3 de enero
Estoy escribiendo un ensayo sobre el ciclo biológico de los insectos y he abandonado la idea de escribir sobre «Cómo pasan el tiempo los gatos».
17 de enero
He ido con L. a lanzar piedras con el tirachinas. Mientras bajábamos por el camino principal nos ha parecido ver un jilguero, pero a lo mejor no lo era. Hemos lanzado unas magníficas pedradas a un agateador norteño parado en el seto, apenas a un pie de distancia. Cuando estábamos cerca de un arroyo, L. ha visto algo que ha tomado por un pato salvaje y lo ha abatido de una pedrada en plena cabeza. Es un tirador espléndido. Al examinarlo, hemos descubierto que no era un pato salvaje sino uno doméstico: una hembra. Hemos salido corriendo y esta noche L. me ha dicho que ha visto al granjero entrar en la pollería con el ave en la mano.
19 de enero
Hemos ido al bosque de A.[1] con S. y L. Hemos visto una lechuza común (Strix flammea) volando en pleno día. Debe saberse que en el bosque de A. hay una pared muy escarpada que hemos escalado para examinar y localizar los lugares en que tal vez aniden las aves la próxima primavera. A S. y a mí nos ha ido bien, pero L., que es un poco descuidado, se ha soltado del árbol al que se sujetaba y se ha caído de cabeza. Ha dado muchas vueltas y nos ha parecido que se golpeaba en la nuca. Pero se ha levantado tan contento como siempre diciendo: «Esto no me gusta nada, menudo golpe me he dado».
8 de febrero
Joe ha parido hoy un gatito. Ha nacido a la una y veinte. Es diminuto. Casi parece deforme. Es gris.
18 de marzo
Nuestro jilguero se acuesta a las cinco y media. El gatito de Joe es muy pequeño. Se llama Magpie[2].
28 de marzo
Como siempre, hemos salido a dar un paseo. Pero hemos tenido mala suerte desde el principio. Primero, cuando hemos llegado al «campo del chotacabras» nos hemos encontrado con que había dos hombres al fondo recortando el seto, así que hemos decidido no aventurarnos, ya que íbamos con Gimbo y Bounce y podrían habernos tomado por cazadores furtivos. Después hemos llegado a un bosque espléndido, pero hemos tenido que marcharnos a toda prisa porque un viejo granjero nos ha perseguido enfadado. En el bosque había muchísimos conejos y, como es natural, los perros ladraban mucho. En cuanto hemos estado fuera de peligro, les he dado una buena paliza. A ese viejo granjero lo conocen por el mote de Bale el campanero.
2 de abril
Ayer me llevé una alegría al ver que la estación de la puesta está tan adelantada. Tengo que conseguir pajitas y berbiquíes para los huevos. La primavera ha llegado de verdad e incluso los saltamontes están empezando a estridular, aunque Burke describe estas pequeñas criaturas como «ruidosas y molestas» y dice que su chirrido es desagradable. Igual que Samuel Johnson, seguro que prefería las paredes de ladrillo a los setos vivos. Mucha gente sale a dar paseos y, sin embargo, no puede admirar la naturaleza porque su capacidad de observación está poco formada. Naturalmente, algunas personas no sirven para el estudio y no se inquietan por ello. En ese caso, no deberían hablar de lo que no entienden… Veo que me he referido al «estudio de la naturaleza», pero eso no puede llamarse «estudio». Es un pasatiempo delicioso, lleno de sueños inútiles pero hermosos y bellos pensamientos, al que nos empuja el hecho de estar en el mundo que Dios nos dio para que nos consolara en tiempos de desgracia… Las palabras no pueden expresar la alegría ni la feliz inconsciencia que experimentamos durante un paseo por el campo. No quiero decir con ello que para disfrutar sea necesario poseer todos los conocimientos detallados y exactos del naturalista, basta con ver cosas comunes: el sol, el zorzal, el saltamontes, la prímula y el rocío.
21 de abril
S. y yo hemos construido una cabañita en el bosque aprovechando un gran hoyo natural en el suelo, junto a un árbol enorme. Hemos tirado unas ramas alrededor y hemos clavado unos palos a modo de empalizada. Vamos a intentar que la hiedra crezca sobre los palos. Fumamos cigarrillos Pioneer y escondemos los paquetes en un agujero situado bajo las raíces del árbol. Es como un armario.
6 de agosto
Por la tarde, S. y yo hemos ido en bicicleta a S. y al anochecer hemos bajado a las rocas y hemos encendido un fuego que crepitaba y ardía en la penumbra… Estas vacaciones quisiera dedicarme un poco a los escarabajos. Los artículos del reverendo J. Wood de B. O. P.[3] me han animado a ocuparme de ellos, y ya era hora, porque no sé nada de coleópteros.
24 de diciembre
He salido con L. para intentar ver ardillas otra vez. No hemos encontrado ninguna y ya me preguntaba si la búsqueda iba a ser inútil cuando L. ha visto una trepando por la corteza de un árbol con un fruto seco en la boca. La hemos perseguido, pero se ha escondido en la parte más densa de un pino albar, todavía con el fruto, y hemos dejado de tirarle piedras. Después, a L. se le ha ocurrido hacer una travesura, supongo que debido a que hacemos muy poco deporte, y ha sacado de sus goznes la puerta de una verja, la ha arrastrado un par de yardas hasta un bosquecillo y allí la ha tirado al suelo. En ese momento ha vuelto a ver la ardilla, ha saltado el seto, se ha metido en el bosque y la ha perseguido con astucia de árbol en árbol. Tras perderla de vista, ha trepado por un pino hasta llegar al nido de la ardilla, situado en la copa, y se ha quedado ahí sentado. Yo estaba abajo y, cuando estaba a punto de devolver la puerta a su sitio, he levantado la vista y he visto a un granjero que me miraba en silencio con aire amenazador. He soltado la puerta y he salido corriendo. L., que estaba junto al nido de la ardilla, sin saber lo que pasaba, me ha gritado que había un nido, pero estaba vacío. El hombre ha mirado hacia arriba y le ha preguntado quién era él y quién era yo. L. no ha querido decírselo y no ha querido tampoco bajar. El granjero ha dicho que iba a subir. L. le ha contestado que si subía, le echaba un gargajo (es decir, un escupitajo). Al final, L. ha bajado y le ha pedido al granjero un vaso de sidra. Éste lo ha echado y L. ha salido corriendo.