Abril, 1946); Sex and Temperament, Nueva York, Morrow, 1935 (Sexo y temperamento, Buenos Aires, Abril, 1947); Growing up in New Guinea, Nueva York, Morrow, 1930 (Educación y cultura, Buenos Aires, Paidós, 1952). <<

[7] W. Ll. Warner y P. S. Lunt, The Social Life of a Modern Community, New Haven, Yale University Press, 1941, y los volúmenes siguientes de esta serie (Yankee City Series); véase también H. Ozanne, «Social character as a sociological concept», en American Sociological Review, 1943. <<

[8] A. Kardiner, «The concept of basic personality structure as an operational tool in the social sciences», en R. Linton (comp.); The Science of Man in the World Crisis, Nueva York, Columbia University Press, 1945; The Individual and his Society, Nueva York, 1939. (Traducción castellana: El individuo y su sociedad, México, Fondo de Cultura Económica, 1945); The Psychological Frontiers of Society, Nueva York, 1945. <<

[9] La expresión «falsa conciencia» es de origen marxista, pero aquí se le da el sentido más amplio que le asigna Mannheim en su sociología del conocimiento. Véase Ideología y utopía, México, Fondo de Cultura Económica, pág. 85. <<

[10] Fromm observa que el hecho de la represión analizado por Freud en la esfera sexual se extiende en realidad a todos los sectores de la personalidad. A resultados análogos llegan otros sociólogos y antropólogos. Véanse, por ejemplo, las conclusiones de M. Mead en Sexo y temperamento. <<

[11] Véase Reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo, Buenos Aires, Abril, 1945 y La libertad en el Estado moderno, Buenos Aires, Abril, 1946. <<

[12] El autor se refiere aquí a la guerra de 1914-1918. [T.]. <<

[13] Uso del término fascismo o autoritarismo para denominar un sistema dictatorial del tipo alemán o italiano. Cuando me refiera especialmente al sistema alemán, lo llamaré nazismo. <<

[14] John Dewey, Freedom and Culture, Londres, Allen & Unwin, 1940. (Traducción castellana: Libertad y cultura, Rosario, Ed. Rosario, 1946). <<

[15] Corresponde al término inglés internalized. |T.]. <<

[16] Un punto de vista psicoanalítico que, aun cuando se basa en los resultados fundamentales de la teoría freudiana, difiere de ella en muchos aspectos importantes, puede hallarse en la obra de Karen Horney New Ways in Psychoanalysis (Londres, Kegan Paul, 1939; traducción castellana: El nuevo psicoanálisis, México, Fondo de Cultura Económica, 1943), y en la de Harry Stack Sullivan «Conceptions of Modern Psychiatry, The First William Alanson White Memorial Lectures» aparecida en Psychiatry, 1940, vol. 3, n.º 1. Aunque los dos autores difieren en muchos aspectos, el punto de vista que se sostiene aquí tiene mucho en común con ambos. <<

[17] Véase Jacob Burckhardt, The Civilization of the Renaissance in Italy, Londres, Allen & Unwin, 1921, págs. 139 y sigs. (Traducción castellana: La cultura del Renacimiento en Italia, Buenos Aires, Losada, 1942). <<

[18] Op. cit., págs. 299 y sigs. <<

[19] Véase la contribución de los sociólogos J. Dollard, K. Mannheim y H. D. Lasswell, de los antropólogos R. Benedict, J. Hallowell. R. Linton. M. Mead, E. Sapir y la aplicación de A. Kardiner de los conceptos psicoanalíticos a la psicología. (Hay traducción castellana de las obras de K. Mannheim, R. Limón. R. Benedict, M. Mead y A. Kardiner). <<

[20] Dentro de la sociología y psicología social norteamericana se indica, por lo general, con el termino drive «una forma de motivación en la cual el organismo es impulsado a obrar por factores que se hallan esencialmente fuera de su control, sin tener en cuenta la previsión de fines». Véase H. P. Fairchild, Dictionary of Sociology, Nueva York, Philosophical Library, 1944, pág. 99. [T.]. <<

[21] Me gustaría hacer una advertencia con respecto a una confusión que con frecuencia surge acerca de este problema. La estructura económica de una sociedad, al determinar el modo de vida del individuo, opera, en el desarrollo de la persona, como una condición. Estas condiciones económicas son completamente diferentes de los motivos económicos subjetivos, tales como el deseo de riqueza material, considerado como el motivo dominante de la conducta humana por muchos escritores, desde el Renacimiento hasta cienos autores marxistas que no lograron entender los conceptos básicos de Marx. En realidad, el deseo omnicomprensivo de riqueza material es una necesidad peculiar tan sólo de ciertas culturas, y diferentes condiciones económicas pueden crear rasgos de personalidad que aborrecen la riqueza material o les es indiferente. He discutido detalladamente este problema en «Über Methode und Aufgabe einer analytischen Sozialpsychologie», Zeitschrift für Sozialforschung, Leipzig, 1932, vol. I, págs. 28 y sigs. <<

