13 de enero
Siempre he tenido una ambición: ser un gran naturalista. Imagino que es un capricho infantil y me doy cuenta de lo insensato de proponerse objetivos tan altos. Sin embargo, no hay motivo para que no llegue a ser un sabio naturalista si estudio mucho. Espero que todo lo que haga, sea lo que fuere, sea con la esperanza de aumentar el conocimiento de la verdad y no por mi propia fama. Esta entrada podría sugerir que soy tremendamente engreído. Pero, en realidad, soy la persona más humilde del mundo. Sé que he ido más allá que muchos otros y sé que seguiré avanzando pero ¿por qué ser engreído…? Qué vida tan corta tenemos y cuánto trabajo glorioso queda por hacer. Llaman a cenar, así que me voy… Esto parece una de esas graciosas mezclas de lo sublime con lo ridículo de Isaac Walton[12]. En el mismo párrafo, habla de la felicidad abstracta y la mejor salsa para el salmón.
26 de febrero
Aunque es una gran hazaña añadir algo, aunque sólo sea una pizca, a la suma del conocimiento humano, más grande todavía es añadir un pensamiento. Para un hombre, es mejor intentar ser a la vez poeta y naturalista que ser demasiado naturalista y pasar por alto la belleza de las cosas, o demasiado poeta y no entenderlas o no poder ver siquiera las bellezas escondidas que sólo se revelan tras una observación atenta.
17 de marzo
Esta mañana me he levantado cubierto de manchas, con el pecho congestionado y una tos fea. H. me ha llevado del desván al dormitorio de abajo y cuando ha venido el médico ha confirmado la opinión general de que tenía el sarampión. Es un asco. Tengo unas diez mil manchas.
27 de abril
He ido al bosque de A., donde, por extraño que parezca, he visto a Mary otra vez. Pero estaba con toda una tribu de amigos, así que no hemos hablado, pero la he mirado desde lejos con los prismáticos.
8 de mayo
Tras ver a mi viejo amigo el doctor H.[13], resulta que tengo varicela. En lugar de ser el diario de las observaciones de un naturalista[*], se va a convertir en un diario de enfermedades contagiosas.
28 de mayo
[Carta del director de Countryside a mi hermano diciendo que si Countryside creciera, podría ofrecerme un puesto. «Mientras tanto, puede seguir escribiendo… pronto se ganará la vida y, con el tiempo, se hará un nombre.»] Eso está bien. Siempre he querido encontrar un trabajo en una publicación de H. N.
7 de diciembre
He ido a los estanques de patos de F. En el agua había bandadas de ánades silbones y de cercetas. Aprovechando una hondonada, he conseguido observarlos a la perfección y he estado mucho rato tumbado entre la larga hierba, contemplándolos con los prismáticos. Pero durante el día, los patos salvajes no son aves muy animadas o interesantes. Se limitan a descansar con tranquilidad sobre el agua, como corchos flotantes sobre un cristal. De vez en cuando, dan una vuelta perezosa. Pero por lo general están aburridos, tan adormilados y cansados que parece posible acercarse para darles de comer en la mano. Pero cuando he movido la mano sin cuidado, toda la bandada ha emprendido el vuelo y ha cruzado el río zumbando. Después, al anochecer, han regresado a las lagunas; pero en cuanto el sol se ha ido, aquellos seres amodorrados y sosos de la tarde se han transformado en unas aves graznadoras, belicosas y bravuconas que se reñían y empujaban, mientras aprovechaban cualquier momento para darse un baño voluptuoso y se sacudían el agua helada de la espalda con un movimiento de la cola que parecía indicar el más vivo placer.
Ha anochecido. A mis pies se ha alzado una agachadiza común y ha desaparecido en la oscuridad. Las fochas y las pollas de agua empollaban los huevos y un zampullín chico se ha atrevido a nadar y pescar cerca de mí. Remontaba el río metódicamente mientras repasaba toda su zona de pesca.
¡Qué media hora tan feliz! ¡Ay! A medida que pasa el tiempo, disfruto más de esos momentos. Muchas veces no soy consciente del momento presente. Siempre es difícil. Lo que más aprecio son las meras sombras, los fantasmas de los días muertos.
He pasado el último día en el colegio. Dice De Quincey (¿o era Johnson?) que cuando hacemos algo por última vez, si lo hemos hecho regularmente durante varios años, sentimos cierta melancolía, aunque en su momento resultara desagradable… Es cierto.
14 de diciembre
He firmado mi sentencia de muerte; es decir, me he comprometido a hacer de aprendiz de periodista durante cinco años. ¡Pardiez! Trabajaré frenéticamente los próximos cinco años para poder terminar desempeñando un puesto que tenga algo que ver con la historia natural.