70. UN CUENTO DE INVIERNO[159]

En Boston Common[160], una estrella roja

Brilla, conectada a un majestuoso olmo

Americano. Los Reyes Magos se acercan

A la State House[161], coronada por una cúpula.

El viejo José lleva un bastón con punta de acero.

Dos bueyes de cera flanquean al niño.

Una oveja negra guía el rebaño del pastor.

María, mansa, apacible.

Los ángeles —más femeninos y dulces

Que los modelos de Bonwit’s o Jay’s,

Y con unos halos tan resplandecientes

Como Sirio— alzan sus trompetas doradas.

De S. S. Pierce[162], de S. S. Pierce, anuncian

Con su campanilla las mujeres de nariz roja y capa azul,

Sólo por dinero. ¡Dios, las muchedumbres son feroces!

Resuenan los villancicos

En Winter Street, en Temple Place.

Los caniches[163] hornean galletas en

Los escaparates de Filene’s[164].

Donnery Blitzen[165],

Y todos los renos de Santa Claus que,

Con el permiso de la Comisión del Parque[166], pacen

La hierba que antaño alimentaba a las vacas de Boston,

Nos conceden su gracia. Al unísono,

En Pinckney, Mount Vernon, Chesnut[167],

Se abren las puertas enguirnaldadas a la multitud.

¡Navidad! ¡Navidad! Ninguna boca cerrada.

A grito pelado y desafinando,

El populacho canta de cara a los alféizares

De las ventanas con extraños cristales violetas.

¡Ah, la Pequeña Ciudad sobre la Colina!

Los cordiales esfuerzos

De los campanilleros y de los cantantes avivan

Las palomas roídas por la escarcha, y el remolino avanza

Desde la Charles Street a la Custom House,

Desde la Estación del Sur a la del Norte.