130. LOS REYES MAGOS[370]

Las abstracciones penden en el aire como ángeles aburridos:

Nada tan vulgar como una nariz o un ojo[371]

Vigilando la extrema palidez de sus rostros ovalados.

Su blancura no es producto de la limpieza,

La nieve, la tiza ni nada parecido. Ellos son

Lo real, vale: los Buenos, los Verdaderos,

Saludables y puros como el agua hervida,

Y exentos de amor, como la tabla de multiplicar.

Mientras, la niña sonríe en el aire rarificado.

Tan sólo lleva seis meses en el mundo y ya puede

Andar a gatas como una hamaca con patas.

Para ella, la pesada noción del Mal que acecha su cuna

Tiene menos importancia que un dolor de tripa,

Y el Amor, su ama de leche, no es ninguna teoría.

Esa gente de Dios[372] hecha de papel se confunde de estrella,

En realidad busca la cuna de algún Platón lumbreras[373].

Dejémosles, pues, que asombren el corazón de éste con sus respectivos méritos[374].

Pero ¿qué niña podría florecer en semejante compañía?