Los viejos cabreros juran que, durante toda la noche,
Escuchan el zumbido y el aleteo alarmante de ese ave
Que despierta con la oscuridad y se afana hasta el alba,
Vampirizando las ubres de las cabras hasta dejarlas secas.
Con luna llena o luna nueva, el receloso campesino
Sueña que su rebaño, bien cebado, disminuye, presa de la fiebre
Que le producen las heridas de las garras del Chotacabras,
Alias Pájaro del Demonio, cuyos ojos, como iluminados
Por un flash, son dos lascas de fuego color rubí.
Muchas leyendas afirman que el artero Chotacabras,
Oculto a la vista de los hombres en un aire color ébano,
Se mueve con alas de paño de bruja, y tiene fama,
Pésima fama, de atacar y de huir en un santiamén[226].
Pero lo cierto es que nunca le chupó la leche a ninguna cabra,
Ni mató ninguna vaca, y que, con su boca cavernosa, cubierta de cerdas,
Tan sólo persigue a los abejorros y a la macilenta, verde polilla de la Diosa Luna.