207. LOS MIEDOSOS[732]

Este hombre se inventa un seudónimo

Y se arrastra tras él como un gusano.

Esta mujer que está al teléfono

Afirma ser un hombre, no una mujer.

La máscara crece, se come al gusano,

Le marca con rayas[733] la boca, los ojos, la nariz.

La voz de la mujer se ahonda

Más y más, como la de un muerto,

Repta insidiosa en las consonantes oclusivas.

Ella odia

La sola idea de tener un niño

—Un ladrón de células, un ladrón de belleza—,

Preferiría estar muerta antes que gorda,

Muerta y perfecta, como Nefertiti,

Oyendo a la máscara feroz ensalzar

El limbo plateado de cada uno de sus ojos

Donde el niño nunca puede nadar,

Donde sólo existe él, él.

16 de noviembre de 1962