Allí los corderos[228] recién nacidos se hacinan en el redil. En el aire
Inmóvil, plateado como el agua en un vaso,
Nada es grande o lejano. Allí
Puede oírse chillar a la pequeña musaraña[229] oculta
En la espesura de la hierba florida[230].
Los pájaros, del tamaño de un pulgar,
Alados de ligereza y de colores llamativos, revolotean entre los matorrales.
Los vestigios de nubes y los sauces ahuecados por las lechuzas, inclinándose
Sobre el plácido Granta[231], duplican su blanco y verde
Mundo bajo el agua cristalina,
Anclando en la corriente su imagen invertida.
El barquero hunde su pértiga.
En Byron’s Pool[232]
Las espadañas le abren paso a los mansos cisnes.
Éste es un país sacado de una lámina de guardería[233].
Las vacas frisonas remueven sus mandíbulas mientras pacen
Tréboles rojos o roen remolachas hasta hincharse
Y resaltar sobre un nimbo de ranúnculos esmaltados por el sol.
Bordeando estos prados de benigno
Y arcádico verdor, los espinos
De bayas sanguíneas encubren sus púas con blanco.
La graciosa, vegetariana rata de agua
Sierra, hasta derribarlo, un junco, y nada desde su cimbreante bosquecillo,
Mientras los estudiantes pasean o se sientan,
Asidos de la mano, ensimismados en la indolencia lunar del amor:
Por mucho que luzcan una toga negra[234], no se percatan
De que, en este aire tan suave y apacible,
El búho se abatirá desde su torre y la rata chillará.
19 de febrero de 1959