Sobre un colchón de lama, bajo el signo de la bruja
Y en un espasmo de sangre, la virgen que habla en sueños
Ahorca con su maldición al hombre de la luna[77], ese fulano[78]
Que acarrea un haz de leña en su huevo impecable:
Alumbrado[79] con un enorme barril de clarete para él solo,
Reina a sus anchas, con el ombligo[80] anudado para no gemir;
Pero el precio que han de pagar las muchachas con cola de pez
Para adquirir unas piernas blancas es llevar la piel cosida a puntadas.