88. LOS MALES QUE NOS ACOMPAÑAN

La punta de la nariz torcida, las viejas imperfecciones

Ahora tolerables, igual que los lunares en la cara,

Soportados con resignación, dan lugar a una irónica

Complacencia; esos defectos, vistos al principio

Como estímulos divinos para arrancar el ánimo

Del lodo donde se estabuló, ya tan gastados, se vuelven

Nuestros amados compañeros de cama en la depravación

Del espíritu, nuestros queridos amos y maestros.