134. PARLIAMENT HILL FIELDS[388]

En esta colina pelada[389], el año nuevo aguza su filo.

Inexpresivo y pálido como la porcelana,

El cielo redondo sigue absorto en sus cosas.

Nadie nota tu ausencia;

Nadie puede saber que me faltas.

Las gaviotas han enhebrado el lecho legamoso del río

De vuelta a esta cima herbosa. Tierra adentro, discuten

Mientras se posan y se estremecen como un papel al viento

O las manos de un inválido. Aun macilento, el sol

Consigue reflejar unos destellos tan metálicos

En los estanques entrelazados que mis ojos se retraen

Y se desbordan; la ciudad se funde como azúcar.

Una columna de colegialas —anudándose y deteniéndose,

Todas dispares pese al uniforme azul— se abalanza para arrollarme[390].

Para ellas soy una piedra, un palo nada más.

A una se le cae un pasador rosa de plástico,

Pero ninguna parece percatarse. Sus chillidos,

Sus cotilleos estridentes[391] van desapareciendo como en un embudo.

Ahora el silencio se entrega al silencio.

El viento me impide respirar, es una mordaza.

Por el sur, en Kentish Town, una humareda incolora

Envuelve árboles y tejados.

Parece un campo nevado o un banco de nubes.

Supongo que ya no tiene ningún sentido pensar en ti.

Tu mano de muñeca ha dejado de aferrarse.

El túmulo, incluso al mediodía, custodia su sombra negra:

Ahora me sabes menos constante,

Espectro de hoja, espectro de pájaro.

Rodeo los árboles retorcidos. Soy demasiado feliz.

Estos fieles cipreses de ramas oscuras

Cavilan enraizados en su montón de pérdidas.

Tu grito se desvanece como el zumbido de un mosquito.

Te pierdo de vista en tu ciego viaje,

Mientras los brezos brillan y los arroyos ahusados

Van deshilándose del todo. Mi mente corre con ellos,

Encharcando huellas, rebuscando tallos y guijarros.

El día se vacía de imágenes

Como una taza o una habitación. La curvatura de la luna

Se vuelve más blanca, fina como la piel que sutura una cicatriz.

Ahora, en la pared del cuarto de los niños,

Las azules plantas nocturnas y la pálida colinilla azul

Que se ven en la foto de cumpleaños de tu hermana empiezan a brillar.

Los crisantemos[392] anaranjados y los papiros egipcios

Se animan. Cada uno de los arbustos azules

En forma de oreja de conejo que hay tras el cristal

Exhala un aura añil, como un globo de celofán.

Los viejos posos, las viejas dificultades me toman por esposa.

Las gaviotas se contraen para afrontar la helada vigilia

Que les aguarda en esta media noche de viento.

Entro en la casa iluminada.

11 de febrero de 1961