140. LAS EMBARAZADAS

Irrefutables, tan hermosamente satisfechas de sí mismas

Como la propia Venus en su venera-pedestal,

Envuelta en su mantilla de cabello rubio y en la gasa

Salada de la brisa marina, se encuentran

Las embarazadas en sus vestidos sueltos.

Sobre cada estómago pesado flota un rostro

Apacible como una luna o una nube.

Sonriendo para sus adentros, meditan

Devotamente como un bulbo holandés

Al conformar sus veinte pétalos.

La oscuridad aún cría[407] su secreto.

En la colina verde, bajo los espinos,

Aguardan oír la llegada del milenio,

La llamada del pequeño, nuevo corazón.

Angelotes de nalgas rosadas las atienden.

Sin hacer nada en particular, salvo madejas de lana,

Se mueven a sus anchas entre los arquetipos[408].

El ocaso las corona de un azul virginal[409]

Mientras, a lo lejos, el eje del invierno

Gira chirriando, acercándose[410] amenazadoramente

Con la paja, la estrella y los magos de canas grises.

26 de febrero de 1961