EL SUEÑO[813]

«Esta noche —dije— dormí bien

aunque tuve dos sueños muy extraños

antes de que cambiase el tiempo,

cuando me levanté y abrí todas

las persianas para dejar que el cálido viento

airease las estancias con su húmedo plumaje.

En el primero, yo iba conduciendo

en la oscuridad un coche fúnebre negro,

repleto de hombres, hasta que choqué

con una luz, y, al momento, una mujer

alocada empezó a seguirnos, pidiéndonos

que frenáramos nuestra frenética carrera.

Gritando y maldiciendo se allegó

a la isleta donde habíamos parado

y exigió que le pagase una multa

por haber cometido tan brutal agresión,

estropeando la única e insólita

planta luminosa que había en el universo.

Entonces oí una voz tras de mí

rogándome que le diera la mano

a aquella mujer y la besara en la boca,

ya que ella me amaba, y un abrazo atrevido

evitaría que nos sancionase.

“Lo sé, lo sé”, le dije a mi amigo.

Aun así, aguardé a que me multase,

agarré la brillante citación de la mujer

(mientras ella bañaba el camino de lágrimas),

y luego conduje hasta ti surcando el viento…

Pero mejor será que no te cuente la otra

pesadilla, que transcurría en China».