Dos virtudes cabalgan, en un garañón y en un jamelgo,
Para afilar nuestros cuchillos, nuestras tijeras:
La Razón de cara larga y la rechoncha Cordura[205].
La una, cortejando a los doctores de todo tipo,
La otra, a las amas de casa y a los tenderos.
Los árboles están podados, los caniches bien esquilados,
Las uñas del peón parejamente recortadas
Desde que esas dos funcionarias dejaron romas
Sus amoladeras de tanto y tanto afilar,
E hicieron picadillo al diablo enredador,
Cuyos ojos de búho, en el árbol zarrapastroso,
Aterraba a las madres hasta hacerlas abortar,
Acobardaba a los perros hasta hacerlos gimotear,
Transformaba en lobeznos a los niños del campo
Y a las amas de casa en desastres sin objeto[206].