Fría y rotunda, la imaginación cierra
Definitivamente su fabulosa casa de verano;
Las vistas azules, cegadas con tablones; nuestros dulces días
De vacaciones, disminuyendo en el reloj de arena.
Los pensamientos que hallaron una maraña de cabello
De sirena en la verde marea menguante,
Ahora pliegan sus alas como murciélagos
Y desaparecen en el ático del cráneo.
No somos lo que podríamos ser; lo que somos
No impide extrapolar nada
Más allá del aquí y del ahora:
Las ballenas blancas se han ido con el océano blanco.
Un raquero solitario, agachado entre unos restos
De conchas caleidoscópicas,
Sondea los fragmentos de Venus con un palo,
Bajo una red de gaviotas burlonas.
El mar ni transforma ni embellece ese vástago[859]
De hueso sumergido que sonríe en cada resaca;
Aunque la mente se afane sin cesar como una ostra,
Al final no nos queda más que un grano de arena.
El agua seguirá fluyendo a la fuerza; el sol,
Saliendo y poniéndose indefectiblemente;
Ningún hombrecillo vive en la exigente luna,
Y eso es todo, todo, todo.