SONETO: A EVA

Vale, supongamos que agarras un cráneo y lo partes

Igual que romperías un reloj; que aplastas el hueso

Entre las aceradas palmas de tu deseo, que coges

Y observas ese desecho de metal y piedra preciosa.

Bien, pues eso era una mujer: sus amores y sus ardides

Evidenciados en una muda geometría de engranajes

Y discos rotos, antojos inanes y mecánicos,

Rollos de jerigonza ociosa que aún no había soltado.

Ningún hombre ni semidiós podría volver a juntar

Los pedazos del ensueño oxidado, las ruedas

De las melladas simplezas de hojalata relativas al tiempo,

El perfume, la política y los ideales inamovibles.

El pájaro bobo brinca y se tambalea borracho

Piando la hora con trece lunáticos tañidos.