217. PARALÍTICO

Está sucediendo. ¿Continuará?

Mi mente es una roca,

Sin lengua, sin dedos para aferrarse;

Mi dios, el pulmón de acero

Que me ama, que bombea

Mis dos bolsas de polvo[767],

Succionando y expulsando,

No me dejará

Recaer, mientras afuera el día

Pasa volando como una cinta perforada.

La noche trae violetas,

Tapices de ojos,

Luces,

La voz acaramelada de los parlanchines

Anónimos: “¿Estás bien?”.

El pecho almidonado, inaccesible.

Yo, huevo muerto[768], yazgo

Intacto

En un mundo intacto y que no puedo tocar;

En el blanco, tenso

Tambor de mi sofá cama,

Las fotografías me visitan:

Mi esposa, muerta y plana[769], con sus pieles de 1920,

La boca llena de perlas,

Dos muchachas

Tan planas como ella, que susurran: “Somos tus hijas”.

Las aguas inmóviles

Cercan mis labios,

Ojos, oídos, nariz:

Un transparente

Celofán que no consigo romper.

Tumbado sobre mi espalda desnuda,

Sonrío como un buda, desprendiéndome

Del deseo, de todas mis querencias

Como si fuesen anillos

Apegados a sus destellos.

La garra

De la magnolia,

Ebria de sus aromas,

No pide nada a la vida[770].

29 de enero de 1963