Las fuentes, secas; las rosas, acabadas.
Incienso de la muerte. Tu día se avecina.
Las peras engordan como pequeños budas.
La bruma azul draga el lago.
Estás atravesando la era de los peces,
Los siglos autocomplacientes del cerdo
—Cabeza, pezuña y dedo—
Surgen claros de la sombra. La historia
Alimenta estas estrías rotas,
Estas coronas de acantos,
Y el cuervo adecenta su ropaje.
Tu herencia: brezo blanco, un ala de abeja,
Dos suicidas, los lobos de la familia,
Las horas de oscuridad. Unas cuantas estrellas
Duras amarillean ya los cielos.
La araña cruza el lago
Sobre su propio hilo. Los gusanos
Abandonan sus moradas habituales.
Los pájaros convergen, convergen
Con sus dádivas en un parto difícil.