[22] En el Apéndice discutiré con mayores detalles aspectos generales de la interrelación entre las fuerzas psicológicas y las socioeconómicas. <<

[23] Después de haber terminado esta obra, apareció Freedom. Its meaning, planeado y compilado por R. N. Anschen (Nueva York, Harcourt & Brace, 1940), estudio sobre los diferentes aspectos de la libertad. Me complazco en citar aquí especialmente los trabajos de H. Bergson, J. Dewey, R. M. McIver, K. Riezler. P. Tillich. Véase también Carl Steuermann, Der Mensch auf der Flucht, Berlín, Fischer, 1932. <<

[24] Debería hacerse notar aquí que la frustración de los instintos per se no origina hostilidad. Es el ahogamiento de la expansión, la ruptura de los intentos de autoafirmación del niño, la hostilidad que deriva de los padres —más brevemente, la atmósfera de supresión— lo que crea en el niño el sentimiento de impotencia y la hostilidad que de este dimana. <<

[25] Jean Piaget, The Moral Judgement of the Child, Londres, Kegan Paul, 1932, pág. 407. Véase H. S. Sullivan, op. cit., págs. 10 y sigs. <<

[26] Este concepto de instinto no debe confundirse con el que define el instinto como una necesidad fisiológicamente condicionada (tales como el hambre, la sed, etc.), cuya satisfacción se da por medio de procedimientos que, en sí mismos, no son fijos ni se hallan determinados por herencia. <<

[27] L. Bernard, Instinct, Nueva York, Holt & Co., 1924, pág. 509. <<

[28] Véase Ralph Linton, The Study of Man, Londres, Appleton, 1936, capítulo IV. (Traducción castellana: Estudio del hombre, México, Fondo de Cultura Económica, 1942). <<

[29] Al hablar de «sociedad medieval» y de «espíritu de la Edad Media» en contraste con la «sociedad capitalista», nos referimos a tipos ideales[29.1]. Por supuesto, históricamente, la Edad Media no acabo de repente en un determinado momento, ni nació de golpe la sociedad moderna. Todas las fuerzas económicas y sociales que caracterizan a la sociedad moderna ya se habían desarrollado en el seno de la sociedad medieval de los siglos XII, XIII y XIV. Durante la última parte de la Edad Media el papel del capital iba en aumento y lo mismo ocurría con el antagonismo entre las clases sociales urbanas. Como siempre acontece en la historia, todos los elementos del nuevo sistema social ya se habían desarrollado en el seno del viejo orden, reemplazado por aquel. Pero, si bien es importante saber cuántos elementos modernos existían en la Edad Media y cuántos elementos medievales continúan existiendo en la sociedad moderna, toda comprensión teórica del proceso histórico se vería impedida si, al acentuar la continuidad, se disminuyera la importancia de las fundamentales diferencias que existen entre la sociedad moderna y la medieval, o se rechazaran conceptos como los de «sociedad medieval» y «sociedad capitalista», con el pretexto de tratarse de construcciones no científicas. Tales intentos, bajo la apariencia de objetividad y exactitud científicas, de hecho reducen la investigación social a la recolección de una cantidad infinita de detalles y cierran el paso a toda comprensión de la estructura social y de su dinámica. <<

[29.1] En el sentido que poseen en la metodología de Max Weber. [T.]. <<

[30] Jacob Burckhardt, The Civilization of the Renaissance in Italy, Londres, Allen & Unwin, 1921, pág. 129. (Traducción castellana: La cultura del Renacimiento en Italia, Buenos Aires, Losada, 1943). <<

