Amor, el mundo
Cambia de súbito, cambia de color. La luz
De la farola escinde[716] las vainas del laburno—
Esas colas de rata— a las nueve de la mañana.
Esto es el Artico,
Este pequeño círculo
Negro, con sus sedosas hierbas ambarinas: el cabello de un niño.
Flota un verdor en el aire,
Suave, delicioso,
Que amorosamente me cobija.
Cálida y sonrojada, me siento
Como un enorme prodigio,
Tan estúpidamente feliz,
Chapoteando y chapoteando
Con mis botas de agua por el hermoso rojo.
Ésta es mi heredad[717].
Dos veces al día
La recorro, olisqueando
El bárbaro acebo, con sus festones
Limas[718], hierro puro,
Y el muro de los viejos cadáveres.
Me encantan.
Me encantan como me encanta la Historia.
Las manzanas son doradas,
Imagínatelo:
Mis setenta árboles
Sosteniendo sus bolas color oro rojizo
En medio de una sustanciosa sopa gris[719],
Con su millón
De hojas doradas, metálicas e inertes.
Oh amor, oh célibe.
Nadie sino yo
Pasea por este humedal, mojada hasta la cintura[720].
Los irremplazables
Oros sangran y medran, bocas de las Termopilas[721].
11 de noviembre de 1962