Las campanas dieron las doce. La Calle Mayor
No mostraba más que su suburbio arbóreo: nimbada
Pero vacía, sujetaba sus escaparates
De pasteles de boda,
Anillos de diamantes, macetas de rosas, pieles de zorro
Rojizas cubriendo los maniquíes de cera
En un vidriado cuadro de opulencia.
Desde los más profundos sótanos,
¿Qué fue lo que movió entonces a la pálida
Rapaz a ulular por encima
De las farolas y los cables, extendiendo las alas
De una pared a otra, controlando
Las corrientes transportadoras, con su vientre
Tupido de plumas, pavorosamente suave,
Al acecho? Los dientes de las ratas destripan la ciudad
Temblando ante el chillido del búho.
26 de junio de 1958