[31] Op. cit., pág. 5. <<

[32] Op. cit., pág. 129. <<

[33] La tesis central de Burckhardt ha sido confirmada y ampliada por algunos autores, mientras que otros la han repudiado. Más o menos en la misma dirección se hallan W. Dilthey (Weltanschauung und Analyse des Menschen seit Renaissance und Reformation, en Gesammelte Schriften, Leipzig, Teubner, 1914. Traducción castellana: Hombre y mundo en los siglos XVI y XVII, México, Fondo de Cultura Económica, 1944) y el estudio de E. Cassirer sobre Individuum und Cosmos in der Philosophie der Renaissance. Por otra parte, Burckhardt ha sido atacado en forma decidida por algunos autores. J. Huizinga ha señalado que Burckhardt ha menospreciado el grado de similitud existente entre la vida de las masas en Italia y la de otros países europeos durante la baja Edad Media; que coloca el comienzo del Renacimiento alrededor de 1400, en tanto la mayor parte del material que emplea como ilustración de su tesis corresponde al siglo XV y principios del XVI; que desdeña el carácter cristiano del Renacimiento y atribuye una importancia injustificada a sus elementos paganos; que toma el individualismo como el rasgo dominante de la cultura renacentista, cuando en realidad se trata de uno entre varios; que la Edad Media no carecía de individualidad en el grado que supone Burckhardt, y que, por lo tanto, su manera de oponer la Edad Media al Renacimiento es incorrecta; que el Renacimiento siguió tan respetuoso de la autoridad como lo había sido la Edad Media; que el mundo medieval no era tan hostil a los placeres mundanos ni el Renacimiento tan optimista como lo piensa Burckhardt; que durante el Renacimiento no existieron más que los gérmenes de la actitud del hombre moderno, es decir, su tendencia hacia los logros personales y el desarrollo de la individualidad; que ya en el siglo XIII los trovadores habían desarrollado la idea de la nobleza del corazón, y que, por otra parte, el Renacimiento no rompió con el concepto medieval de lealtad personal y servicio a alguien superior en la jerarquía social. (J. Huizinga, Das Problem der Renaissance in Wege der Kulturgeschichte, Múnich, Drei Masken Verlag, 1930, págs. 89 y sigs. Véase también Herbst des Mittelalters, Múnich, Drei Masken Verlag, 1924; traducción castellana: El otoño de la Edad Media, Madrid, Alianza Editorial).

Me parece, sin embargo, que aun cuando estos argumentos fueran correctos en detalle, no invalidan la tesis central de Burckhardt. El argumento de Huizinga en realidad sigue este principio: Burckhardt está equivocado porque parte de los fenómenos que invoca para el Renacimiento ya existían en la baja Edad Media, en la Europa central y occidental, y otros surgieron solamente después del final de la época renacentista. Este es el mismo tipo de argumento que ha sido empleado en contra de todas las teorías que contraponen la sociedad feudal medieval con la sociedad capitalista moderna; lo que se ha dicho a propósito de esto último vale también para las criticas presentadas a Burckhardt. Este ha reconocido la diferencia esencial entre la cultura medieval y moderna. Puede haber insistido demasiado en el uso de los conceptos de «Renacimiento» y «Edad Media» —como tipos ideales—, y haber atribuido carácter cualitativo a diferencias que eran cuantitativas; a pesar de todo me parece que tuvo la visión de distinguir claramente la peculiaridad y la dinámica de aquellas tendencias que debían transformarse de cuantitativas en cualitativas en el curso de la historia europea.

Sobre todo este problema véase también el excelente estudio de Charles E. Trinkhaus, Adversity’s Noblemen (Nueva York, Columbia University Press, 1940), que contiene una crítica constructiva de la obra de Burckhardt, llevada a cabo por medio del análisis de las opiniones de los humanistas italianos acerca del problema de la felicidad en la vida. Por lo que concierne al problema tratado en este libro, revisten especial interés sus consideraciones sobre la inseguridad, la resignación y la desesperación, como consecuencia del aumento de la lucha y la competencia por los logros personales (pág. 18). <<

[34] Véase J. Huizinga, op. cit., pág. 159. <<

[35] Véase el análisis de Dilthey acerca de Petrarca (op. cit., págs. 19 y sigs.) y Trinkhaus, op. cit. <<

[36] Op. cit., pág. 139. <<

[37] Véase Max Weber, The Protestant Ethic and the Spirit of Capitalism, Londres, Allen & Unwin, 1930, pág. 65. (Traducción castellana: La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Editorial Península, Barcelona, 1974). <<

[38] Véase Ernst Troeltsch, Renaissance und Reformation, vol. IV, Gesammelte Schriften, Tübingen, 1923. <<

[39] La exposición de la historia económica de la ultima parte de la Edad Media, que sigue a continuación, se funda principalmente en las siguientes obras:

Lamprecht, Zum Verständnis der Wirtschftlichen und sozial Wandlungen in Deutschland vom, 14, zum 16. Jahrhundert, Akademische Verlagsbuchhandlung. J. C. B. Mohr, Ztsch, für Sozial und Wirtschaftsgeschichte, Friburgo de B. y Leipzig, 1893.

Ehrenberg, Das Zeitalter der Fugger. Jena, G. Fischer, 1896.

Sombart, W., Der Moderne Kapitalismus, 1921, 1928.

V. Below, Probleme der Wirtschaftsgeschichte, Tübingen, J. C. B. Mohr, 1920.

Kulischer, Allgemeine Wirtschaftsgeschichte des Mittelalters und der Neuzeit, Múnich y Berlín, Druck und Verlag von R. Oldembourg, 1928.

