Al diablo este gran hotel de espejos
donde los adjetivos juegan al croquet con los sustantivos
flamencos; en mi opinión, debo ausentarme por un tiempo
de la retórica de estas reinas rococoes.
Objeto: deshacerse de la real palabrería de los accesorios
y subastar todos los yerbos raros conejos blancos;
enviar a mi musa Alicia embalada con retazos multichillones
de símil de seta y atuendo de grifo[853].
Mi nativa prestidigitación pierde sentido:
el sombrero del sombrerero loco ya no genera ninguna metáfora,
y el jabberwock ya no traducirá sus canciones:
por tanto, es hora de desaparecer como el gato de cheshire
de estar a solas en esa auténtica isla donde
las coles son coles, y los reyes, reyes.