Él, aguijoneado por el hambre, duro de saciar,
Se ha acoplado tanto a mi negra suerte
(Y con un ardor que ningún hombre podría sentir
Sin perder su amabilidad).
Que todo el mérito reside en ser carne[48]
Sazonada tal y como él la exige;
Con caldo de sangre,
Sisada por su mano,
Elabora su exquisito licor[49], y enseguida
Se lo lleva a la boca, mientras aún está caliente;
Aunque en su suculenta comida abunda lo mejor,
Él no desechará
Ni se privará de nada hasta que termine
De saquear toda la despensa.