Andreas, Deutschland vor der Reformation, Stuttgart y Berlín, Deutsche Verlags-Anstalt, 1932.

Weber, Max, The Protestant Ethic and the Spirit of Capitalism, Londres, Allen & Unwin, 1930.

Schapiro, Social Reform and the Reformation, tesis, Universidad de Columbia, 1909.

Pascal, The Social Basis of the German Reformation, Martin Luther and his Times, Londres, 1933.

Tawney, Religion and the Rise of Capitalism, Londres, J. Murray, 1926 (traducción castellana: La religión en el orto del capitalismo; Madrid, Editorial Revista de Derecho Privado, 1936).

Brentano, Der Wirtschaftende Mensch in der Geschichte, Leipzig, Meiner, 1923.

Kraus, Scholastik, Puritanismus und Kapitalismus, Múnich, Dunker & Humboldt, 1930. <<

[40] Véase la bibliografía sobre esta cuestión citada por J. Kulischer, op. cit., págs. 192 y sigs. <<

[41] R. Tawney, op. cit., pág. 28. <<

[42] Op. cit., págs. 31 y sigs. <<

[43] Véase Lamprecht, op. cit., pág. 207; Andreas, op. cit., pág. 303. <<

[44] Schapiro, op. cit., pág. 59. <<

[45] Works of Martin Luther, Filadelfia, A. J. Holman Co., vol. IV, pág. 34. <<

[46] Schapiro, op. cit., págs. 54-55. <<

[47] Lamprecht, op. cit., pág. 200. <<

[48] Citado por Schapiro, op. cit., págs. 21, 22. <<

[49] R. H. Tawney, op. cit., pág. 86. <<

[50] Véase sobre este problema de la competencia: M. Mead, Cooperation and Competition among Primitive Peoples, Londres, MacGraw Hill, 1937; L. K. Frank, The Costs of Competition, en Plain Age, vol. VI, noviembre-diciembre, 1940. <<

[51] Sobre este asunto sigo principalmente a R. Seeberg, Lehrbuch der Dogmengeschichte, Leipzig, Deutsche Verlagsbuchhandlung, 1930, vol. III. 1, 1920, vol. IV, 2; y B. Bartmann, Lehrbuch der Dogmatik, Friburgo, Herder, 1911. <<

[52] Por lo que concierne a este último punto, dice: «Por consiguiente, el predestinado debe esforzarse con la oración y las buenas obras; porque por estos medios se cumple con mayor seguridad la predestinación… y por lo tanto la predestinación puede ser apoyada por las criaturas, pero no puede ser impedida por ellas». The Summa Theologica of St. Thomas Aquinas, traducida literalmente por los padres de la Provincia Dominicana Inglesa, Londres, Burns Oates Washbourne Lt., 1929, 2.ª edición revisada, Parte I, Q. 23, Art. 8. <<

[53] Véase Summa contra Gentiles, vol. III, caps. 73, 85 y 159. <<

[54] R. Seeberg, op. cit., pág. 766. <<

[55] Véase Bartmann, op. cit., pág. 468. <<

[56] Op. cit., pág. 264. <<

[57] La práctica y la teoría de la indulgencia parece ser un ejemplo especialmente ilustrativo de la influencia del creciente capitalismo. No solamente la idea de que se puede comprar la propia exención del castigo expresa un sentimiento nuevo acerca del eminente papel de la moneda, sino que la teoría de la indulgencia tal como fuera formulada en 1343 por Clemente VI muestra también el espíritu de las nuevas maneras capitalistas de pensar. Clemente VI afirmaba que al Papa le estaba confiada la cantidad infinita de méritos adquiridos por Cristo y los Santos, y que, por lo tanto, podía distribuir entre los creyentes partes de este tesoro (véase R. Seeberg, op. cit., pág. 621). Hallamos aquí la concepción del Papa como monopolista, propietario de un inmenso capital moral, y libre de usarlo en su propia ventaja financiera y con beneficios morales para sus «clientes». <<

[58] Debo a Charles Trinkhaus el haber dirigido especialmente mi atención hacia la importancia de la literatura mística y los sermones, así como un cierto número de sugerencias especificas contenidas en este párrafo. <<

[59] Martín Lutero, Vorlesung über den Römerbrief, cap. I, 1. (De la traducción al inglés efectuada por el autor). <<

[60] Op. cit., cap. I, 1. <<

[61] Martín Lutero, The Bondage of the Will. Traducido al inglés por Henry Cole, M. A., Grand Rapids, Mich., B. Erdmans Publ. Co., 1931, pág. 74. <<

