29. CORONA NUPCIAL[60]

¿Y qué si las hojas verdes tan sólo atestiguan

Que este pacto ha sido hecho por una sola vez? ¿Qué importa

Que el búho pronuncie un mero “sí”, mientras las vacas profieren

Sus suaves mugidos de aprobación? Dejad que el sol, vestido con su túnica de fulgor,

Se yerga firme y fecundo para loar a estos recién casados

Cuyo austero acto enlaza sus dos fortunas venideras.

Arrellanados todo el día en sus claustros de ortigas

Yacen, mientras la hierba recién cortada asalta sus sentidos

Con regusto; acoplada así, como el mismísimo parangón de la constancia,

Esta pareja anhela conquistar un estado singular a partir de esta batalla dual.

Ahora pronuncian un sacramento para alejar cualquier escrúpulo

Por este enlace realizado en la idónea capilla del amor.

Convocad aquí a todas las aves en vela para que pueblen con sus alados colores

Las naves laterales cubiertas de retoños; dirigid el coro de las lenguas babélicas

De los animales, para que proclamen: “¡Mirad ese batir de alas

Montando la guardia de honor para ellos!”. Estrellada de palabras,

Dejad que la noche bendiga este prado de tréboles enraizados en la dicha

Donde, enlazados como ángeles, los dos arden en una sola fiebre.

A partir de este día santo, todos los granos de polen

Esparcirán a los cuatro vientos una semilla tan extraña

Que cada soplo de aliento, henchido así, hará que la tierra

Engendre los frutos, las flores, los niños más hermosos, una legión

Que acabará con los vástagos de los dientes del dragón[61]: haciendo esta promesa,

Dejad, pues, que la carne se entreteja, y que cada paso resuene con fama.