LAS BOCAS DORADAS GRITAN

Las bocas doradas gritan con la verde, joven

certeza del muchacho de bronce

que recuerda un millar de otoños,

cien mil hojas cayendo,

resbalando por sus omóplatos

movidas por su broncínea, heroica razón.

Ignoramos el destino de oro venidero

y nos alegramos en esta estación de metal brillante.

Incluso los muertos ríen entre las varas de oro.

El muchacho de bronce se yergue

hundido hasta las rodillas en los siglos,

y nunca se aflige,

recordando un millar de otoños,

con la luz de un millar de años en sus labios

y sus ojos cegados por las hojas.