[62] Op. cit., pág. 79. Esta dicotomía —sumisión a los poderes superiores y dominación sobre los inferiores— es, como veremos luego, una peculiaridad de la actitud del carácter autoritario. <<

[63] Véase Sermo de duplici iustitia (Luthers Werke, ed. Weimar, vol. II). <<

[64] Römerbrief, 13, 1. <<

[65] «Against the Robbing and Murdering Hordes of Peasants» (1525); Works of Martin Luther, traducción al inglés: C. J. Jacobs, Filadelfia, A. T. Holman Co., 1931. Vol. X, I, pág. 411. Véase la discusión de H. Marcuse acerca de la actitud de Lutero frente a la libertad, en Autorität und Familie, París, Alcan, 1936. <<

[66] John Calvin, Institutes of the Christian Religion, traducción al inglés de John Allen, Filadelfia, Presbiterian Board of Christian Education, 1928, Libro III, Cap. IX, 1. <<

[67] Op. cit., Libro III, Cap. II, 23. <<

[68] Op. cit., Libro III, Cap. VII, 1. Desde las palabras «Porque, del… etc.» la traducción ha sido hecha por mi del original latino, Johannes Calvini Institutio Christianae Religionis, Editionem Curavit, A. Tholuk, Berolini, 1835, Cap. I, pág. 445. La razón de este cambio es que la traducción de Allen introduce una ligera modificación con respecto al original, en el sentido de mitigar la rigidez del pensamiento de Calvino. Allen traduce aquella frase así: «porque, del mismo modo que la complacencia hacia sus propias inclinaciones conduce a los hombres hacia la ruina, de la manera más efectiva, así también el desconfiar de nuestro propio conocimiento o voluntad, siguiendo simplemente la guía del Señor, constituye el único camino de salvación». Sin embargo la expresión latina sibi ipsis obtemperant, no equivale a «seguir sus propias inclinaciones», sino a «obedecerse a sí mismo». La prohibición de seguir sus propias inclinaciones posee el carácter moderado de la ética kantiana, según la cual el hombre debería suprimir sus inclinaciones naturales y, al hacerlo así, seguir los dictados de la conciencia. Por otra parte, la prohibición de obedecerse a si mismo constituye una negación de la autonomía del hombre. Al mismo cambio sutil del significado se llega al traducir ita unicus et salutis portis nihil nec sapere, nec velle per se ipsum como «el desconfiar de nuestro propio conocimiento o voluntad siguiendo… etc.». Mientras la expresión original contradice directamente el lema de la filosofía de la ilustración: sapere aude —atrévete a saber— la traducción de Allen sólo formula una advertencia acerca de la confianza hacia el conocimiento propio, advertencia que contradice en una medida mucho menor el pensamiento moderno. Menciono estas desviaciones de la traducción sobre el original por cuanto ofrecen una buena ilustración de cómo el espíritu de un autor es «modernizado» y adquiere matices —sin duda inintencionadamente— por el solo hecho de ser traducido. <<

[69] Op. cit., Libro III, Cap. VII, 2. <<

[70] Op. cit., Libro III, Cap. XIV, 11. <<

[71] Véase J. Kulischer, op. cit., pág. 249. <<

[72] Véase Georgia Harkness, John Calvin, The Man and His Ethics, Nueva York, H. Holt & Co., 1931, págs. 151 y sigs. <<

[73] Véase F. Borkenau, Der Übergang vom feudalen zum bürgerlichen Weltbild, París, Alcan, 1934, págs. 156 y sigs. <<

[74] Op. cit., Libro III, Cap. 21, 5. <<

[75] Op. cit., Libro II, Cap. 2, 41. <<

[76] Op. cit., Libro III, Cap. VII, pág. 3. <<

[77] Este último punto ha sido tratado especialmente por M. Weber en su obra, como un nexo importante entre la doctrina de Calvino y el espíritu del capitalismo. <<

[78] Véase S. Ranulf, Moral Indignation and Middle Class Psychology; este estudio constituye una contribución importante a la tesis de que la indignación moral es un rasgo típico de la clase media, especialmente en sus estratos inferiores. <<

[79] Véase Max Weber, op. cit., pág. 102; Tawney, op. cit., pág. 190; Ranulf, op. cit., págs. 66 y sigs. <<

[80] Freud se ha dado cuenta de la hostilidad del hombre contra sí mismo, la cual se halla contenida en lo que él llama superyó. También observó que este, en su origen, era la internalización de una autoridad externa peligrosa. Pero no distinguió entre los ideales espontáneos que forman parte del yo y las órdenes internalizadas que mandan al yo… El punto de vista que aquí se presenta se trata con mayores detalles en mi estudio sobre la psicología de la autoridad (M. Horkheimer, comp., Autorität und Familie, París, Alcan, 1934). Karen Horney ha subrayado el carácter compulsivo de las demandas del superyó en New Ways in Psychoanalysis. (Traducción castellana: El nuevo psicoanálisis, México, Fondo de Cultura Económica, 1943). <<

