UN BRUJO DICE ADIÓS AL APARENTAR[852]

Al diablo este gran hotel de espejos

donde los adjetivos juegan al croquet con los sustantivos

flamencos; en mi opinión, debo ausentarme por un tiempo

de la retórica de estas reinas rococoes.

Objeto: deshacerse de la real palabrería de los accesorios

y subastar todos los yerbos raros conejos blancos;

enviar a mi musa Alicia embalada con retazos multichillones

de símil de seta y atuendo de grifo[853].

Mi nativa prestidigitación pierde sentido:

el sombrero del sombrerero loco ya no genera ninguna metáfora,

y el jabberwock ya no traducirá sus canciones:

por tanto, es hora de desaparecer como el gato de cheshire

de estar a solas en esa auténtica isla donde

las coles son coles, y los reyes, reyes.