84. RECUERDO LA BLANCURA[202]

La blancura es lo que recuerdo

De Sam: la blancura y el carrerón

Que me dio. Desde entonces, no he ido a ningún lado,

E ir no ha sido más que un manso desviarse. Blanco,

Pero no el de los heráldicos sementales: el blanco grisáceo

Del caballo de carga cuyo historial

Vulgar y aburrido, cuya sobriedad

Probada, tan sólo sirve para alquilarlo

A los novatos y a los tímidos. Pero

Aunque el seguro tono grisáceo rebajaba

Ese blanco suyo, jamás le agrisó el carácter.

Veo a Sam, caballo blanco, tozudo, de ideas fijas,

El primero que yo montaba, tan alto como un techo,

Su trote nítido desestabilizando mi postura tensa,

Estremeciendo el verdor firmemente enraizado

De los setos campestres y de los prados de vacas

Con su paso mareante. Entonces, por mala fe

O para ponerme a prueba, de golpe todo,

La hierba fluyendo a raudales, las casas un río

De pálidas fachadas, los techos de paja, la carretera dura

Un yunque, los cascos cuatro martillos sacudiéndome

Y lanzándome al espacio de su vapuleo,

Los estribos deshechos, y el decoro. Y

Nada iba a frenarlo, ni tirar de las riendas, ni su nombre,

Ni los gritos de los viandantes: el tráfico de la encrucijada

Atascándose y subiéndose a la acera al verlo venir,

El mundo subyugado por su carrera, por él.

Yo me aferré a su pescuezo. Mi determinación

Me simplificó: un jinete, cabalgando

Inquebrantable sobre el azar, sobre unos cascos

Pesados, por la capa rocosa de la tierra. A punto de caer

Arrojada y no: el miedo y la prudencia, juntos: todos los colores

Girando hasta detenerse en una sola blancura: la de Sam.

9 de julio de 1958