[81] Una discusión más detallada de la interacción entre los factores económicos, ideológicos y psicológicos, puede hallarse en el Apéndice. <<

[82] Conspicuous waste, alusión al conocido concepto de Th. Veblen en Teoría de la clase ociosa. Trad. cast., México, Fondo de Cultura Económica, 1944. [T.]. <<

[83] Una discusión detallada de este problema puede hallarse en el artículo del autor «Selfishness and Self-Love», en Psychiatry, vol. 2, n.º 4, noviembre, 1939. <<

[84] Sullivan se ha acercado a esta tesis en sus conferencias. Afirma que la edad de la preadolescencia se caracteriza por la aparición de impulsos en las relaciones interpersonales capaces de conducir a un nuevo tipo de satisfacción que beneficia a la otra persona (el camarada). Según este autor, el amor es una situación en la cual la satisfacción del amado es tan significativa y deseable como la del amante. <<

[85] Hegel y Marx han formulado los fundamentos necesarios para la comprensión del problema del extrañamiento. Véanse especialmente los conceptos de Marx acerca del «fetichismo de las mercancías» y el «extrañamiento del trabajo». <<

[86] Este análisis de la autoestimación ha sido claramente expuesto por Ernest Schachtel en una conferencia inédita: Self-feeling and the «sale» of personality. <<

[87] Julian Green, Personal Record, 1928-39, traducción inglesa de J. Godefroi, Nueva York, Harper & Brothers, 1939. <<

[88] Desde un punto de vista diferente, K. Horney, con sus tendencias neuróticas (véase El nuevo psicoanálisis), ha llegado a un concepto que posee cierta similitud con la noción aquí expuesta de mecanismos de evasión. La principal diferencia entre los dos conceptos es esta: las tendencias neuróticas constituyen las fuerzas motrices en la neurosis individual, mientras los mecanismos de evasión lo son en la persona normal. Además, Horney insiste sobre todo en el hecho de la angustia, mientras yo me refiero principalmente al del aislamiento del individuo. <<

[89] Hobbes, Leviathan, Londres, 1651, pág. 47. <<

[90] Charakteranalyse (Análisis del carácter), Viena, 1933. (Traducción castellana: Análisis del carácter, Ediciones Paidós, Barcelona, 1981). <<

[91] The Neurotic Personality of Our Time, W. W. Norton, Nueva York, 1936. (Traducción castellana: La personalidad neurótica de nuestro tiempo, Ediciones Paidós, Barcelona, 1983). <<

[92] Psychologie der Autorität, en Max Horkheimer (comp.), Autorität und Familie, París, Alcan, 1936. <<

[93] El marqués de Sade, en el fragmento de Juliette II (citado de G. Gorer, Marquis de Sade, Nueva York, Liveright Publ. Co., 1934) sostenía que la dominación es la esencia del sadismo: «No es placer lo que usted quiere causar a su compañera, sino una impresión que usted desea producir en ella; la de dolor es mucho más fuerte que la de placer…, uno se da cuenta de ello, la emplea, y alcanza satisfacción». Gorer, en su análisis de la obra de Sade, define el sadismo «como el placer producido por la observación de modificaciones del mundo exterior debidas a la acción del observador». La definición de Gorer se acerca más a mi punto de vista sobre el sadismo que la de otros psicólogos. Pienso, sin embargo, que este autor está equivocado al identificar el sadismo con el placer de dominar o con la facultad creadora. La dominación sádica se caracteriza por el deseo de hacer del objeto un instrumento pasivo en las manos de la persona sádica, mientras que la normal goza del ejercicio de su influencia sobre los demás, respetando su integridad y fundándose en un sentimiento de igualdad. En la definición de Gorer, el sadismo pierde su característica especifica y se identifica con la facultad creadora. <<

[94] Traducimos con la palabra «izquierdismo» el término inglés radicalism. [T.]. <<

[95] Víctor Hugo expresó de modo significativo tal idea en el carácter de Javert, en Les Misérables. <<

[96] Moeller van der Bruck, Das Dritte Reich, Hamburgo, Hanseatische Verlaganstalt, 1931, págs. 223-224. <<

[97] Rauschning ha proporcionado una buena descripción del carácter nihilista del fascismo en The Revolution of Nihilism, Nueva York, Longmans, Green & Co., 1939. <<

[98] A este respecto véase Karen Horney, New Ways in Psychoanalysis, Londres, Kegan Paul, 1939. (Traducción castellana: El nuevo psicoanálisis, México, Fondo de Cultura Económica, 1943). <<

