204. CARTA DE NOVIEMBRE[715]

Amor, el mundo

Cambia de súbito, cambia de color. La luz

De la farola escinde[716] las vainas del laburno—

Esas colas de rata— a las nueve de la mañana.

Esto es el Artico,

Este pequeño círculo

Negro, con sus sedosas hierbas ambarinas: el cabello de un niño.

Flota un verdor en el aire,

Suave, delicioso,

Que amorosamente me cobija.

Cálida y sonrojada, me siento

Como un enorme prodigio,

Tan estúpidamente feliz,

Chapoteando y chapoteando

Con mis botas de agua por el hermoso rojo.

Ésta es mi heredad[717].

Dos veces al día

La recorro, olisqueando

El bárbaro acebo, con sus festones

Limas[718], hierro puro,

Y el muro de los viejos cadáveres.

Me encantan.

Me encantan como me encanta la Historia.

Las manzanas son doradas,

Imagínatelo:

Mis setenta árboles

Sosteniendo sus bolas color oro rojizo

En medio de una sustanciosa sopa gris[719],

Con su millón

De hojas doradas, metálicas e inertes.

Oh amor, oh célibe.

Nadie sino yo

Pasea por este humedal, mojada hasta la cintura[720].

Los irremplazables

Oros sangran y medran, bocas de las Termopilas[721].

11 de noviembre de 1962