Todos tienen miedo.
Estoy en una barca, mirando hacia atrás, hacia el potro que tengo a mi cargo. La embarcación lleva las palabras Negra como la mar pintadas sobre su blanco casco. Detrás de ella nada Fundamental, un potro de pelaje castaño de futuro muy prometedor por el que pagarán muchísimo dinero en el continente. Es uno de los potros que Malvern querrá venderle a George Holly, estoy convencido. El agua oscurece el pelaje de Fundamental. Después de dar unas cuantas brazadas, el potro resopla para expulsar el agua y el aire que se le han metido por los ollares, pero no muestra síntomas de agotamiento. Barca y caballo avanzan lentamente por la resguardada cala. Los acantilados están bastante inclinados en este lugar, como si un niño hubiera decidido apilarlos de ese modo, protegiéndonos así del viento y de las olas. El sonido del motor retumba contra las paredes.
Normalmente no suele gustarme nada este tipo de entrenamiento durante el mes de las carreras pero, después de la mañana tan rara que he pasado, me siento bastante aliviado al poder quedarme sentado unos instantes y reflexionar sobre lo sucedido. Sigo sin comprender qué pudo pasársele por la cabeza a aquella chica para atreverse a bajar a la playa.
Miro hacia la boca de la cala. Uno de los mozos nuevos, Daly, está de guardia. Con el rugido del motor y el chapoteo de Fundamental, me resulta imposible vigilar si se aproxima algún capall uisce en busca de su presa. Resulta sencillo proteger esta cala, porque tiene una boca tan estrecha que permite que una persona vigile lo que sucede mientras la otra entrena al caballo. Vale la pena correr el riesgo, ya que, nadando, el animal se pone fuerte y es un entrenamiento de bajo impacto. Daly tiene una escopeta, que no serviría de mucho en caso de que nos atacara un capall, pero, además, tiene un buen par de pulmones para gritar y darme el tiempo necesario para sacar a Fundamental del agua.
Daly es del continente, es joven y está nervioso. Prefiero tener a mi lado a alguien nervioso que a alguien arrogante. Tiene que ser mis ojos, y yo, de él, los tendría clavados en el estrechísimo pasaje que lleva a la cala.
Fundamental nada tranquilo. Presencié su nacimiento: era todo patas y ojos. No me mira mientras nada. Su único objetivo es ir detrás de la barca. Se nota que tiene algo de capall uisce en sus venas, porque ha heredado su resolución y empeño. Lo observo muy de cerca, con la máxima atención, igual que Daly observa la entrada que lleva a la cala. Fundamental nadaría hasta ahogarse.
Mañana, Malvern querrá que le asigne un caballo a Mutt. Cada año, cuando llega el tercer día, me pide que decida. Y cada año temo que me pida que le asigne a Corr.
No puedo ni imaginármelo.
Fundamental agita la cabeza, como si quisiera apartarse las húmedas crines del cuello. Me inclino para ver si empieza a cansarse. Nadar es un ejercicio de menor impacto que cabalgar sobre tierra firme, pero no quiero que acabe exhausto, tengo entendido que mañana vendrán algunos compradores a examinarlo.
Estoy inquieto. No sé si es porque la chica vuelve una y otra vez a mis pensamientos, interrumpiendo la rutina que he seguido durante años, o porque Mutt se ha meado en mis botas. O tal vez porque el nivel del agua, ya de regreso a la boca de la cala, no está como siempre. Parece demasiado elevado. El cielo está claro y poblado de esponjosas nubes: si tiene que llover, todavía tardará unos días.
No soy capaz de tranquilizarme.
—¡Kendrick! ¡Kendrick!
El rugido del motor hace que el grito sea casi inaudible.
Apenas tengo unos segundos para verlo.
Daly está de pie sobre la arena en la pequeña playa en forma de medialuna, lejos de la boca de la cala. No me da tiempo a pensar por qué se ha ido de allí. Él es quien grita.
Allí donde Daly estaba antes se distingue una silueta. Es Mutt Malvern. Me observa. No, tiene la vista fija en un punto que queda por delante de donde estoy yo.
Contempla el levísimo surco que se ha formado a diez metros de nosotros. Conozco bien esa hendidura, esa grieta antinatural que se forma en la superficie del agua. A primera vista no parece nada, pero ésa es la reacción que tiene el agua cuando un cuerpo de inmenso tamaño se desplaza a toda velocidad por debajo de la superficie.
No tenemos tiempo de llegar a la orilla.
Fundamental sacude violentamente las patas traseras mientras echa la cabeza hacia atrás.
Desaparece bajo el agua.
Mutt Malvern no se ha movido ni un milímetro de la boca de la cala.
Me zambullo en el agua.