[99] Véase la discusión de este asunto en la citada obra de K. Horney, El nuevo Psicoanálisis. <<

[100] Véase H. S. Sullivan, op. cit., págs. 68 y sigs., y su «Research in Schizophrenia», en American J. of Psychiatry, vol. IX, n.º 3; véase también Frieda Fromm Reichmann, «Transference Problems in Schizophrenia», en The Psychoanalytic Quarterly, vol. VIII, n.º 4. <<

[101] En lo referente al problema de la hipnosis, véase la bibliografía indicada por M. H. Erickson en Psychiatry, 1939, vol. 2, n.º 3, pág. 472. <<

[102] El procedimiento psicoanalítico es esencialmente un proceso en el que una persona trata de descubrir su yo original. Las asociaciones libres quieren expresar los pensamientos y sentimientos originales del individuo, manifestándolos con absoluta sinceridad; pero la sinceridad o la verdad en este sentido no se refiere al hecho de decir lo que uno piensa, sino al carácter del mismo pensamiento, que ha de ser original y no una adaptación a alguna pauta esperada. Freud ha acentuado la importancia de la represión de los malos pensamientos; parecería como si este autor no se hubiera percatado suficientemente del grado en que se realiza también la represión de los buenos. <<

[103] L. Mumford, Faith for Living, Londres, Secker and Worhury, 1941, pág. 118. <<

[104] Véase para todo este capítulo, y especialmente para el papel desempeñado por la baja clase media, el interesante articulo de H. D. Lasswell, «The Psychology of Hitlerism», en Political Quarterly, IV (1933), pág. 374, y F. L. Schuman, The Nazi Dictatorship, Londres, Hale, 1936. <<

[105] La opinión que aquí se presenta se funda en los resultados de un estudio inédito sobre el «Carácter de los obreros y empleados alemanes en 1929-30», emprendido Por A. Hartoch, E. Herzog, H. Schachtel y el autor (con una introducción histórica de F. Neumann), realizado bajo los auspicios del International Institute of Social Research de la Universidad de Columbia. El análisis de las contestaciones de 600 personas a un cuestionario detallado, mostró que la minoría presentaba el carácter autoritario, un número más o menos igual, una tendencia a la libertad, y la gran mayoría exhibía una mezcla indeterminada de distintos rasgos. <<

[106] Schuman, op. cit., pág. 104. <<

[107] Adolph Hitler, Mein Kampf, Londres, Hurst and Blackett, 1939, pág. 3. <<

[108] Op. cit., pág. 469. <<

[109] Op. cit., pág. 56. <<

[110] Op. cit., págs. 710 y sigs. <<

[111] Op. cit., págs. 715, 716. <<

[112] Joseph Goebbels, Michael, Múnich, F. Eher, 1936, pág. 57. <<

[113] Op. cit., pág. 21. <<

[114] J. Goebbels, Vom Kaiserhof zur Reichskanzlei, Múnich, F. Eher, 1934, pág. 120. <<

[115] Ley, Der Weg zur Ordensburg. Sonderdruck des Reichsorganisationsleiters der N.S.D.A.P. für das Führercorps der Partei; citado por Konrad Heiden, Ein Mann gegen Europa, Zurich, 1937. <<

[116] Mein Kampf, pág. 618. <<

[117] Op. cit., pág. 408. <<

[118] Op. cit., págs. 394 y sigs. <<

[119] Op. cit., pág. 994. <<

[120] Op. cit., págs. 598 y sigs. <<

[121] El miedo a la libertad se publicó por primera vez en 1941. [Ed.]. <<

[122] Op. cit., pág. 197. <<

[123] Op. cit., pág. 405. <<

[124] Op. cit., pág. 170. <<

[125] Op. cit., pág. 396. <<

[126] Op. cit., pág. 761. <<

[127] Op. cit., pág. 295. <<

[128] Op. cit., págs. 488 y sigs. <<

[129] Op. cit., pág. 414. <<

[130] Op. cit., pág. 966. <<

[131] Op. cit., pág. 978. <<

[132] Op. cit., pág. 783. <<

[133] Op. cit., pág. 298. <<

[134] Op. cit., pág. 300. <<

[135] Op. cit., págs. 955 y sigs. <<

[136] Op. cit., pág. 411. <<

[137] J. Goebbels, Michael, cit., pág. 25. <<

[138] A. Hitler, Mein Kampf, pág. 408. <<

[139] Op. cit., pág. 412. <<

[140] Op. cit., pág. 620 y sigs. <<

[141] Op. cit., pág. 610. <<

[142] Op. cit., pág. 610. <<

[143] Op. cit., pág. 1. <<

[144] Op. cit., pág. 3. <<

[145] Op. cit., pág. 309. <<

[146] Op. cit., pág. 452. <<

[147] Op. cit., pág 392. <<

[148] Op. cit., pág. 289. <<

[149] Op. cit., pág. 972. <<

[150] Op. cit., págs. 339 y sigs. <<

[151] Escrito antes del fin de la guerra y la derrota del nazismo alemán. Las consideraciones que siguen conservan sin embargo su valor con referencia al problema del fascismo en general. [T.]. <<

