128. AL MARCHAR TEMPRANO[361]

Señora, su habitación está podrida de flores.

Esto es lo que recordaré cuando usted me eche a patadas:

A mí, sentado aquí, aburrido como un leopardo

En su jungla de lámparas hechas con botellas de vino[362],

Cojines de terciopelo color morcilla,

Y el pez volador de porcelana, traído de Italia.

A usted consigo olvidarla escuchando a las flores cortadas

Sorber el líquido de sus diversos tarros,

Sus jarras y sus copas en recuerdo de la Coronación[363],

Como los borrachos los lunes. Las bayas lechosas[364],

Una constelación local, se inclinan

Sobre la mesa ante sus admiradores:

Multitudes de ojos mirando hacia arriba.

¿Son pétalos o son hojas eso con lo que usted las ha emparejado,

Esos óvalos de papel de plata con rayas verdes?

Los geranios rojos sí que los conozco.

Amigos, amigos que huelen a sobaco

Y a las complicadas enfermedades otoñales,

A almizcle, como un lecho de amor a la mañana siguiente.

Ah, las narices me pican de pura nostalgia.

Viejas brujas teñidas de alheña —tela de su tela[365], señora—

Tocan con el pie un agua pasada, espesa como la niebla.

Las rosas en la Toby ]ug[366]

Entregaron su espíritu anoche. En buena hora.

Sus corsés amarillos estaban a punto de rasgarse.

Mientras usted roncaba, oí cómo los pétalos se desprendían,

Golpeteando y repiqueteando como dedos nerviosos.

Debería haberlas tirado a la basura antes de que muriesen.

El alba se topó con la tapa del escritorio

Plagada de manos chinas. Ahora unos crisantemos

Del tamaño de la cabeza de Holofernes

Inmersos en el mismo color magenta

Que el de este sofá rechoncho, me observan.

Acumulados en el espejo, sus dobles los respaldan.

Escuche, escuche cómo sus inquilinos, los ratones,

Sacuden los paquetes de galletas de soda. Una alfombra de harina

Fina amortigua el ruido de sus patas de pájaro. Escuche cómo silban de alegría.

Pero no, usted sigue dormitando, de cara a la pared.

Esta llovizna me sienta tan bien como una chaqueta triste.

¿Cómo fue que llegamos a su desván?

Usted me dio ginebra en un florero[367] de cristal, y luego

Dormimos como piedras. Pero señora, ¿qué voy hacer yo

Con un pulmón lleno de polvo y una lengua de madera[368],

Hundido hasta las rodillas en el frío e inundado de flores?

25 de septiembre de 1960