36. CANCIÓN INFANTIL[71]

Tengo una oca muy terca que, a pesar de llevar

La tripa enjambrada de huevos de oro,

Se niega a poner uno.

Con su talento de oca podrida[72], se pavonea

Por el corral como esas viejas brujas con garras

Que se comen con los ojos a los hombres

Y rizan las arrugas de sus labios en una mueca,

Haciendo sonar las monedas de sus bolsones.

Mientras yo como salvado de maíz,

Ella engorda con los granos más finos.

Pero ahora, mientras afilo el cuchillo, me suplica

Perdón, y lo hace

Con tanta humildad que giro el agudo

Acero hacia mí antes de sacar partido

De la actuación de esta sucia canalla

(Aunque… ¡cómo le brillan las plumas!):

Un montón de heces de rubí

Saliendo de su abertura humeante.