[152] Según una comunicación de Anna Hartoch (que figurará en un libro próximo a publicarse sobre estudios de casos realizados entre los niños de la Sarah Lawrence Nursery School, en colaboración con M. Gay, A. Hartoch y L. B. Murphy), los resultados del test de Rorschach aplicado a niños de tres a cinco años muestran que el intento de preservar la espontaneidad en tales niños es el origen del conflicto principal entre estos y los adultos autoritarios. <<

[153] Como ejemplo significativo de la comercialización de las expresiones de amistad quiero citar esta información de Fortune referente a «The Howard Johnson Restaurants» (Fortune, septiembre, 1940, pág. 96). «Johnson emplea un grupo de “clientes” que van de restaurante en restaurante para descubrir alguna falta. Puesto que se cocina todo a la vista del público según fórmulas standard y de acuerdo con las medidas señaladas por la oficina central, el inspector sabe cuál es la porción de carne que se le debe dar o cómo ha de ser el gusto de la verdura. También sabe en cuánto tiempo debe servírsele el almuerzo y exactamente hasta qué grado han de mostrársele amistosas la encargada y la camarera». <<

[154] El autor se refiere a los Estados Unidos. [T.]. <<

[155] Véase sobre este problema R. S. Lynd, Knowledge for What?, Londres, Oxford University Press, 1939. Para sus aspectos filosóficos, véase M. Horkheimer, «Zum Rationalismusstreit in der Gegenwärtigen Philosophie», en Zeitschrift für Sozialforschung, París, Alcan, vol. 3, 1934. <<

[156] Véase Max Otto, The Human Enterprise, Nueva York, T. S. Croft, 1940. Capítulos IV y V. <<

[157] El problema que aquí se discute conduce a un tema de hondo significado, y que, por lo menos, es necesario mencionar. El problema ético ¿puede ser aclarado por la psicología dinámica? Los psicólogos aportarán alguna ayuda en este sentido tan sólo cuando puedan ver el significado de los problemas morales para la comprensión de la personalidad. Toda psicología —incluso la de Freud— que considere estos problemas en función del principio del placer, no logrará entender un importante sector de la personalidad y dejará libre el terreno para doctrinas morales de tipo dogmático y antiempírico. El análisis del amor de sí mismo, del sacrificio masoquista y del significado de los ideales que se ha proporcionado en este libro, nos muestra ejemplos de este campo de la psicología y de la ética que merecerían ulterior desarrollo. <<

[158] F. Alexander ha intentado volver a formular los hallazgos caracterológicos de Freud en términos en cierto modo similares a los nuestros (véase F. Alexander, «The Influence of Psychological Factors upon Gastro-Intestinal Disturbances», Psychoanalytic Quarterly, vol. XV, 1934). Pero aun cuando sus opiniones representan un avance con respecto a las de Freud, todavía no ha logrado superar su orientación fundamentalmente biológica, reconociendo plenamente en las relaciones interpersonales la base y la esencia de estos impulsos pregenitales. <<

[159] Para una exposición más completa de este método, véase E. Fromm, Zur Entstehung des Christusdogmas, Wien, Psychoanalytischer Verlag, 1931. <<

[160] Denomino esta concepción seudomarxista porque interpreta la teoría de Marx en el sentido de que la historia se halla determinada por motivos económicos expresados en términos de impulsos psicológicos dirigidos hacia las ganancias materiales, y no, como quería realmente Marx, en términos de condiciones económicas objetivas que pueden originar distintas actitudes económicas, una de las cuales es el deseo intenso de ganancias materiales. (Esto fue señalado en el capítulo I). Una discusión detallada de este problema puede hallarse en el trabajo de E. Fromm, «Über Methode und Aufgabe einer analytischen Sozialpsychologie», Zeitschrift jür Sozialforschung, vol. I, 1932, págs. 28 y sigs. Véase también la discusión que se halla en la obra de Robert S. Lynd, Knowledge for What?, Londres, Oxford University Press, 1939, capítulo II. <<

[161] Edición original: Tübingen, Verlag Von J. C. B. Mohr, Siebeck, 1934. Traducción inglesa por Talcott Parsons. Traducción castellana en Ediciones Península, Barcelona. <<