174. EL DETECTIVE[551]

¿Qué estaba haciendo ella cuando todo sucedió de golpe

Sobre las siete colinas, el surco rojo, la montaña azul?

¿Estaba ordenando las copas? Es un detalle importante.

¿O estaba en la ventana, escuchando? En este valle,

Los chillidos del tren resuenan como almas colgadas de ganchos.

Pues éste es el valle de la muerte, aunque las vacas medren en él.

En el jardín de esa mujer, las mentiras estaban desplegando sus sedas húmedas,

Y los ojos del asesino moviéndose como babosas, de soslayo,

Incapaces de encararse con los dedos, esos malditos egotistas.

Los dedos estaban estampando una mujer en una pared,

Un cuerpo en una pipa, y el humo elevándose.

Este olor es el de los años que arden, aquí en la cocina,

Éstos son los engaños, clavados como fotos familiares,

Y esto es un hombre, mira su sonrisa,

¿El arma homicida? No, nadie ha muerto.

En la casa, no hay ningún cuerpo del delito.

Hay un olor a brillo, hay alfombras de felpa.

Hay la luz del sol, empuñando sus aceros,

Matón aburrido en un cuarto rojo

Donde la radio habla sola como un pariente anciano.

¿Llegó como una flecha, llegó como un cuchillo?

¿Qué clase de veneno es?

¿Qué retorcedor de nervios, qué convulsionador? ¿Daba calambres?

Éste es un caso sin cuerpo del delito.

El cuerpo no cuenta para nada aquí.

Éste es un caso de vaporización.

Primero la boca, que sabemos que desapareció

En el segundo año. Hasta entonces, había sido insaciable,

Y, en castigo por ello, la colgaron como un fruto pasado

Para que se arrugase y se secase.

Luego los pechos,

Que eran más duros, dos piedras blancas.

La leche se volvió amarilla, después azul y dulce como el agua.

Los labios no desaparecieron, tampoco los dos niños,

Aunque estaban en los huesos, y la luna sonreía.

Luego la leña seca, las verjas,

Los surcos marrones y maternales, toda la finca.

Sí, Watson, caminamos por un terreno resbaladizo[552].

Aquí no hay más que la luna, embalsamada en fósforo.

No hay más que un cuervo en un árbol. Tome nota.

1 de octubre de 1962