180. INVERNANDO[576]

Llegó la estación confortable, no queda nada por hacer.

Ya hice girar el fórceps[577] de la comadrona,

Ya tengo mi miel,

Seis tarros completos[578],

Seis ojos de gato en la bodega,

Invernando en un lugar sombrío, sin ventanas,

En el corazón de la casa,

Junto a la confitura ya rancia del último inquilino

Y las botellas de vacíos oropeles:

La ginebra de Sir Fulano de Tal.

Éste es el cuarto donde nunca estuve.

Éste es el cuarto donde nunca pude respirar[579].

La negrura se arracima en él como un murciélago,

No hay más luz

Que la de la linterna y su pálido

Amarillo chino sobre estos objetos aterradores:

Negra asnidad[580]. Decadencia.

Posesión.

Son ellos quienes me poseen a mí.

Ni crueles ni indiferentes,

Tan sólo ignorantes.

Llegó el momento de estar pendiente de las abejas —las abejas

Tan lentas que apenas las reconozco,

Desfilando como soldados

Hacia la lata de almíbar

Para resarcirse de la miel que les quité.

Tate & Lyle[581], con su nieve refinada,

Las impulsan a seguir.

Ellas viven de esa empresa azucarera, no de las flores.

Las abejas la toman. El frío se asienta dentro.

Aflora se apelotonan, forman una masa,

Negra

Mente contra toda esta blancura.

La sonrisa de la nieve es blanca, se expande de dentro hacia afuera,

Como un cuerpo de un kilómetro de largo, hecho de porcelana de Meissen,

En el que, los días de calor,

Las abejas tan sólo pueden acarrear a sus muertas.

Todas son mujeres, infinidad

De doncellas y una esbelta dama real.

Se han desembarazado de los hombres,

De esos lerdos, ineptos y chabacanos patanes.

El invierno es para las mujeres:

La mujer, tranquila, en silencio, haciendo punto

Junto a la cuna de nogal español; su cuerpo

Es un bulbo enraizado en el frío, demasiado embotado para pensar.

¿Sobrevivirá la colmena? ¿Conseguirán los gladiolos

Salvaguardar su fuego

E iniciar con él otro año?

¿A qué sabrán las rosas de Navidad[582]?

Las abejas ya están volando. Ya saborean la primavera[583].

9 de octubre de 1962