96. ACUARELA DE GRANTCHESTER MEADOWS[227]

Allí los corderos[228] recién nacidos se hacinan en el redil. En el aire

Inmóvil, plateado como el agua en un vaso,

Nada es grande o lejano. Allí

Puede oírse chillar a la pequeña musaraña[229] oculta

En la espesura de la hierba florida[230].

Los pájaros, del tamaño de un pulgar,

Alados de ligereza y de colores llamativos, revolotean entre los matorrales.

Los vestigios de nubes y los sauces ahuecados por las lechuzas, inclinándose

Sobre el plácido Granta[231], duplican su blanco y verde

Mundo bajo el agua cristalina,

Anclando en la corriente su imagen invertida.

El barquero hunde su pértiga.

En Byron’s Pool[232]

Las espadañas le abren paso a los mansos cisnes.

Éste es un país sacado de una lámina de guardería[233].

Las vacas frisonas remueven sus mandíbulas mientras pacen

Tréboles rojos o roen remolachas hasta hincharse

Y resaltar sobre un nimbo de ranúnculos esmaltados por el sol.

Bordeando estos prados de benigno

Y arcádico verdor, los espinos

De bayas sanguíneas encubren sus púas con blanco.

La graciosa, vegetariana rata de agua

Sierra, hasta derribarlo, un junco, y nada desde su cimbreante bosquecillo,

Mientras los estudiantes pasean o se sientan,

Asidos de la mano, ensimismados en la indolencia lunar del amor:

Por mucho que luzcan una toga negra[234], no se percatan

De que, en este aire tan suave y apacible,

El búho se abatirá desde su torre y la rata chillará.

19 de febrero de 1959