Está sucediendo. ¿Continuará?
Mi mente es una roca,
Sin lengua, sin dedos para aferrarse;
Mi dios, el pulmón de acero
Que me ama, que bombea
Mis dos bolsas de polvo[767],
Succionando y expulsando,
No me dejará
Recaer, mientras afuera el día
Pasa volando como una cinta perforada.
La noche trae violetas,
Tapices de ojos,
Luces,
La voz acaramelada de los parlanchines
Anónimos: “¿Estás bien?”.
El pecho almidonado, inaccesible.
Yo, huevo muerto[768], yazgo
Intacto
En un mundo intacto y que no puedo tocar;
En el blanco, tenso
Tambor de mi sofá cama,
Las fotografías me visitan:
Mi esposa, muerta y plana[769], con sus pieles de 1920,
La boca llena de perlas,
Dos muchachas
Tan planas como ella, que susurran: “Somos tus hijas”.
Las aguas inmóviles
Cercan mis labios,
Ojos, oídos, nariz:
Un transparente
Celofán que no consigo romper.
Tumbado sobre mi espalda desnuda,
Sonrío como un buda, desprendiéndome
Del deseo, de todas mis querencias
Como si fuesen anillos
Apegados a sus destellos.
La garra
De la magnolia,
Ebria de sus aromas,
No pide nada a la vida[770].
29 de enero de 1963