Oh, vieja tía solterona, has venido a verme.
¡Entra al recibidor!
¡Con tu intrépida
Salamanquesa[656], ese toquecillo!
Toda ella dentada, con un fulgor misterioso, y cada diente de oro macizo.
¡Y yo así, en bata y en zapatillas, y sin mi pintalabios!
¡Y encima pretendes que te enseñe toda la casa!
Sí, sí, aquí es donde vivo.
No se puede comparar con tu hogar, claro, lleno de gansos
De Java y árboles exóticos[657].
Esto está un poco deteriorado,
Un poco descontrolado, un poco desaseado, ¡un poco caótico!
Oh, yo no pondría el dedo en eso,
Tiíta, ¡podría morderte!
Eso es mi nevera portátil, no el gato,
Aunque parezca un gato, con su suave, blanquísima superficie.
¡Tendrías que ver los objetos que hace!
¡Millones de pastelitos de vidrio con forma de aguja!
Muy buenos para la jaqueca o el dolor de vientre. Y esto
Es el sitio donde estaba la caldera[658],
Cada trozo de carbón, un ardiente punto de cruz, ¡una afectuosa luz!
Sencillamente, explotó una noche,
Se desvaneció en su humareda.
Y por eso no tengo pelo, tiíta, por eso me ahogo,
Me dan arcadas como si fuera a vomitar.
El gas del carbón es muy malo para la salud.
Aquí hay una cosilla[659] que creo que te gustará ver:
¡Un auténtico géiser[660]!
Su azul es una joya.
Hierve durante horas.
Oh, yo que tú no humedecería el pañuelo en él: ¡Es peligroso!
El verano pasado —Dios mío—, el verano pasado
Se tragó a siete jovencitas y a un fontanero,
Y luego los devolvió vaporizados, planchados y almidonados como camisas.
¿Que yo estoy amargada? ¿Antipática contigo?
Pues aquí tiene tus gafas, querida, tu bolso.
Anda, vete a casa a tomar el té, con tu dichoso sombrero liso.
Yo me tomaré aquí un té con limón,
Té con limón, sí, y galletas de cucaracha[661] —horripilante— horripilante.
A ti no te gustarían, créeme.
Vete a tu casa, vete antes de que el tiempo empeore.
Pero, con ese tambaleo, ¡no vayas a tropezar y caer encima de la niñera!
Puede que ella sea calva, puede que no tenga ojos,
Pero, tiíta, es tremendamente agradable.
Es una mujer rosada[662], una comadrona nata:
Puede traer a la vida incluso a los muertos,
Con sus dedos culebreantes, y por muy poco dinero.
Pero, en fin: ¡espero que te divirtieras, tiíta!
¡Vete a casa a tomar el té!
25 de octubre de 1962