Vacía, resueno hasta cuando doy el más ligero paso,
Museo sin estatuas, grandioso con sus pilares, pórticos, rotondas.
En mi patio, una fuente brota y se abisma en sí misma,
Con corazón de monja y ciega ante el mundo. Lirios de mármol
Exhalan su palidez como un aroma.
Me imagino a mí misma frente a un público numeroso,
Madre de una blanca Niké y de varios Apolos sin párpados[405].
Pero, en vez de eso, los muertos me hieren con sus atenciones, y nada puede ocurrir.
La luna posa una mano sobre mi frente,
Impávida y callada[406] como una enfermera.
21 de febrero de 1961