171. QUEMANDO LAS CARTAS[533]

Hice una hoguera, cansada ya

De los blancos puños[534] de las viejas

Cartas y de su cascabeleo letal

Cada vez que me acercaba demasiado a la papelera.

¿Qué sabían ellas que yo ignoraba?

Grano a grano, desplegaban

Sus arenales allí donde un sueño de agua clara

Sonreía burlón como un coche preparado para la huida.

Yo no soy nada sutil

Amor, amor, y sí, estaba harta

De esas cajas de cartón color cemento, esa jauría

Sujeta por un odio

Obtuso, bajo un montón de hombres vestidos con chaquetas rojas,

Y los ojos y las fechas de los matasellos.

Este fuego puede lamer y adular, pero es despiadado:

Un fanal que

Mis dedos podrían atravesar aunque

Se fundiesen y se combasen. Pero yo les digo:

No tocar.

Se acabó el escribir, se acabó eso

De inclinar y de arrastrar servilmente las manos[535], y las sonrisas, las sonrisas.

Así al menos el ático pasará a ser un buen lugar.

Así al menos no me engañarán y pillarán justo debajo

De la superficie, con un ojo de latón,

Como un pez necio

Acechando destellos,

Surcando mi Artico

Entre un deseo y otro.

Así pues, envuelta en mi bata, atizo los pájaros de carbón.

Son mucho más hermosos que mi búho incorpóreo,

Y me consuelan:

Volando, elevándose, aunque cegados.

Podrían huir revoloteando, negros y refulgentes, podrían ser ángeles de carbón

Si tuviesen algo que decir a alguien.

Pero yo misma me estoy encargando de que no sea así.

Con la punta del hurgón,

Escamo papeles que respiran como la gente,

Los disemino

Entre las lechugas amarillas y las coles alemanas,

Envueltos en sus arcanos sueños azules,

Envueltos como un feto.

Y, entonces, un nombre[536] con los bordes ennegrecidos

Se marchita a mis pies,

Orquídea sinuosa

En un nido de rizoides y de hastío:

¡Ojos pálidos, guturales de charol[537]!

La cálida lluvia pringa mis cabellos, aunque sin extinguir nada.

Mis venas brillan como los árboles.

Perros desgarrando un zorro: eso es lo que parece esto[538],

Una explosión roja y un grito

Que se expande desde su bolsa[539] rajada y no se detiene

En la mirada yerta

Y la expresión disecada, sino que continúa

Tiñendo el aire,

Contándole a las partículas de las nubes, a las hojas, al agua

Lo que es la inmortalidad. Que él es inmortal.

13 de agosto de 1962