REUNIÓN FAMILIAR[794]

Fuera, en la calle, oigo

Un coche, un portazo; voces que se aproximan;

Retazos incoherentes de cháchara

Y el repiqueteo de unos tacones altos al andar;

La campanilla rasga el calor del mediodía

Con sus garras de cobre;

Un segundo de pausa.

Los redobles sordos de mi pulso

Resuenan en un silencio menguante.

Alguien abre la puerta por dentro.

Ah, escucho el barullo de bienvenida,

Las risas y los chillidos de recibimiento:

Tan gorda como siempre, y sin resuello,

La tía Elizabeth plantando un besazo

Sonoro y grasiento en cada mejilla;

Ahí está el rosado y jubiloso chillido

De la prima Jane, nuestra solterona

De ojos marchitos, apagados

Y esas manos que son dos mariposas asustadas;

Áspero como la madera astillada,

En medio de todas las voces,

El gallito ronco y desafinado del barítono tío Paul;

El sobrino más joven, incómodo y nervioso, suelta un gañido

Y babea en la línea de recepción[795].

Como un saltador en un palo mayor de tierra,

En el tramo más alto de la escalera, yo, de pie.

Un remolino me mira lascivamente,

Absorbente como una esponja;

Y yo me deshago de mi verdadera identidad

Para dar ese salto mortal.