Dos. Por supuesto hay dos.
Cosa que ahora me parece de lo más normal.
Hay uno que jamás alza la vista, con unos ojos enormes
Bajo los párpados cerrados, igual que los de Blake[723],
Y que exhibe
Sus marcas de nacimiento, que son su marca de fábrica:
La quemadura del agua hirviendo,
El desnudo
Cardenillo del cóndor.
Yo soy carne fresca para él. Me ataca
De lado con su pico, pero yo aún me resisto.
Me dice que no soy nada fotogénica,
Que los niños conservados
En las cámaras frigoríficas del hospital
Resultan de lo más tiernos, con sus sencillos
Cuellos de encaje,
Las estrías de sus sudarios
Jónicos,
Y sus dos piececillos.
Éste ni sonríe ni fuma.
El otro sí,
El tipo zalamero[724] y con melena.
Un cabrón
Que masturba un destello
Para conseguir que le quieran.
Pero yo ni me inmuto.
La escarcha forma una flor,
El rocío, una estrella,
Las campanas doblan,
Las campanas doblan
Por alguien[725].
14 de noviembre de 1962