Como una payasa, tan dichosa ahí, apoyada sobre tus manos,
Con los pies apuntando a las estrellas, un cráneo en forma de luna
Y branquias de pez. Un cierto sentido común
Te lleva a rechazar el destino del dodo[341].
Enrollada en ti misma como el sedal en el carrete,
Pescas tu propia oscuridad, como los búhos.
Muda como un nabo desde el cuatro
De julio al uno de abril[342].
Mi pequeña moradora[343], mi hogaza de pan creciente.
Criatura difusa como la niebla y ansiada como una carta.
Más lejana que Australia.
Atlas encorvado, nuestra gamba viajera.
Acurrucada y compacta como un retoño,
Tan a gusto ahí como una sardina en su escabeche.
Nasa para anguilas, toda ondas.
Saltarina como un fríjol mejicano[344].
Bien hecha, como una suma correcta.
Pizarra reluciente[345], con tu cara en ella.
Enero/Febrero de 1960