151. EL CIRUJANO A LAS DOS DE LA MAÑANA[444]

La luz blanca es artificial, y tan higiénica como el cielo.

Los microbios no pueden sobrevivir bajo ella.

Escapan con sus vestimentas transparentes, ahuyentados

Por los escalpelos y las manos de goma.

La sábana escaldada es un campo nevado, helado y apacible.

El cuerpo que hay debajo está ahora en mis manos.

Como de costumbre, no tiene rostro. Un bulto de blanco zinc

Con siete agujeros horadados con los dedos. El alma es otra luz.

Nunca la he visto; no vuela hacia lo alto.

Esta noche ha ido menguando como la luz de un barco.

Éste es el jardín que tengo a mi cargo: tubérculos y frutos

Exudando sus sustancias pegajosas,

Una maraña de raíces. Mis asistentes las retiran con hoces

Mientras me asaltan hedores y colores.

Éste es el árbol del pulmón.

Estas orquídeas son espléndidas. Moteadas y enroscadas como serpientes.

El corazón es una campánula roja, angustiada.

¡Qué pequeño soy comparado con estos órganos!

Arrastrándome como un gusano,

Me interno en esta espesura púrpura, tajo tras tajo.

La sangre es un ocaso. La admiro.

Me sumerjo hasta los codos en ella, roja y chillona.

Todavía rezuma, no se cansa.

¡Es algo mágico! Un cálido manantial

Que yo debo frenar, reconducir para llenar

Los intricados conductos azules que hay debajo de este pálido mármol.

Cuánto admiro a los romanos:

¡Los Acueductos, los Baños de Caracalla, la nariz aguileña!

El cuerpo es un objeto romano.

Ha cerrado la boca que contiene la píldora pétrea del reposo[445].

Es una estatua que los camilleros se llevan

Después de que yo la haya perfeccionado,

Quedándome con un brazo o una pierna,

Una ristra de dientes o de guijarros

Para hacerlos tintinear en una botella y llévatelos a casa,

O de rodajas de tejidos: un salami patológico.

Esta noche las partes yacen sepultadas en una nevera.

Mañana nadarán

En vinagre como reliquias de santos.

Mañana el paciente tendrá un miembro limpio, rosado, de plástico.

Sobre una de las camas de la sala, una lucecilla azul

Anuncia una nueva alma. La cama es azul.

Esta noche, para esa persona, el azul es un color maravilloso.

Los ángeles de la morfina le han levantado el ánimo,

Y ahora flota a ras del techo,

Oliendo la brisa de la aurora.

Yo ando entre estas gentes que duermen en sarcófagos de gasa.

Las luces rojas de la noche son lunas planas. Mates, a causa de la sangre.

Yo, con mi bata blanca, soy el sol,

Y estas caras grises, cerradas por las drogas, las flores que me siguen.

29 de septiembre de 1961