PRÓLOGO A LA PRIMAVERA

El paisaje invernal cuelga ahora en equilibrio,

Traspasado por la mirada azul, furiosa de la Gorgona;

Los patinadores se hielan en un cuadro de piedra.

El aire se vuelve cristalino y el cielo entero

Quebradizo como una taza de porcelana inclinada;

La colina y el valle se atiesan, hilera a hilera.

Cada hoja que cae, cae convertida en acero,

Arrugada como un helecho en este ambiente de cuarzo;

Un sosiego escultural mantiene el campo aquietado.

¿Qué contrahechizo podría deshacer el ardid

Que ha inmovilizado in situ esta estación

Y dejado en suspenso cuanto podría ocurrir?

Los lagos yacen encerrados en ataúdes de cristal pero,

Mientras nosotros nos preguntamos qué puede surgir del hielo,

Los pájaros que anuncian el verde irrumpen desde las rocas.