145. VIUDA

Viuda. La palabra se consume a sí misma:

Cuerpo, una hoja de papel prensa en el fuego,

Levitando durante un minuto mudo en la corriente de aire,

Sobre la roja, abrasadora topografía

Que le extirpará el corazón como un solo ojo.

Viuda. La sílaba muerta[425], con su sombra,

La sombra de un eco, revela el panel de la pared

Tras el que se halla el pasaje secreto: aire viciado,

Recuerdos rancios, la escalera de caracol

Que remata en lo alto sin conducir a nada en absoluto…

Viuda. La araña amargada se sienta

Y asienta en el centro justo de sus radios sin amor.

La muerte es el vestido que lleva, su sombrero y su collar.

La cara de polilla de su marido, enferma y macilenta como la luna,

Circunda la suya como la presa que ella quisiera matar

Por segunda vez, para volver a tenerlo cerca:

Una imagen de papel para apretujarla contra su corazón

Igual que apretujaba sus cartas, hasta que éstas entraban en calor

Y parecían darle calor también a ella, como una piel viva.

Pero ahora es ella quien se ha vuelto papel, y sin nadie que le dé calor.

Viuda: ¡esa inmensa heredad[426] vacante!

La voz de Dios no es más que una corriente de aire

Prometiendo un sin fin de estrellas duras, un espacio

De inmortal vacuidad entre los astros

Y los no cuerpos[427], que cantan como flechas ascendiendo al cielo.

Viuda, los árboles compasivos, los árboles

De la soledad, los árboles del duelo se inclinan.

Aguardan como sombras en el paisaje verde,

O incluso como agujeros negros hechos en él.

Una viuda es como ellos, una mera sombra de algo,

Dos manos entrelazadas sin nada entre ellas.

Un alma sin cuerpo podría traspasar otra alma

En este aire claro sin llegar a saberlo nunca:

Un alma atravesando otra, frágil como el humo

E ignorando por completo el camino que siguió.

Eso es lo que ella teme: que el alma de él pueda chocar

Y ser chocada por los sentidos embotados de ella,

Como el ángel azul de la Virgen, como una paloma contra el cristal

De una ventana cegada a todo salvo a la gris habitación

Desangelada a la que da y ha de seguir dando.

16 de mayo de 1961